Capítulo 37 ☺

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Capítulo 37 ☺

Mis guantes personales se habían quedado en mi mochila allá en mi dormitorio. Por obvias razones, no volvería por ellos; justo por eso, habíamos sacado del armario del gimnasio dos pares de guantes prestados. Eso y cuatro vendas necesarias para los vendajes de los nudillos.

Llevaba tanto tiempo de práctica en esto, que ni siquiera necesitaba ayuda para vendarme yo misma los nudillos. En cambio Nick era un desastre.

—¿Sabes? No creo que esto sea así— acotó Nick frunciendo el ceño— Mis manos se están empezando a dormir y ya casi no las siento.

Me palmeé la cara ocultando mi risa al ver el desastre con patas que era Nick vendándose las manos. Éste se había enredado las vendas con tanta fuerza que sus dedos estaban morados y para colmo se hizo un nudo para abrocharlas, mandando a la mierda el broche.

—A ver, déjame a mí— me acerqué a él.

Con las uñas le desabroché el tremendo nudazo que se había hecho con los extremos de la venda y desenvolví sus manos. No necesitaba más de dos minutos para hacerlo correctamente.

—Ya está.

Ambos nos  colocamos los guantes y caminamos hasta el centro del ring. Había dejado las pantuflas mojadas en la esquina, por lo que me encontraba en calcetines. Era un poco extraño.

Nick caminó unos pasos más hacia mí, negándose a colocarse en donde debería.

—Oye, tramposo— lo llamé—. Regresa a tu lugar.

Nick rió al escuchar cómo lo había llamado… pero no movió ni un dedo.

Rodando los ojos, me acerqué a él para tomarlo por los hombros y conducirlo a su “lugar”.

—¿Qué? ¿Ahora quieres bailar?— preguntó sonriente, debido a la manera en la que estábamos parados.

—Qué payaso eres— dije volviendo a mi lugar del ring—. Bien, ya está. Si tú ganas, yo me cortaré el cabello a tu gusto, pero si yo gano, tú te raparás.

Nick asintió.

—De acuerdo. Pero, ¿por qué no poner esto aún más interesante?— preguntó.

Entrecerré los ojos, confundida.

—¿A qué te refie…?

—El primero que caiga al suelo pierde— me cortó él.

Solté una risita tonta.

—¿Es enserio? ¡Oh, vamos! Por favor dime que no acabas de decir eso— pedí aun riendo; eso sería pan comido—. Pero bueno… ya que insistes.

Pobre Nick.

Perdería su cabello.

Y yo me iba a reír mucho.

—Genial— respondió él mirándome alegremente.

—Empecemos… sube tu guardia ¿quieres?

Haciendo lo mismo que Nick, subí mi guardia y coloqué un pie detrás y uno delante para mantener mejor el equilibrio.

Duramos unos segundos así, sin hacer realmente mucho. Nick comenzó a caminar y yo sólo lo seguía con la mirada desde donde me encontraba.

—¿No te piensas mover, Marine?— se burló él.

Me volví hacia él sin quitar mi guardia.

—Marcus me lo recuerda diario— murmuré.

Jamás solía moverme demasiado en el ring. No me gustaba.

Let it GoWhere stories live. Discover now