Capítulo 16

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Camila recogió sus libros que estaban esparcidos por la cama de Lauren, quien estaba sentada y con la espalda apoyada sobre el cabecero de la cama sin decir nada por un largo rato.

Camila la había visto algo rara y cansada aquel día. Incluso no había intentado nada con ella, cosa  que pasaba seguido y cada vez que se juntaban a hacer alguna tarea que terminaba con ellas en la cama. Pero aquel día estaba diferente y Camila se preocupó un poco. Haciendo todo a un lado se acercó a Lauren que se abrazó a ella apenas de acostó a su lado, quedando con su cabeza sobre el hombro de Camila casi escondiéndose en el cuello de ésta. Sus brazos se aferraban a Camila como si su vida dependiera de ello, como si lo único que sabía hacer era aquello, como si no existiera nada mejor que abrazarla mientras sentía los brazos de Camila rodearla firmemente.

—Te prometo que voy a seguir con la otra parte del trabajo yo sola.—Murmuró.

—No importa. ¿Qué te pasa?—La voz de Camila fue suave.—Estás rara, hoy estuviste muy callada y algo ida. ¿Qué te tiene así, tan pensativa e ida?—Lauren suspiró cerrando los ojos y disfrutando de que Camila le estaba rascando la cabeza lentamente.

—Estoy cansada.—Dijo.—No estuve durmiendo mucho y entonces estoy con sueño, no presto mucha atención y por eso estoy ida como dices. No es que te ignore a propósito o algo así, solo estoy cansada.

—¿Por qué no estás durmiendo? No me dijiste eso.—Le dio un beso en la frente.

—Estoy soñando a mi madre muy seguido y si no es eso, son pesadillas horribles.—Dijo con cierto tono de tristeza en su voz, lo cual hizo que Camila  frunciera el ceño. Aunque hasta sintió más cariño por Lauren, era tan linda y adorable a veces. Cuando no estaba de mal humor, claro.

—¿Quieres hablar de eso?—Lauren se quedó en silencio por varios segundos simplemente debatiendo internamente sobre si debía o no hablar con Camila, sobre si debía contarle cosas sobre su madre, sobre su vida. Por supuesto no era fácil porque era algo y alguien que la había lastimado mucho, pero para su suerte tenía a alguien como Camila en su vida.—Puedes decirme lo sea y de lo que quieras, tómate el tiempo que necesites, Lauren. Estoy aquí y no tengas miedo de nada, no voy a juzgarte, solamente voy a escucharte y si me permites luego puedo decirte lo que pienso.

Lauren se sentía la chica más afortunada del mundo. Esa morena era todo lo que necesitaba, pero aún le costaba un poco aceptarlo.
Tal y como Camila le dijo, se tomó el tiempo necesario para poder hablar cuando se sintiera lista. Su voz salió en voz baja y un poco triste mientras se  abrazaba a Camila y Camila la abrazaba a ella.

—Los sueños son raros. No sé, a veces son cosas lindas y otras malas. La cuestión es que me despierto luego de un par de horas de sueño y después no puedo dormirme más, tampoco es que quisiera. No quiero soñarla, no me gusta.—Camila se quedó dándole tiempo a Lauren que comenzaba a respirar un poco más fuerte al estar nerviosa.—No quiero acordarme de ella… Todos los buenos recuerdos cada vez son menos, solo pienso en lo malo, en el mal que me hizo y hasta siento rencor. Pero no quiero que las cosas sean así, no quiero soñarla, ni recordarla, solamente quiero estar un día en paz, quiero que mi mente esté tranquila por una vez en años.

—¿Quieres hablar de eso? Quizás si sacas todo lo que quieres decir, todo lo que pasa por tu mente, puedes sentirte mejor. Solo si quieres, bebé. Sabes que estoy aquí y voy a escucharte todo el tiempo que necesites, no voy a irme hasta que me prometas que estás bien.

Lauren suspiró y pensó en sus siguientes palabras.

—Es que al principio las cosas estaban bien, mi madre se preocupaba como siempre por mí. A pesar de estar mal porque mi padre se había ido, recuerdo que ella nunca me dejó a un lado, me cuidaba como siempre lo había hecho. Pero el tiempo iba pasando y demasiado rápido para mí, ella ya no estaba tanto porque trabajaba, o eso me decían. Un día la vi llegar a la casa de mis abuelos y estaba extraña, mis abuelos le pedían que se vaya de la casa y cuando iba a salir para defenderla ella les gritó cosas horribles.—Tragó saliva y Camila siguió acariciándola para que se tranquilizara.—Eso sucedía seguido y era horrible. Mis abuelos solo querían cuidarme mientas que a ella solamente le importaba su puto trabajo, que no era trabajo. No sé que hacía, pero no me importaba hasta que lo supe y fue demasiado tarde para intentar ayudarla o no sé, hablarle. Ya no teníamos una relación sólida, a veces la veía y cuando la veía era como si no estaba. El día del accidente iba ebria, estaba tan borracha que seguramente ni siquiera sabía lo que hacía.

Plenitud {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora