Está entre nosotros.

43. Abrazo

Al ver a aquella mujer de nuevo, Selene comenzó a arrastrarse por la blanda nieve, tratando de alejarse lo máximo posible de ella. La nieve calaba por su ropa y llegaba hasta su piel, haciendo que sus huesos se congelaran. Comenzaba a sentirse totalmente fatigada y llena de angustia. El accidente había sido muy fuerte, dejándole varias heridas que sin duda tardarían en cicatrizar, y a eso había que sumarle el insoportable frío que aquel momento azotaba a Alaska. Mientras se arrastraba tratando de huir escuchaba a sus espaldas sus lentas pisadas sobre la nieve. Sabía que aquella silueta femenina no era más que fruto de su imaginación, pero no podía quedarse allí quieta observando como se le acercaba poco a poco. Debía alejarse mientras se esforzaba por hacerla desaparecer de su cabeza.

Pasaron largos segundos en los que el tiempo parecía no avanzar para Selene. A penas se había alejado unos metros del destrozado coche y seguía escuchando a aquella mujer seguirla de bien cerca. Estaba segura de que si se giraba, la tendría justo detrás. Deshizo esa idea de su mente y siguió avanzando lo más rápido que su magullado cuerpo le permitía. Pero de pronto, una voz conocida sonó a sus espaldas.

- ¿Selene?- dijo aquella familiar voz.

Acto seguido, Selene se giró a toda velocidad. No podía dar crédito a lo que había escuchado y menos crédito daba ante lo que vio al girarse.

- ¿Ethan?- preguntó Selene con su voz entrecortada.

Frente a ella, de pie sobre la nieve, se encontraba Ethan. La miraba con una cálida sonrisa en su semblante. Toda su ropa y rostro estaban totalmente limpios e impolutos. Parecía que había estado al margen de todo lo que había pasado aquellos fatídicos días. Un conocido y confortante aroma inundó el olfato de Selene, trasladandola a aquellos primeros días de relación con Ethan, cuando a penas tenían quince años. Lo recordaba todo, cada pequeño detalle y cada pequeño gesto.

Ethan se acercó lentamente a ella, sin dejar de sonreirle. Selene, la cual seguía totalmente maravillada ante tal aparición, se limitó a observar su acercamiento sin poder evitar llorar de la alegría.

Ethan se puso de rodillas junto a ella y sujetó sus dos manos. Selene se incorporó como pudo y apoyó su espalda en un tronco cercano. Pasaron varios segundos mirándose fijamente a los ojos. Selene quería detener el tiempo, petrificar aquellos instantes para jamás dejar de ver aquella sonrisa. Al huir de aquella granja pensaba que jamás volvería a verle, que  jamás tendría la ocasión de volver a estar junto a él. Pero en esos momentos lo tenía justo allí, arodillado frente a ella.

Ethan se abalanzó sobre Selene y la apretó en un cálido y cariñoso abrazo. Selene apoyó su cabeza en su hombro, para inmediatamente después no poder evitar llorar de la alegría. Apretaba su torso con cariño, tratando de notarle de nuevo junto a ella. Podía escuchar su respiración, notar como sus brazos rodeaban su cintura.

Pasaron largos minutos así, abrazada a él, sin querer soltarle jamás. Pero de pronto, Ethan le dijo al oído :

- Debo irme.