42. Tibia

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Selene comenzó a despertar poco a poco

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Selene comenzó a despertar poco a poco. Su vista volvía a sus facultades mientras su cabeza parecía a punto de explotar. Notaba un fuerte olor a gasolina y ha quemado, a la vez que el calor sobre su cuerpo era insoportable.

Cuando tras mucho esfuerzo consiguió despejarse totalmente, se vio a si misma boca abajo, pegada al asiento gracias al cinturón de seguridad. Miró a su alrededor y pudo ver un espeso humo negro que salía del capó y también apreció como una pequeña cantidad de fuego bailoteaba por encima de este capó. Al principio no recordaba como diablos había llegado a aquella situación tan desfavorable, pero de repente el recuerdo de a penas minutos atrás floreció en su memoria. Estaba conduciendo carretera abajo cuando aquella siniestra silueta femenina se le apareció enfrente, obligandole a hacer una arriesgada maniobra, la cual finalmente hizo que Selene se saliera de la nevada calzada y acabara rodando ladera abajo hasta que un firme tronco detuvo su descenso.

Varias zonas de su cuerpo le dolían muchisimo y sentía un fuerte picor en determinados puntos de su espalda, brazos y piernas. Pero sobre todo, su pierna derecha le dolía de forma brutal. No sabía que se había hecho en ella, pero tenía claro que le había quedado muy dañada.

Selene dejo de buscar en sus alrededores y trató de hallar la forma de salir de aquel coche. Si quería poder moverse debía quitarse el cinturón, lo que haría que se diera un buen golpe. Después de eso, debía terminar de romper alguna de las cuatro ventanas del coche, las cuales habían quedado prácticamente rotas. Debía actuar con rapidez , ya que de momento el fuego era pequeño y a penas se le veía chisporrotear por encima del capó  pero en cualquier momento se podía producir una pequeña explosión en el motor y hacer que el fuego cubriera por completo al coche. Pegó una última a sus alrededores ultimando las posibilidades de encontrar a la mejor solución posible y al confirmar que huir por las ventanas del coche era la única opción, apretó el botón de su cinturón de seguridad y cayó a peso sobre el techo metálico. El golpe no había sido demasiado, pero fue suficiente para que la ya muy dolorida Selene se retorciera de dolor algunos segundos. Aquella pierna derecha le dolía cada vez más, llegando incluso a hacerla marearse ligeramente. El dolor nacía su tibia principalmente, pero tenía la pierna muy afectada de forma general. Se pasó la mano con suma delicadeza por su pierna derecha y fue cuando supo que era aquello que tanto le dolía.

Selene palpó un trozo de hueso astillado, el cual salía desde la mitad de su tibia y había llegado incluso a atravesar su pantalón tejano. Notó una gran cantidad de sangre fluir por aquella herida, llenando su mano de sangre. Se había partido la tibia y seguramente también el peroné. Fue a partir de ese momento que el dolor de Selene en esa zona se multiplicó por diez y comenzó a chillar angustiada. Al despertar, el hecho de no saber que se había hecho tal lesión no evitó que le doliera, pero si que provocó que fuera un dolor mucho más llevadero. Pero ahora que había podido ver lo sumamente destrozada que había quedado su tibia el dolor era indomable. Gritó durante largos segundos mientras miraba horrorizada aquella lesión. Una profunda impresión y angustia comenzaron a adueñarse de su subconsciente, haciendo que parecía a punto de caer desmayada entre aquel cada vez mayor fuego y humo. Por suerte para ella, consiguió despejarse mientras mordía la manga de su casima. Avanzó arrastrando la espalda por el techo de aluminio del coche hasta llegar a ventana delantera izquierda. Por suerte para Selene este cristal ya estaba muy afectada por el accidente. Si aquel cristal estuviera intacto, sería casi imposible romperlos desde dentro. Selene comenzó a golpear la ventana con su pierna sana repetidas veces, haciendo que el cristal se agrietara todavía más bajo su suela. Hasta que finalmente, precedida por un estridente ruido de cristales, la ventana se partió en cientos de pedazos. Ya tenía vía de escapatoria y podía tener esperanzas de poder salir antes de morir quemada viva. El fuego, aunque todavía no era espectacular, ya había cogido tamaño considerable y amenazaba con crecer aún más. Selene se apresuró es deslizar su espalda por el techo del coche ayudándose de los asientos. Comenzó sacar su cuerpo por el interior de la destrozada ventana poco a poco. Lo primero que sacó fueron sus piernas y lo siguiente fue su torso. Fue entonces cuando Selene notó cientos de pinchazos en su espalda y costillas. Los recien partidos vidrios se le habían incrustado y cortado en la piel, haciendole sufrir un agudo dolor. Justo en el momento en el que Selene se detuvo unos segundos para recuperarse de estos cortes y perforaciones, se produjo una gran combustión en el motor y de él brotó una enorme llama. Ahora Selene tan solo podía ver por el cristal delantero fuego y más fuego, el cual no tardaría en cubrir el coche entero. Selene hizo un último y duro esfuerzo y consiguió finalmente sacar su cuerpo a través de la ventana. Ahora se encontraba sobre la gélida y espesa nieve, lo que hizo que sus músculos y huesos se contrajeran. Comenzó a deslizarse por la nieve mientras no despegaba ojo del coche, atenta a cualquier explosión o expulsión de fuego. Arrastrarse en aquellas condiciones era un auténtico calvario, pero su fuerte instinto de supervivencia le hizo poder hacerlo.

Cuando se encontraba lo suficientemente alejada del coche, se apoyó sentada con sus espalda pegada a un tronco de pino. Veía ante ellas las flagrantes llamas bailotear y chisporrotear sobre el ennegrecido coche. Necesitaba encontrar la forma de llegar de nuevo hasta la carretera y rezar para que por ella pasara algún coche dispuesto a ayudarla. Pero para poder moverse, debía primero colocarse bien el hueso de la tibia

Haciendo uso de sus carrera como auxiliar de enfermería, Selene colocó la tibia pegada al tronco, mientras ella se encontraba tumbada de costado sobre la nieve. Cuando tuvo la tibia totalmente apoyada sobre el tronco, cogió aire y trató de mentalizarse lo mejor posible sobre lo siguiente que iba a tener que hacer. Cuando se sintió preparada al cabo de más de medio minuto, Selene golpeó con un duro palmoteo su talón, haciendo palanca contra el tronco para introducir de muevo la tibia saliente en la carne.

Selene gritó desalmada mientras el dolor se apoderaba de ella. Pero todavía no había conseguido introducir el astillado hueso de nuevo a su lugar. Repitió el proceso varias veces entre gritos, dolor inhumano y lágrimas hasta que finalmente notó como su hueso entraba en la pierna.

Selene se tumbó sobre la blanca nieve  con sus brazos en cruz, asimilando todavía el tremendo dolor que sentía. Pasaron largos minutos así, mientras pensaba que iba a desfallecer por el dolor. No podía dejar de llorar y de gritar a causa de la terrible fractura que había sufrido y también como consecuencia a la recolocación que tuvo que aplicarse. De pronto, escuchó unos rápidos pasos a su espalda y al girarse, observó de nuevo a aquella figura que le provocó aquel accidente, la cual se acercaba a Selene lentamente con sus rojos ojos brillando en la oscuridad del gigante bosque.

 De pronto, escuchó unos rápidos pasos a su espalda y al girarse, observó de nuevo a aquella figura que le provocó aquel accidente, la cual se acercaba a Selene lentamente con sus rojos ojos brillando en la oscuridad del gigante bosque

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