Capítulo 6.

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El suelo de la cocina estaba frío en comparación con mis pies descalzos.

Estiré el brazo tratando de alcanzar el paquete de cereales del estante de arriba, y al darme cuenta de que en absolutamente ninguna de las posturas que probé alcanzaba los cereales, me conformé con el paquete de Doritos que había debajo.

Con toda la fuerza que fui capaz de reunir, abrí la bolsa tras varios intentos fallidos y me dispuse a comerme el primero de los Doritos.

El ruido de la puerta principal interrumpió mi asalto a la cocina, dándome por hecho que mis padres ya habrían llegado de alguna de sus cenas con sus amigos.

Con mi pijama de seda y encaje me dispuse a cruzar el pasillo que llevaba desde la cocina hasta las escaleras principales, pasando por la puerta por la que mis padres habían entrado.

Me metí los tres primeros Doritos en la boca, disfrutando del sabor a comida chatarra.

—¡Aiko! ¿Qué son esas pintas?

—¿Qwe pintdas?

—Oh Dios mío, qué vergüenza.

Volví a meter la mano dentro de la bolsa de Doritos, llevándome otros dos a la boca y disponiéndome a subir las escaleras.

—Hola, Nakamoto Aiko.

Uy.

Qué fallo.

La familia Jeon estaba al completo en el hall de entrada de mi casa.

Y yo estaba en un corto y fino camisón de seda rosa y encaje.

Frente a Jeon Jungkook.

—¡Pero por qué no estás vestida!

—¿Qué?

Mi cara de confusión probablemente solo hizo que mi madre se cabreara más.

Las orejas de mi madre estaban empezando a enrojecerse, y aquel tic nervioso que tenía en el ojo derecho cuando se enfadaba, había hecho acto de presencia.

—Hermanita, ¿qué haces que no estás vestida adecuadamente? ¿O es que piensas recibir a los Jeon con esa ropa?—me giré de golpe, observando a mi hermano enfundado en un traje azul marino, asomando el rostro sobre el pasamanos de las escaleras—. Te dije que hoy los Jeon venían a cenar, y te dije que mamá te quería bien vestida.

No me dijiste nada, Nakamoto Puto Kai.

Fruncí el ceño, a sabiendas de que discutir con mi hermano sobre si me había notificado o no sobre la cena con los Jeon era inservible.

—No pasa nada, no hay problema con esa ropa...

Mi hermano se rió ante el comentario de Jungkook, y no pude evitar disfrutar con el sonido de —probablemente— la mano de la madre de Jungkook estampándose contra la nuca de su hijo.

Me giré con una sonrisa inocente atravesando mi rostro y agarrando más fuerte la bolsa de Doritos.

—Si me permitís, me gustaría ir a cambiarme de ropa.

Me di media vuelta y subí las escaleras corriendo, tratando de ignorar a mi hermano y a su sonrisa burlona.

—Y si me permitís, yo acompañaré a la señorita.

De espaldas a todos los presentes, conseguí ocultar cómo mi rostro se teñían de rojo por la vergüenza.

Sentí los zapatos caros de Jungkook tintinear sobre la alfombra de las escaleras, y sin mirarle al rostro, caminé por todo el pasillo hasta llegar a la puerta de mi vestidor.

pianist ♨ j.jungkookWhere stories live. Discover now