Epílogo 1

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Dos corpulentos presos caminaban por el pasillo de celdas, escoltados por dos policías armados con escudos antidisturbios y pistolas eléctricas

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Dos corpulentos presos caminaban por el pasillo de celdas, escoltados por dos policías armados con escudos antidisturbios y pistolas eléctricas. Ambos caminaban hablando entre ellos y riendo, mientras el resto de presos les observaban desde el interior de sus respectivas celdas.

- Vamos.- dijo uno de los policías dándole un pequeño empujón a uno de los presos.

Este, detuvo su conversación, se giró y le fulminó con la mirada. Pero tras varios segundos, retomó su camino. El pasillo estaba alumbrado únicamente por pequeñas bombillas que colgaban en el techo, ya que el sol había abandonado el cielo de Alaska varias horas atrás.

Cuando llegaron al final del pasillo, uno de los policías se abrió hueco entre los dos presos e introdujo la llave en una de las celdas que quedaban a su derecha. Tras abrirla, ambos entraron a ella y el policía volvió a cerrarla.

Ya en el interior, Bob Redford y August Trant, acercaron sus muñecas a los barrotes y rápidamente, uno de los policías desató sus esposas. Una vez libres de ataduras y en el interior de su celda, los dos se giraron para dirigirse a sus camas, pero al hacerlo, observaron a una desconocida silueta que se encontraba sentada sobre uno de los colchones, de espaldas a ellos.

- ¿Qué cojones? No sabía que íbamos a tener a un nuevo amiguito.- dijo Bob entre risas.

- Pues parece ser que hemos sido muy buenos y este es nuestro regalo de Navidad.- añadió August acercándose poco a poco.- ¿Cuál es tu nombre?

Aquel sujeto no emitió ningún tipo de respuesta, tan solo se limitó a quedarse sentado de la misma forma que segundos atrás.

- ¿Eres sordo?- preguntó Bob elevando el tono.- Te hemos preguntado que cuál es tu nombre y además estás sentado en mi cama.

- Dejarme en paz.- contestó finalmente Connor secamente.

- Oh vaya, encima nos ha salido borde.- añadió Bob.- No sé si habrás escuchado algo en el comedor o en el patio exterior, pero aquí tenemos métodos de bienvenida muy cordiales.

- Sí... eso es cierto. Enseguida te vas a sentir como en casa.- añadió August apoyando su mano sobre el hombro de Connor.

Acto seguido, Connor dio un fuerte manotazo sobre la mano de August, apartándola de su hombro.

- Oh... te aseguro que te vas a arrepentir.- dijo August cogiendo a Connor de la camiseta.

Lo arrastró a lo largo de la celda hasta que llegó a la pared y allí estampó su espalda. Después, colocó su antebrazo sobre el cuello de Connor, impidiéndole respirar bien. Inmediatamente Bob se acercó y le propinó un duro golpe en el estómago.

- Las cosas te irán muy mal por aquí si tienes esa actitud...- dijo Bob.- No somos de darles palizas a los novatos el primer día, pero contigo vamos a hacer una pequeña excepción... ¿verdad August?

- Sí... y después de la paliza que te vamos a dar, vas a chuparnos la polla a los dos... nos vas a hacer una buena mamada... ¿Qué te parece?

August aflojó la presión sobre la nuez de Connor y esto le permitió recuperar un poco la respiración.

- Ale...jaos de mí.- dijo Connor.

- Jajajajaja... esta noche va a ser divertida...- contestó Bob volviendo a golpear el vientre de Connor.

- ¿Piensas decirnos ya tu nombre? ¿O voy a tener que arrancarte los dientes para que lo hagas?- preguntó August volviendo a apretar de nuevo.

- Os-os lo di-diré.- contestó Connor como pudo.

- Está bien, está bien. Dejale respirar un poco.- dijo Bob mirando a August.- Entonces... ¿cuál es tu nombre?

Connor cerró los ojos y bajó la cabeza, para después decir...

- Mi nombre es...

Levantó la cabeza, abrió los párpados y al hacerlo, sus ojos se habían vuelto totalmente negros y una sonrisa se había dibujado en su rostro.

- Azel Roth.

Decenas de gritos comenzaron a escucharse a lo largo del extenso pasillo de celdas, gritos que de vez en cuando eran sustituidos por crujidos de huesos. Sangre salía despedida y caía sobre el pasillo, mientras todos los presos escuchaban incrédulos aquellos desgarradores chillidos de dolor. Pero estos tan solo duraron unos segundos, para después dar lugar a un profundo silencio, únicamente interrumpido por el ruido que hacía la sangre al gotear contra el suelo.

Cuando un grupo de cinco policías llegaron a la celda, lo que se encontraron fue desgarrador:

Bob se encontraba tirado sobre el suelo, con su espalda totalmente partida y su cráneo abierto en dos, envuelto en un denso charco de sangre. Por su parte, el cuerpo decapitado de August estaba apoyado  sobre la pared, con su cabeza colocada sobre una de las almohadas. Y mientras tanto, Connor se encontraba tumbado en la cama y inmerso en un plácido sueño.

 Y mientras tanto, Connor se encontraba tumbado en la cama y inmerso en un plácido sueño

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