Capítulo 39

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(AVISO: Este capítulo tiene contenido sexual. Leer bajo vuestra responsabilidad)

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Narra Harry

Una fuerte luz que entraba por la gran ventana en frente de la cama me despertó. Gruñí molesto y giré mi cuerpo, quedándome boca abajo sobre el colchón. ¿Por qué ayer no se me ocurrió cerrar las cortinas?

Busqué a tientas mi teléfono bajo la almohada mientras escuchaba el agua de la ducha correr. Abrí los ojos y parpadeé hasta que mi vista se acostumbró a la luz de la mañana. Desbloqueé la pantalla para poder ver la hora y sonreí tontamente al ver el fondo de pantalla que había puesto ayer. En ella salía Eli, apoyada en la barandilla de la vieja terraza, observando el paisaje. La verdad es que esa era una de mis fotos favoritas. A parte de que Eli estaba preciosa con el vestido que había decidido usar, la luna se reflejaba en el calmado mar y las luces del pequeño pueblo adornaban el fondo.

Volví a bloquear el teléfono y lo dejé de nuevo bajo la almohada. Oí como el agua dejaba de correr y sonreí al recordar que ahora tenía novia.

Estaba feliz, que digo feliz, estaba eufórico. Todavía no me creía que Eli había aceptado mi propuesta de ser pareja.

Debía admitir que durante toda la cena había estado repasando una y otra vez lo que iba a decirle y eso me había puesto mucho más nervioso. Pero cuando Eli aceptó, usando la palabra más bonita que existe y me dedicó una de sus radiantes sonrisas, todo mi nerviosismo y preocupación desaparecieron y fui el hombre más feliz del mundo.

Esto no podía ir mejor.

Salí de mi pequeño trance y después de examinar la habitación, solté una risita al ver que sobré de la mesita de noche de Eli yacían un vaso medio lleno de lo que parecía ser café vacíos y al lado, un bol y una caja de cereales.

Reí al imaginarme a Eli sufriendo un ataque de histeria por no poder sacar el collar de su cuerpo. Todavía recordaba el rostro de horror que puso cuando le dije que se había tragado un colgante. Y yo tampoco me quedé atrás. Nunca me imaginé que se bebería el champagne de golpe y mucho menos que ingeriría el accesorio. Gracias a dios que Gemma me obligó a comprar el más ligero y pequeño que había porque sino, la cena hubiese acabado en desgracia.

La puerta del baño se abrió y yo giré mi rostro hacia el ruido. Me mordí el labio al ver a mi chica salir con una simple toalla que le llegaba a medio muslo y con el pelo suelto y húmedo.

¿Por qué mierda le había dicho que podía esperar respecto al sexo? Si sólo con verla así me entraban ganas de arrancarle la toalla y follarla toda la noche contra la pared.

Inspiré hondo tratando de calmar mis ansias y le sonreí cuando sus ojos conectaron con los míos.

- Buenos días- saludó un poco tímida.

- Hola, princesa- le devolví el saludo con la voz todavía un poco adormilada. Ella sonrió y caminó hacia la cama.

«No le mires las piernas, no le mires las piernas, no le mires las piernas...Mierda»

Levanté la vista de sus bronceadas piernas rápidamente y ella se sentó a mi lado, al borde de la cama. Sus dedos comenzaron a acariciar mi espalda desnuda y un escalofrío recorrió mi espinal dorsal.

- ¿Te ha gustado el collar?- pregunté divertido, girando mi cuerpo, quedando ahora boca arriba. Eli soltó una risita.

- Veamos...Ya me he tomado mi segundo café, así que...- fingió pensar por un momento y ajustó su toalla un poco por encima de sus pechos- Dentro de quince minutos lo sabremos- bromeó sonriendo de lado. Solté una carcajada y negué con la cabeza divertido. Se había tragado un colgante y aún así, seguía con su sonrisa y sus bromas. Por eso la quería tanto.

Mi príncipe azul |H.S|Where stories live. Discover now