Capítulo 49

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Todos los músculos de la animadora se tensaron.

- No deberías soltar esas palabras a la ligera- le advirtió ella. No es que no se esperara las palabras del pelirosa, de hecho, prácticamente se lo había imaginado cuando el chico se había presentado en el jardín de su casa a esas horas de la noche.

Había estado esperando esas palabras tantísimo tiempo, había imaginado tantísimos escenarios diferentes en los que el chico se podía declarar y había ensayado tantísimas respuestas afirmativas a su declaración que ahora se había quedado muda. Algo en su interior se había sacudido violentamente. Si esta misma situación hubiese pasado dos años antes probablemente ella habría saltado por el balcón sin precaución alguna y ahora, con un poco de suerte, estaría en brazos del pelirosa.

Eso es lo que habría pasado dos años atrás, cuando ella era una chica sana y ciega. Ahora no tenía la respuesta tan clara.

- Tengo la sensación de estar dentro del cuento de Pedro y el Lobo: Has dicho esas mismas palabras a tantas chicas antes de yo, que ahora no las puedo tomar a la ligera. Te he dado muchas oportunidades y lo único que has hecho tú es mandarme señales confusas: un día eras el mejor chico del mundo y al día siguiente me enteraba de que la tarde anterior te habías tirado a la guapa de turno- la voz de Victoria, que hasta ahora se había mantenido imponente, empezaba a flaquear- No puedo decir que no te quiero porque sería mentirme a mi mima, y eso ya lo he hecho demasiado. Pero no puedo aceptar una relación contigo si no tengo cierta seguridad de que no volverás a hacer lo mismo y, en este preciso instante, no sé si puedo confiar en ti.

La cara de Harley era todo un poema digno de certamen. Pese a la intensa charla con Silvia no habría imaginado esa reacción por parte de la pelirroja, ni mucho menos su respuesta. Normalmente las chicas con eso ya estaban a sus pies (si no habían caído antes, claro), probablemente esa era una de las muchas razones por las que le gustaba Victoria: No se parecía a ninguna otra chica.

- Entonces la cosa es sencilla- dijo él con su habitual pose de despreocupación- Si tu me quieres y yo te quiero no hay más que hablar.

- ¡Te lo acabo de decir, no es todo tan se- intentó replicar la otra.

- La cosa es que tú no quieres que sea sencilla. Tienes miedo y yo...- dijo intentando buscar sus palabras en el césped con una mirada frenética y luego levantando la cabeza- lo entiendo perfectamente.

Ahora los papeles se habían intercambiando, cosa que no le hacía especial gracia a la pelirroja.

- Por eso déjame ayudarte. Déjame estar a tu lado y dedicarte tiempo. Déjame cubrir tus cicatrices y sanar aquellas heridas que yo he causado- dijo haciendo memoria del consejo de Silvia- Te prometo que puedes confiar en mí y que me tendrás a tu lado esta vez, te prometo que no te defraudaré.

Una vez más esta noche, Victoria se había quedado sin palabras. Solo pudo que agarrarse a la barandilla de su balcón y soltar un profundo suspiro. Empezaba a hacer un poco de frío pero eso no le molestó, todo lo contrario, le ayudó a recordar donde estaba. Ahora era el momento, ya no podía huir más. Por sorprendente que parezca, el pelirosa estaba en lo cierto por una vez en su vida. Ella tenía miedo de confiar en alguien más allá de sus amigas más cercanas y su familia. La última vez que lo había hecho había acabado ingresada con un grave caso de anorexia y había sido obligada a dejar el fútbol.

Pero ¿sabes qué? Lo siento mucho, anorexia, pero por esta vez voy a intentar que no controles mi vida.

- De acuerdo, confiaré esta vez en ti Harley. Demuéstrame que el chico de hace dos años no ha muerto y que no me decepcionarás- sonrió ella.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2017 ⏰

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Crónicas de un Pegaso (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora