12. La armadura de Libra

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El viejo de Libra dejó caer la pesada caja que llevababa en su espalda y rugió con la fiereza de un león, pero su tamaño lo hizo ver como un gatito furioso. De alguna manera, al soltar la caja lucía aún más pequeño de lo que ya era. Era casi risible.

Yamamoto abrió los ojos. Reconocía un gran poder dentro de su contrincante, pero no uno lo bastante grande como para preocuparse. Aún así se cubrió con su espada, listo para un ataque abrumador.

—¡ROZAN... SHORYU HA! ¡DRAGÓN ASCENDENTE! —bramó el diminuto anciano y extendió sus pequeñas y arrugadas manos hacia sus tres oponentes.

El enorme dragón de luz verdiazul que lo rodeaba avanzó furiosamente hacia los tres capitanes, levantando arena y polvo en su camino mientras abría sus fauces listo para devorar todo a su paso.

Yamamoto y Ukitake se cubrieron, pero Kyoraku no lo hizo.

Antes de alcanzarlos, el dragón se separó en cinco dragones más pequeños que volaron hacia el campo de batalla. Mayuri y Afrodita, Aldebaran y Kenpachi, Muguruma y Milo, Komamura y Kamus, Aioria y Toshiro... todas las batallas se detuvieron cuando los cinco dragones cayeron sobre cinco puntos diferentes y causaron cinco explosiones de luz verdiazul.

Todos volvieron a ver al caballero de Libra, sin saber qué estaba pasando.

—¡Caballeros de Atena! ¡Vamos a luchar para defender la paz de este mundo y de todos los demás! ¡Honraremos nuestro deber como caballeros y honraremos el deber de nuestros adversarios como guardianes de este mundo luchando con todas nuestras fuerzas y dando una batalla épica, digna de ellos y de nosotros!

Aunque el anciano no gritaba, su voz parecía provenir de todas partes, portando un eco envolvente e incomprensible. ¿Acaso era capaz de hablar a través de su cosmos?

—¡Te convoco, compañera de mil batallas! ¡Oh, sagrada armadura de Libra, ven a mi ayuda!

Su aura dejó de ser verdiazul y se hizo dorada. La caja que estaba a su lado se abrió y una estatua de oro macizo con la figura de una balanza se elevó majestuosamente. Los shinigami la contemplaban asombrados: nunca habían visto algo semejante. Ese extraño artefacto parecía estar vivo en si mismo, pues poseía una energía espiritual enorme que resonaba con la del pequeño anciano.

—Ya veo —dijo Toshiro, mirando a Aioria—. Tu armadura luce como un león cuando no la traes puesta, ¿cierto?

Aioria asintió.

—No creo que puedas usar esa armadura, no eres tan joven como tus compañeros —comentó Yamamoto—. Aunque lo lograras temo que no servirá de nada. Yo puedo sentir tu energía espiritual. Aunque reconozco tu poder, sé que nunca podrás contra mí. Quizás ni siquiera seas el más poderoso entre los tuyos —añadió lanzando una breve mirada a Saga de Geminis—. Aunque uses una armadura, nunca me derrotarás, anciano.

El caballero de Libra se carcajeó nuevamente.

—Esta armadura no es para mí. ¡Dispérsate y ve a ayudar a mis compañeros, armadura de Libra!

La balanza de oro soltó un destello de luz dorada y se separó en once partes que salieron volando, obedientes e imparables hasta las manos de cada uno de los caballeros dorados. La parte restante, un grueso escudo de oro, se puso sobre el brazo derecho del anciano caballero de Libra.

Los shinigami miraban asombrados las piezas que sus contrincantes habían recibido: espadas, lanzas, tonfas, nunchakus, nunchakus triples y un escudo, todos de oro, refulgiendo en aquel extraño reiatsu que guardaba dentro de sí un extraño sentimiento.

—Puños contra espadas, espadas contra puños... Ahora nuestra batalla puede ser más... mmmm... ¿simétrica? —comentó el viejo de Libra, sonriente—. A Atena no le gusta que usemos armas, pero, ¿cómo resistirnos a dar a nuestros oponentes el duelo que ellos merecen? ¿cómo no honrar esas magnificas espadas de ustedes luchando con las nuestras?

El anciano Yamamoto parecía haberse quedado mudo. Finalmente, el caballero de Libra dijo:

—¡AHORA CABALLEROS DE ATENA! ¡DISPÉRSENSE! ¡VAYAN A CUMPLIR CON LA MISIÓN POR LA QUE VINIMOS AQUÍ! ¡NOS VEREMOS DE NUEVO AL ANOCHECER!

Todos los caballeros dorados, incluyendo a Saga y Aioros, sin dudarlo un segundo apretaron con cariño y respeto las armas de Libra y saltaron del campo de batalla para salir disparados como relámpagos dorados hacia diferentes direcciones, dejando a los shinigami allí de pie, esperando la orden definitiva del capitán Yamamoto, que aún miraba fijamente al anciano de Libra.

Dio un paso hacia adelante.

—Acabas de cometer un error mortal; los capitanes poseen técnicas abominables, muchas de las cuales ni siquiera yo querría enfrentar... Se llama Bankai, es la evolución suprema de aquellas espadas por las que sentiste tanto respeto. Al separar a tus caballeros los condenaste a una muerte segura, en muchos casos dolorosa, a manos de mis capitanes y sus Bankai, pues ahora no tendrán que contenerse por miedo a lastimar a sus aliados.

Volteó a mirar hacia atrás, molesto.

—¿Y USTEDES QUÉ ESPERAN? ¡VAYAN TRAS ELLOS Y NO DUDEN EN HACERLOS POLVO!

Los shinigami tampoco respondieron. Algunos asintieron con la cabeza y otros se limitaron a hacer un gesto antes de desaparecer utilizando el paso instantáneo.

El lugar de la batalla quedó completamente desierto a excepción del anciano de Libra.

—Quizás eso quería, viejo necio, ya que no pudimos razonar contigo —comentó mirando hacia el lugar donde el capitan Yamamoto había estado hace un segundo.

Soltó un largo suspiro y giró sobre sus talones. Caminó lentamente debido al tamaño de sus piernas durante un rato. Paseó por la Sociedad de Almas sabiendo que era observado por los tenientes y otros oficiales de bajo rango pero eso no le importó. Sabía perfectamente que ellos no se acercarían.

y luego saltó hacia el punto más alto del escenario, el borde de una montaña rocosa donde se sentó en posición de loto a observar y a percibir la batalla de todos los caballeros.

Habrían pasado unos treinta segundos cuando alguien apareció inesperadamente a su lado.

—¿Sake? —preguntó una voz masculina.

Dohko se volvió hacia un lado y se encontró con el capitán que había estado todo el tiempo a la derecha de Yamamoto, el hombre de largo cabello castaño y barba desaliñada que llevababa una túnica rosa de flores sobre su uniforme.

El hombre sostenía una taza de licor de arroz y llevababa una extraña sonrisa en el rostro.

—Me sorprende tu aparición, capitán del Gotei 13. ¿Puedo ayudarte en algo?


Próximo capítulo: 13. Por aquella que siempre te protegió

Nota del autor: ¡Konichiwa! ¡Y muchísimas gracias por leer! ¿Qué te pareció este capítulo? ¿Qué opinas de las armas de libra como alternativa para luchar contra las Zanpakuto? ¿Qué piensas de la aparición de Kyoraku? ¿Qué crees que quiera? 

¡Recuerda darme tu like y compartir la historia con quien tu quieras! También te recomiendo leer "el navegante de las pesadillas". Cuenta la historia de un chico que viaja a través del mundo al que las personas vamos cada noche mientras soñamos y su alma gemela, quien está conectada a él a través de la distancia. La puedes leer por Wattpad, aunque si quieres comprarla aparece por Google Play, Barnes and Noble, iTunes, el corte inglés, o en papel la encuentras en Librería Nacional, Tango Discos y Libros, y Rocket Store.

¡Te mando un abrazo onírico! ¡Soy David Jurok y nos veremos en sueños! ¡Hasta la próxima!

Reiatsu + Cosmos (Saint Seiya / Bleach)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon