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-Tenemos que irnos. _susurré sujetando su rostro entre mis manos.

No duré mucho, puesto que ______ empezó a negar con su cabeza como si el salir de este lugar fuera una abominación para ella.

-No... Por favor. _susurró con voz quebrada que rompía mi corazón en pedazos.

Sus ojos negro azabache brillantes, ahora estaban rojos y opacos, en su cabeza no estaba el beanie pero al menos podía ver su hermoso cabello, sus manos temblaban y se aferraban a mi blusa como si quisiera detenerme.

-______... No va a pasarte nada, te lo prometo. _aseguré tomando sus manos para que pararan de temblar.

Después de ver aquella escena donde ______ se dejaba llevar por la ira, salí corriendo tras ella. No me importaban las clases gracias a que tenía la última hora libre, iba a aprovecharla preparando la clase para los de último año. Pero cambiaron mis planes rotundamente gracias a la chica del beanie.

-No quise hacerlo... Lo siento. _llevó sus manos hasta su cabeza y siguió llorando.

-Todo está bien, ______. No va a pasarte nada, yo estoy contigo.

______ me miró fijamente con una lágrima a punto de salir de sus bellos ojos.

-¿Segura?

-Como nunca antes.

Tomé su mano y la llevé hasta una cafetería donde solamente pedimos café. Ella pidió uno oscuro con dos de azúcar y yo uno con leche, estábamos en el lugar más apartado donde no hubieran interrupciones.

-¿Quieres hablar? _pregunté con suavidad siguiendo con mis ojos sus manos que acomodaban su beanie.

-Padezco del Síndrome de Hiperactividad con Déficit de
Atención. Tomo medicamentos, me distraigo demasiado y esa es una de las razones por las que tengo tantos problemas en ese estúpido colegio.

Agachó la cabeza algo apenada y yo por instinto tomé su mano por encima de la mesa.

-No es razón para avergonzarse...

-Claro que lo es. ¿Sabe lo difícil qué es prestar atención? ¿Mantener en la oficina del director por que no eres capaz de decir que te cuesta concentrarte? Es una mierda.

-Se que debe ser difícil, ______. Pero no puedes dejar que eso te aflija, eres especial y...

-¡No soy especial! Todo el condenado mundo me dice lo mismo y yo no lo veo. ¿Qué le ve de especial a una persona que necesita ser medicada para prestar un mínimo de atención?

-Todo. ______, eres especial por el solo hecho de ser tú misma. Eres especial porque no te rindes. Ally me habla maravillas de ti, ella ve en ti lo mismo que Patrick... Lo mismo que yo.

-¿Y qué ve usted en mi? _me miró a los ojos sin soltar mi mano.

-Veo... A una chica que solamente necesita una oportunidad. A una chica increíble que lastimosamente no puede ver quien es realmente. _contesté con total sinceridad.

-No me mienta, señorita Cabello. Odio que me mientan. _afirmó sin despegar sus ojos negro azabache de los míos.

-No estoy mintiendo, ______. Deja de perder la fe en ti. _tomé sus dos manos y la miré a los ojos sin intimidarme como a veces me sucedía.

-Estoy loca. _susurró y yo negué con la cabeza.

-No lo estás.

-Si lo estoy.

-¿Por qué piensas eso?

-Porque apenas la conozco y me muero por besarla.

Sentí como la respiración me fallaba, como mi agarre en sus manos se suavizaba, como sentía a mi corazón latir con fuerza y como un pequeño hormigueo en mi estómago se hacía presente.

-¿Qué te detiene? _logré decir soltando un pequeño suspiro.

-El hecho de que sea mi profesora y que probablemente usted esté con alguien. _contesté y no pude evitar sonreír.

-¿Te preocupa más el hecho de que yo probablemente esté con alguien que el que sea tu profesora? _ella ladeó su cabeza y sus ojos mostraban confusión.

-Por supuesto, si usted está con alguien y yo la beso, lo dejará. _una carcajada salió de mi boca contagiándola a ella. Obviamente solo con levantar la comisura de sus labios.

-¿Y ese ego cuando apareció?

-Cuando mezclé mi café con su sonrisa.

-¿Ves que eres especial?

______ parpadeó como si acabara de reaccionar y yo no pude evitar sonreír.

-¿Por qué?

-Porque eres la primera persona que me hace sonrojar con un cumplido.

Cuando abrió su boca para hablar, su teléfono la interrumpió. Lo sacó rápidamente y contestó pero lo tenía al revés.

-¿Ho... _miró el teléfono y después se dió cuenta de como estaba y lo giró. Tuve que reprimir una risa. -¿Hola?... ¿Mamá?... Estoy aquí en... Estoy cerca... Voy para allá... Está bien.

Colgó y me miró mientras guardaba su teléfono nuevamente.

-Tengo que volver al instituto. Lo que, si lee en letra pequeña, quiere decir un aumento de dosis. _rodó los ojos como si ya se aburriera de eso.

-Yo te llevo. Dejé mi auto a unas cuadras. _me levanté junto a ella y cuando saqué mi dinero para pagar, ella se me adelantó sonriendo con triunfo.

Salimos de aquella cafetería y empezamos a caminar hasta mi convertible.

-No era necesario que pagaras. _comenté abriendo la puerta del convertible y quitando el seguro para que entrara ella.

-No lo era... Pero quise hacerlo. _se encogió de hombros mientras abrochaba su cinturón.

Arranqué el convertible rumbo al instituto, en el corto camino ______ no dijo nada. Sabía que su mente estaba en un lugar totalmente diferente y no quería molestarla.

Llegamos al instituto y la chica del beanie no parecía haberse dado cuenta.

-Llegamos, ______. _toqué su hombro ligeramente y ella dió un brinco.

-¿Qué? _giró a verme algo desconcertada pero al ver mi sonrisa cayó en cuenta. -¡Oh si! _desabrochó su cinturón y cuando estuvo a punto de salir tomé su mano.

-Espero que todo salga bien. _susurré agachando la cabeza ante su penetrante mirada oscura.

Sus suaves manos levantaron mi mentón y nuestras miradas volvieron a chocar. No puedo explicar tan detalladamente lo que sentí, pero ______ Cannon tiene una de esas miradas en las que puedes perderte por puro gusto.

-Lamento mi imprudencia, señorita Cabello. Pero es usted la mujer más hermosa que mis ojos han tenido el privilegio de ver. _el calor inundó mis mejillas ante su comentario y no pude evitar sonreír.

Mis párpados se cerraron en cuanto sus cálidos labios hicieron contacto con mi mejilla y se quedaron allí unos segundos.

-Gracias. _susurró saliendo del auto y corriendo hasta el interior del establecimiento.

Solté un suspiro pesado dejando caer mi cabeza en el suave acolchonado. Estaba pensando que su "gracias" no era por el café, (el cual ella se había encargado de pagar) ni mucho menos por haberla acompañado en ese momento. Sentía que ese "gracias" era por algo mayor.

Y yo me encargaría de descubrirlo. 

Paradise (CAMILA CABELLO Y TÚ) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora