Cuando estuve dentro, dejé con cuidado la bandeja en el escritorio y me recosté a su lado, apoyando la cabeza en mi mano. Sonreí al verla dormir tan plácidamente. Era tan dulce, tan hermosa, tan perfecta. No había otras palabras que la describieran.

Era un bello ángel sin alas.

Me acerqué un poco más a ella y comencé a acariciar su mejilla con el dorso de mis dedos. Me encantaba verla dormir, apreciar como a veces arrugaba levemente su ceño o como sus labios se entreabrían para soltar algún que otro suspiro. Se veía tan relajada, tan inocente.

Sin poder resistirme, bajé mi rostro hasta el suyo y deposité un pequeño beso en sus labios. Cuando me alejé, me encontré con sus bonitos ojos levemente abiertos mientras comenzaba a desperezarse. Debía decir que estaba bastante preocupado por como podía amanecer, ya que desde el incidente, no habíamos vuelto hablar sobre la discusión que tuvimos. Y el sólo pensamiento de que ella quisiera romper conmigo, me asustaba. Yo la quería mucho.

- Buenos días, princesa- susurré con una tímida sonrisa. Ella me saludó con su pequeña mano y siguió estirando sus extremidades. Su nariz se arrugó un par de veces y como si fuera un perro, captó el olor que desprendía el desayuno que le había preparado. Reí entre dientes y me levanté para ir a coger la bandeja. Me senté de nuevo en la cama y la deposité en esta. Eli se incorporó perezosamente y llevó una mano a su boca para cubrir un bostezo. Se sentó completamente con la espalda contra el cabecero de su cama y coloqué la bandeja cuidadosamente sobre sus piernas.

- Oh, Dios. Desayuno en la cama- susurró atónita llevando las manos a su rostro, exagerando su expresión de sorpresa. Sonreí de lado y pasé una mano por mi pelo. Parecía estar de humor- ¿Seguro que eres real?- me preguntó hundiendo su dedo índice en uno de mis hoyuelos. Sonreí aún más, cogiendo su mano, y la llevé a mis labios para besar cada uno de sus pequeños nudillos, cosa que le hizo soltar una adorable risita.

Entonces, su vista se posó en la rosa que descansaba en la parte superior de la bandeja y frunció el ceño divertida.

- ¿De dónde la has sacado?- me interrogó alzando una ceja en mi dirección. Sonreí inocentemente y me encogí de hombros.

- Soy mago- Eli rió y negó con la cabeza.

- Sí, una mago del robo, porque esta rosa se parece mucho a las que tiene mi vecina en la azotea- murmuró mirándome divertida y yo me mordí el labio para tratar de no reír.

- En realidad, parte del arbusto sobrepasa el muro y está dentro de vuestra azotea, así que, técnicamente, no la he robado- alcé las manos en forma de paz y Eli rodó los ojos divertida.

- Eres un caso perdido- susurró con una pequeña sonrisa mientras cogía la taza con el batido de chocolate. Dio un corto sorbo y luego relamió sus labios, disfrutando del dulce sabor del batido de chocolate. La observé con una sonrisa. Su obsesión con el cacao iba más allá que la obsesión que tenía mi madre con la cocina.

- ¿Cómo tienes el tobillo?- le pregunté después de unos cuantos minutos viéndola desayunar en silencio. Ella tragó la comida y miró su pie vendado. Yo hice lo mismo. Ya no lo tenía tan hinchado, pero seguía más ancho de lo normal. Seguramente su piel ya estaría adoptando el color rojo y morado tan característico de un moratón.

- Supongo que mejor, con las pastillas no lo siento- respondió encogiéndose de hombros despreocupadamente y volvió a su tarea de comer. Asentí y rasqué mi barbilla, pensando en como sacar el tema de la discusión de ayer. Temía que si lo hacía, volviéramos a pelear y eso era lo que quería evitar.

- Princesa...- la llamé cautelosamente. Ella dio otro sorbo al batido y me miró. Su mano derecha seguía entrelazada con la mía, así que comencé a acariciársela con mi pulgar- Siento todo lo que te dije ayer, lo siento mucho. Estaba enojado y no medí mis palabras. Estoy muy arrepentido, en serio. Sí que te necesito, lo hago, y mucho. Y no quiero que rompamos por una estupidez que he dicho y menos cuando no es verdad- me disculpé mirándola directamente a los ojos. Quería que supiera que verdaderamente estaba arrepentido y que todo lo que dije, en realidad, no lo pensaba, en absoluto.

Mi príncipe azul |H.S|Where stories live. Discover now