Después de eso, Lauren no volvió a sacar el tema y solamente siguió molestándola, pero ambas se reían. Ella también estaba feliz de que Camila estuviera ahí, realmente era perfecto poder pasar tiempo con ella después de haberla extrañado tanto.

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Con las bolsas de las compras en brazos, ambas subieron al piso donde sus departamentos estaban, Camila abrió torpemente la puerta y antes de entrar, escuchó el nombre de Lauren de una voz que no conocía. Se dio la vuelva para encontrarse con una chica de cabello algo castaño, cejas finas y una leve sonrisa que era demasiado hermosa aunque probablemente ella no quisiera que se vea así. Tenía pantalones que le quedaban algo grandes y una remera de mangas largas ajustada a su cuerpo dejando ver lo delgada que era. Parecía recién despertar y aun así se veía bonita. Camila no iba a mentirse a ella misma respecto a quien obviamente era la compañera de departamento de Lauren. Ella era hermosa y hasta pensó que más que ella.

Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue la incomodidad de ambas al encontrarse, lo que provocó un dolor en su pecho al pensar que algo podía estar pasando, se sentía molesta.

—Hola, voy a salir un rato.—Le avisó a la oji verde y luego se fijó en Camila.—Hola.—Camila le mostró un intento de sonrisa como forma de saludo.

—Bueno... Está bien.—Miró a Camila que seguía observando la escena.—Ella es Camila. Camila ella es Maia Mitchell, mi compañera de departamento.

—Ah. Hola.—Volvió a mostrarle una pequeña sonrisa y Maia asintió levantando su mano como forma de saludo, nuevamente.

—Hola Camila.

El silencio que se generó hizo que Lauren deseara estar mil metros bajo tierra. Agradeció cuando Maia se despidió y sin más salió con un abrigo en manos directamente hacia las escaleras dejándolas solas nuevamente.

Entró detrás de Camila al departamento y en silencio fueron sacando las compras de las bolsas y comenzaron a guardar y ordenar todo el su lugar. Lo único que se escuchaba en el lugar eran las puertas de la alacena abrirse y cerrarse, las latas chocando entre ellas mientras eran acomodadas sobre la mesa y el ruido de las bolsas.

Camila tomó una caja de pizza lista, la cual solo debía meter en el microondas, lo cual tenía y seguramente Lauren había dejado para ella como muchas otras cosas que era obvio que el dueño de esos departamentos no les daría. Así que metió la pizza al microondas y se giró para ver a Lauren con las manos en los bolsillos de los pantalones.

—Gracias por acompañarme y pasar el día conmigo.—Dijo y volvió a terminar de guardar algunas cosas.

—De nada.—La oji verde la observó por algunos segundos y luego hizo que se detuviera, le sacó la lata de tomates que tenía en la mano e hizo que la mirara.—Te conozco, sé que piensas que algo pasa, pero no es así.

—No, seguro que no. La tensión se notaba de acá a Japón.—Alejó su brazo del agarre de Lauren.—Pero no importa, no tienes que darme explicaciones. Puedes hacer lo que quieras con quien quieras.

—¿Estás celosa, Camila?

—¡Claro que no!—Dijo casi indignada.

Se alejó de Lauren para seguir guardando las cosas que quedaban sobre la mesa y la escuchó suspirar fuertemente. Si no conociera a Lauren no se daría cuenta de nada, pero la conocía mucho y eso le dolía un poco.

—Ella y yo nos besamos una vez.—Dijo logrando que Camila se detuviera por unos segundos.

—Lo sabía, eres un asco mintiendo.—Su voz salió baja y más decepcionada de lo que hubiese querido.—Voy a desempacar mis cosas.—Dijo antes de salir de la cocina, pero en medio de lo que era la sala, Lauren la detuvo tomándola de la cintura. Creyó que la besaría, pero no hizo eso y se sintió más decepcionada que antes.

Plenitud {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora