5. La decisión de Saori

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—¿Y qué tiene que ver con Orihime?

Ukitake bebió un largo sorbo de té y continuó con su relato.

—Cuando apareció Ginjo...

Pero la puerta se abrió de golpe. Sentaro y Kiyone entraron aparatosamente a la sala.

—¡Mi señor, traje para usted a los dos Ryoka! —dijo Sentaro e hizo una profunda reverencia.

—¡Mi señor, yo traje para usted a los dos Ryoka y además les informé parcialmente de la situación! —lo corrigió Kiyone mientras hacía una reverencia aún más pronunciada.

—¿Sabes que no debes llamarlos Ryoka? ¡No son invasores, son invitados! —gruñó Sentaro.

—¡Tú los llamaste Ryoka primero! —soltó Kiyone.

Mientras los dos subordinados del escuadrón trece discutían y se tiraban los pelos, Uryu Ishida y Yasutora Sado entraron lentamente a la sala.

Ukitake se levantó y el silencio se hizo en la sala. El capitán estrechó las manos de los dos humanos y les pidió que se sentaran con un gesto. Volvió a tomar su taza de té y bebió mientras Kiyone y Sentaro se marchaban enfurruñados.

—Bien. Los llamé aquí para contarles el motivo de la captura de Inoue Orihime y para que, de ser posible, se queden a su lado durante este dificil momento.

Ichigo se mordió el labio. ¿Qué le había pasado a Orihime?

—Cuando apareció Ginjo, creímos que se trataba del propietario de aquel Reiatsu, pues tenía una extraña similitud al de los jóvenes que habían muerto y también al de Ywatch, el viejo enemigo del Capitan Yamamoto, pero pronto descubrimos que el Reiatsu de Ginjo era exactamente igual al de alguien que conocíamos muy bien, alguien que había salvado a la Sociedad de Almas en el pasado: Ichigo Kurosaki. Así que decidimos acudir al instante a rescatarte y regresarte tus poderes. Así, pasaron meses antes de que el Reiatsu desconocido apareciera nuevamente, pero hace un par de días apareció.

—Un momento, ¿dices que el Reiatsu de Ichigo se parece al del viejo enemigo de Yamamoto? —preguntó Sado, mirando a su amigo de cabello naranja, pero éste tenía los ojos cerrados. La sombra de una gran tristeza se asomaba en su semblante.

—Viene de Orihime, ¿no es cierto?

Ukitake guardó silencio durante un largo rato, hasta que Rukia habló de nuevo.

—Yo mandé capturar a Orihime. Quería que la trajeran aquí y no al escuadrón doce, con ese loco del capitán Kurotsuchi. Tenía que emitir la orden primero para poder manejar el caso yo misma. Seguro que de habersela llevado, el capitán Kurotsuchi ya la habría desmembrado y le habría sacado todos los órganos para buscar la fuente del Reiatsu. Perdóname, Ichigo.

Ichigo puso la cabeza entre las rodillas y se levantó, hablando con total seriedad.

—Ni lo menciones; lo hiciste para protegerla. Eres una buena amiga.

Ukitake sonrió, pero un segundo después su rostro se entristeció de nuevo.

—Por ahora podremos tenerla aquí en la base del escuadrón trece, en cuarentena.

—¿Qué pasará después? ¿Qué planean hacer para protegerla de ese poder? —preguntó Uryu, notablemente afectado. Orihime era una amiga muy querida para él.

—Si los demás jovenes fallecieron, ¿cómo evitaremos que le suceda lo mismo a Orihime? —preguntó Sado, con la voz quebrada.

Ukitake terminó toda la taza de té de un solo sorbo y respondió.

—Ella no morirá tan pronto. No es una humana común sino una con un poder excepcional, pero eso es precisamente lo que me preocupa.

—¿Qué quiere decir con eso, Ukitake-san?

—Pienso que este Reiatsu no se dedica a matar jovenes sin motivo, por el contrario, pienso que ha fracasado en su misión porque los cuerpos que ha habitado no son lo suficientemente poderosos. Sin embargo, de alguna manera, esa creatura de otro mundo logró dar con Orihime... precisamente ella.

Ichigo ahogó un grito mientras recordaba las palabras de Kisuke Urahara años atrás cuando Orihime había sido raptada por los Espada hacia Hueco Mundo.

"Cuando conocí a Orihime no pude evitar sentir una gran curiosidad por sus poderes; cuando ella cura a alguien, no sólo restablece su cuerpo o su poder como sucede con el Kido: ella tiene el poder de rechazar los acontecimientos pasados y cambiar la realidad. Es normal que Aizen esté interesado en algo tan excepcional."

—Orihime era la persona que él estaba buscando —murmuró Ichigo entre dientes—. Esa cosa quiere apoderarse de ella para usar sus poderes... ¡tenemos que hacer algo, Ukitake-san!

El capitán del escuadrón trece se levantó.

—Los traje hasta aquí porque ustedes la ayudarán. Sólo necesito que llegue alquien más.

—¿Quién? —preguntó Uryu.

Ukitake soltó una débil sonrisa.

—Hanataro Yamada, por supuesto.

...

Saori Kido estaba de pie en el centro del templo de Atenea, sosteniendo en una mano el cetro milenario de la antigua diosa griega y en la otra el escudo que alguna vez había utilizado para exorcisar al difunto caballero de Geminis, Saga. La luz de la luna descendía sobre ella, iluminando su vestido blanco y su largo y sedoso cabello púrpura, dándole un toque irreal.

A su alrededor se encontraban los caballeros dorados, aguardando sus órdenes con las rodillas en tierra y las manos a la altura del corazón. La luz de las estrellas resplandecía sobre sus armaduras doradas de Aries, Tauro, Leo, Virgo y Escorpión. El viejo caballero de Libra también estaba allí, pero era demasiado anciano y pequeño para vestir la armadura de Libra que llevaba a su lado, aún guardada en la pesada caja de acero que de alguna manera aún era capaz de sostener.

—Queridos caballeros, en esta noche necesito que me presten su poder. Será una misión peligrosa, tendremos que viajar a un mundo desconocido donde no sabemos qué podríamos encontrar, todo para evitar un peligro terrible que podría poner en peligro la existencia de este mundo y de todos los demás. Pero sólo yo puedo prevenir esto... sólo usando el poder de mi escudo podré proteger a esa persona y alejar a aquel atacante desconocido de su alma. Necesito llegar a ella, pero no podré hacerlo sola... necesito que me presten su poder para llegar a ella antes de que sea tarde. ¿Estarán conmigo?

El viento sopló con fuerza. El cabello lavanda del caballero de Aries se levantó desordenadamente mientras los seis caballeros dorados respondían sin un miligramo de duda en sus voces:

—Sí, Atena-sama.

Atena elevó su cetro hacia las estrellas y exclamó:

—¡Iremos a la Sociedad de Almas!


Próximo capítulo: 6. Espíritu

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Reiatsu + Cosmos (Saint Seiya / Bleach)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora