Capítulo 14.

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Este capítulo se lo dedico a mi querida amiga Nadia, que me ha estado presionando social y públicamente para actualizar pianist. Te quiero!  ❤


Cuando Jungkook cogió una bocanada de aire para llenarse los pulmones, llevaba cinco minutos convencida de que se había muerto, tirada y llorando al lado del que creí su cadáver.

Tosió con fuerza e intentó ponerse de pie. Cuando se dio cuenta de que le era casi imposible, dejó caerse sobre el suelo de gravilla de golpe, rechinando los dientes al rozar la herida del brazo contra el suelo. Luego, abrió los ojos poco a poco, mirándome a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola.

Su voz sonó como el murmullo del viento, ronca y casi inaudible.

Estuve a punto de golpearle.

—Eres un hijo de puta, ¿escuchaste?—le chillé enfadada. Fruncí el ceño cabreada, con la mandíbula tensa y maldiciendo por lo bajo—. ¡Que te acabas de caer de un caballo al galope, además estás herido y sangras mucho! Llevas diez minutos inconsciente, de los cuales, cinco llevo llorando como loca porque pensé que te habías muerto. ¡Y sólo se te ocurre decir "Hola"!

—¿Qué quieres que diga?—su voz, esta vez un poco más audible, seguía sonando ronca. Se revolcó sobre la gravilla hasta que consiguió apoyar la cabeza en mis piernas dobladas sobre el suelo—. ¿Quieres que te diga que me duele el brazo como si me lo hubiesen arrancado sin anestesia? ¿O que me duelen las costillas como si me las hubiese roto todas? También creo que me he roto las dos piernas.

—¡¿QUÉ?!

De nuevo, sentí una presión en el pecho que me hizo casi imposible respirar.

Sin embargo, contrariamente, Jungkook sonrió.

—No, es broma. Las piernas las tengo bien—las levantó en el aire de una forma infantil y cómica, y desde abajo, su sonrisa se extendió hasta entrecerrar los ojos—, sin embargo, siento que las heridas del brazo y las costillas no van a tener buena pinta. No quiero verlas, tengo miedo.

Hubo algo en los ojos entrecerrados de Jungkook, teñido en el dolor de la oscuridad de su mirada que detonó miedo.

Ignorándolo, aparté la cabeza de Jungkook de encima de mis piernas y me levanté, buscando con la mirada a ambos caballos. Caminé hasta ellos y a duras penas los arrastré de las riendas hasta Jungkook.

—Súbete.

Jungkook suspiró y cerró los ojos.

—No creo que pueda.

—¿Por? ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño en algún otro lado?

Jungkook negó con la cabeza y yo ladeé el rostro, pasando por entre los dos caballos. Me aferré a las riendas como si mi vida dependiese de ello y miré fijamente a Jungkook.

De repente, el moreno soltó una carcajada.

—Creo que me voy a desmayar.

—En serio, Jungkook. Súbete al caballo. Estoy asustada, quiero irme a casa.

—Yo también te estoy hablando en serio.

A medida que la frase iba terminando, la vocalización de Jungkook se volvió más torpe, y de repente, su rostro se giró hacia un lado, como si se hubiese quedado dormido de repente.

Esta vez, cuando lo llamé por su nombre y no respondió, no me asusté.

"Aiko, quiero ir a montar a caballo. En quince minutos en tu casa. Seguro que Taehyung está enamorado de ti. Aiko, te quiero. Aiko, mira, se montar a caballo sin manos. Aiko, mira, me he dejado los piños en el suelo"—susurraba entre dientes haciéndole burla al moreno. Mientras, me sacaba el móvil del bolsillo, marcando el número de mi hermano—. Gilipollas, que eres gilipollas. A la próxima vamos a tomar un café, a ver si ahí encuentras la manera de matarte.

pianist ♨ j.jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora