Capítulo III: Nicolae B.

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En algún punto en el recorrido de la entrada al despacho de Nicolae Bartholy, Titania Bartholy había dejado de seguirlos y de mirarla con un rechazo prepotente. La mujer había dejado en claro que la odiaba como la peste, aunque la misma Louisa aun intentaba comprender el origen de tanto rechazo.

La vio desaparecer en uno de los pasillos que dividían el hall de entrada en pequeños puntos de acceso a otros lados de la mansión, pero ahora que tenía la cabeza fría y sin sentirse amenazada, no sabía si se sentía cómoda ante la idea de quedarse a solas con el mayor de los Bartholy. Lo siguió en silencio y con la vista almendrada clavada sobre los músculos de la espalda de Nicolae que se amoldaban perfectamente bien a su camisa de vestir, y su cabello largo color castaño que se balanceaba sobre la parte de atrás de sus hombros.

Le debía de sacar al menos una cabeza de altura, y solo verlo caminar era atrapante... Le recordaba a una pantera por su forma tan grácil de moverse, silenciosa, atenta y como si se deslizara sobre el suelo sin el menor esfuerzo.

Repentinamente, Nicolae la miró por sobre el hombro y corazón de Louisa dio un vuelco al verlo sonreír.

-Es aquí -Señaló una puerta en madera, que caballerosamente abrió para ella antes de cederle el paso.

Ella lo miró de reojo antes de ingresar.

Por alguna razón todo el lugar despedía el aroma de Nicolae, y era aterrador como el simple olor a bosque y colonia masculina, conseguía que toda su piel se erizara de expectación. Tomó una bocanada de aire, pero eso solo empeoró la situación ya que el aroma invadió de lleno sus pulmones, y la mirada del hombre sobre ella provocaba que su corazón se sintiera tan pesado como si quisiera salir huyendo ante la menor oportunidad.

La sonrisa afable no se borró en ningún momento de los sensuales y masculinos labios de Nicolae Bartholy; era perturbador... daba la impresión que conocía exactamente lo que estaba pensando.

Y a Louisa no le agradaba en nada esa idea.

-Siéntate -Ordenó con amabilidad mientras cerraba la puerta tras él y avanzaba hasta el escritorio al fondo de la habitación. Era un estudio agradable, tenía una estantería repleta de libros por la que Louisa sintió el picor de indagar sobre si eran de literatura o tal vez algo más serio como un libro sobre política o economía; porque siendo sinceros, Nicolae Bartholy parecía un caballero de época a su vez que daba el aire de ser un completo intelectual moderno. Un intelectual realmente atractivo.

Dio una mirada pausada a través de la habitación, los muebles con acabados preciosos y tela costosa, el pequeño mini bar en una esquina y el enorme ventanal tras la figura de Nicolae que ya había tomado asiento en el enorme sillón de cuero del escritorio y que ahora la miraba con expectación. Sujetándose de su bolso cerró el espacio y se sentó en la silla que le había indicado el hombre con anterioridad.

Ahora tenía la mirada gris de él fija sobre ella.

-¿Ya tiene un sitio donde quedarse, Señorita Millan? Pensé que apenas había llegado de Nueva York.

Ella pestañeó algo extrañada, no recordaba haber mencionado eso en la oficina de empleo y mucho menos en su hoja de vida.

-Sí, por ahora así es.

-La posición cubría sus gastos de alojamiento y alimentación, a parte de su salario -Nicolae recostó su espalda en el asiento y procedió acariciarse la barbilla con expresión pensativa.

-Bueno... Podría ahorrarse costos entonces -Se atrevió a comentar Louisa, mordiendo con nerviosismo el borde del labio inferior -, pero no puedo cumplir un horario de interna.

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