.capítulo uno.

392 88 102
                                    

septiembre de 2001.

gerard.

No quiero morir, no sin haber hecho algo importante con mi miserable vida. No quiero tener 70 años, reflexionar sobre mi vida y pensar ¿qué cosas importantes hice? Y no encontrar respuestas además de: tener una buena casa, un buen auto, estar casado y con hijos. Quiero dejar mi marca en el mundo y creo que ya tengo la idea adecuada.

—¡Matt, Matt!—golpeo la puerta del apartamento 7C. Maldito, debe estar durmiendo.—¿Matt, estás ahí? ¡Tengo algo importante para decirte!—grité sin cesar los golpeteos en la puerta. No me iba a ir de ahí sin contarle mi -fabulosa- idea a mi amigo.

Oigo el ruido de la llave en la puerta y mi corazón se acelera. Esto puede que cambie nuestras vidas, para siempre.

—Hola Ger...—no lo dejo terminar porque entro a la casa.

—¡Tengo que contarte una cosa que se me ocurrió! ¡Vamos, vamos, escúchame!—digo, palmeando a mi costado en el sofá.

—¿Qué es tan importante para que interrumpas mi sueño un sábado a las 9 de la mañana?—dice fingiendo molestia mientras se sienta.

—Bueno, te explicaré.

[...]

—¿Una banda? ¿Estás loco?—replica, cuando termino de hablar.

—Creo que sí, pero ¿no es una gran idea?—digo, entusiasmado.

—Claro que no.—dice, frunciendo el ceño.—Los dos tenemos trabajo, ¿por qué arriesgaríamos todo por una tonta idea?

—Porque no quiero morirme sin hacer algo significativo. Además, ¿no es el sueño de todo adolescente tener una banda?

—No eres un adolescente, Gerard, tienes 24 años.—dice, un poco molesto. Creo que no le gusto la idea, ups.

—Pero... Matt, vamos... Acompáñame en esto, amigo. Yo estuve contigo cuando quisiste salir con un vestido floreado a la calle durante una semana, y tenías las piernas sin depilar.—me da un escalofrío ante el recuerdo.

—No es lo mismo, además, eso era una apuesta. Usa tu pequeña cabecita, Gerard.—pone sus manos sobre mis sienes.—Somos hombres adultos, no estamos como para comenzar una banda. Además, no sabes si tendremos éxito o no.

—Sí tendremos, te lo aseguro. Te propongo algo, te pides vacaciones del trabajo y yo también. Si en 15 días nadie nos llama, volvemos al trabajo y me olvido para siempre de ésto, ¿qué dices?—extiendo mi mano, como para cerrar un acuerdo.

—Está bien, está bien. De acuerdo.—resopla, vencido, tomando mi mano.—Pero, tu tienes tu voz, y yo sé tocar la batería, pero ¿y quién tocará los otros instrumentos?

—¡Gracias, gracias!—lo abrazo tanto que casi se asfixia.—No te preocupes por eso, lo tengo todo controlado.—digo, dirigiéndome hacia la puerta.—Te espero mañana a las 9 en mi apartamento, ¡sí! Y no te quejes.—digo, antes de cerrar la puerta con una sonrisa. ¡Mi idea se está haciendo realidad!

xoboyd

the true lives of the fabulous killjoys ; mcrWhere stories live. Discover now