Capítulo 38 ~1a parte~

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Ansiedad y nerviosismo. Esas eran las palabras exactas con las que definiría como había pasado la noche. La excitación e histerismo por ir a Grecia, no me habían dejado conciliar el sueño en ningún momento.

Siempre había querido ir a ese maravilloso lugar, desde los ocho años concretamente. En esa época, Simón había estado estudiando todo lo relacionado con la mitóloga griega en el instituto y yo, ensimismada y atraída por esa cultura, comencé a investigar sobre ese país. Y me enamoró completamente.

A los diez años conseguí que mis padres me inscribieran en una academia para poder aprender el idioma y, aunque me costó mucho esfuerzo y mucho trabajo, logré aprender el bonito idioma que era el griego. Y a partir de ahí, fue cuando deseé con todas mis fuerzas ir a Grecia. Pero para mi desgracia, para cuando por fin toda mi familia lográbamos tener vacaciones, era temporada alta y los precios de los billetes de avión subían demasiado. Y no nos lo podíamos permitir.

Pero ahora que sabía que íbamos a ir, no estaba dispuesta a pasarme todo el día encerrada en la habitación con Harry como últimamente habíamos hecho. Iba a coger el primer mapa de la ciudad que viera e iba a ir de visitar sin descanso todos los monumentos y ruinas que pudiera.

Sonreí bobamente al imaginarme a Harry y a mí yendo de un lugar a otro. Visitando el Partenón o el Ágora Antigua o incluso si nos daba tiempo, el Teatro Dionisio. Moría de ganas por pisar tierra griega de una vez por todas.

Pero aquí estaba, en la cama, junto a Harry. Esperando impacientemente que se hiciera de día para poder coger el avión mientras el rizado soltaba algún que otro pequeño ronquido y me asfixiaba con sus brazos.

Suspiré frustrada por no poder conciliar el sueño y alargué el brazo hacia la mesita de noche. Tanteé con mis dedos en busca de mi teléfono y cuando lo encontré, lo cogí. Lo desbloqueé y sonreí victoriosa al ver qué hora era.

«¡Ja! Por una vez me adelanté a ti, maldita alarma. No te acostumbres»

Volví a dejar el teléfono sobre el mueble y sentí el brazo de Harry tensarse sobre mi cintura para acercarme más a él. Giré mi cuerpo, quedando de lado frente a él, y observé cada una de sus relajadas facciones. Sonreí. Parecía un adorable niño pequeño.

Levanté mi mano libre y peiné sus rizos hacia atrás para que no le molestara y pudiera seguir durmiendo. Bajé de nuevo mi mano y suspiré sin dejar de mirarlo. Parecía que este iba a ser mi plan hasta que la alarma sonara.

[...]

Una tan conocida y molesta melodía comenzó a sonar, haciéndome abrir los ojos y soltar un par de maldiciones. Ahora que por fin estaba comenzando a quedarme dormida de nuevo, tenía que sonar la estúpida alarma.

Bufé y a tientas, cogí el teléfono. Deslicé el dedo por la pantalla, desactivando la alarma, y la horrible musiquita dejó de sonar. Volví a dejar despreocupadamente el teléfono en el mueble y miré a Harry, esperando verlo despierto, pero me equivoqué. Seguía plácidamente dormido.

Una idea brillante cruzó mi mente al verlo tan indefenso y sonreí traviesamente.

«Hora de levantarse» canturreé mentalmente.

Con cuidado de no despertarle, me deshice de su agarre en mi cintura y me senté sutilmente a horcajadas sobre él. En un principio había pensado en despertarle a cojinazos, pero sabía por experiencia propia que no era muy agradable, así que decidí despertarle como a mí me gustaba que él lo hiciera: con besos.

Me acomodé un poco por encima de su entrepierna y me agaché, dispuesta a darle el mejor despertar posible. Enterré mi rostro en su hueco y mis labios atacaron su cuello. Besé y mordisqueé repetidamente cada parte de su zona sensible mientras Harry suspiraba, al parecer, en sueños.

Mi príncipe azul |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora