053 | Inconmensurable

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—¡Las cebollas no se pelan solas, Beas...! —La puerta de la habitación de huéspedes se abre a la velocidad de la luz, revelando a un Bill Shepard con delantal floreado y una expresión nunca antes vista.

Las palabras mueren en la punta de su lengua en el segundo en que sus ojos acaramelados caen sobre nosotros. Detrás de él aparece una Harriet realmente agitada, como si hubiera corrido a lo largo de las escaleras para impedirlo. Jamie hace acto de presencia con un cucharón de salsa en mano, y en cuanto sus ojos nos encuentran, se abren de par en par, levanta el utensilio sobre la cabeza de Bill y veo la intención en su mirada.

Dudo que mi padre quede inconsciente por un golpe hecho por un cucharón de salsa.

¿Dónde está Zoe con el vodka cuando se la necesita?

—Ni se te ocurra —gesticulo mirando a la pelirroja y alejándome de Malcom lentamente. Cualquier movimiento brusco puede detonar la bomba dentro de Bill Shepard—. Papá, ya hablamos de esto, ¿recuerdas? —inquiero trasladando mis ojos al hombre a solo pasos de nosotros—. Digerir, aceptar y superar —digo trayendo las palabras al presente.

—Es complicado digerir algo cuando ni siquiera te lo has comido, hija —replica entre dientes. Sus ojos están fijos en el número veintisiete, y tengo el presentimiento de que está pensando en Malcom como sinónimo de carne—. ¿Sabes a qué velocidad puede viajar el puño humano, Beasley? —inquiere y, como buen sabelotodo, Malcom está a punto de responder—. Bueno, lo averiguarás si no llevas tu trasero a la cocina y comienzas cocinar. —Eso es lo que se necesita para que trasero europeo mantenga la boca cerrada—. Créeme, es mejor derramar lágrimas por una cebolla que por un puñetazo.

Malcom, tal rayo McQueen, se precipita por el pasillo. Sin embargo, soy consciente de las palabras que mi padre añade en voz baja cuando pasa por su lado: «Tenemos que hablar más tarde, hablar de verdad».

Sus ojos recaen en mí por última vez antes de girarse sobre sus pies y salir de la habitación, dejándome a solas con Jamie y Harriet.

—Eso no salió bien —reconozco.

—Deberías haberme dejado golpearlo —replica la pelirroja dando pequeños golpes con el cucharón en su mano.

—Por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con Jamie —añade la futura abogada con la respiración acelerada.

Pasos vuelven a escucharse desde las escaleras y las tres nos tensamos.

—¿Qué hacían todos aquí arriba? ¿No van a cocinar? —inquiere Zoe asomándose por el pasillo y observándonos con curiosidad—. Tengo un hambre de muerte —añade arrebatándole el cucharón a Jamie para llenar su pequeño dedo con la salsa que aún queda en el utensilio.

—No digas eso, Zoe —la reprocho al oírla utilizar tal expresión—. Suena realmente feo, y sabes que a tu madre no le agrada que digas cosas como esas.

—Lo siento —se disculpa llevándose el dedo a la boca—. Estoy realmente alcoholizada —se corrige sin entender a lo que me estoy refiriendo.

Bueno, Zoe es Zoe, no hay mucho que se pueda hacer al respecto.

—Deberíamos bajar —murmura Harriet recuperando el aliento—. Escuché el auto de Ben afuera y eso quiere decir que los Jaguars están llegando. —Soy testigo del leve sonrojo en sus mejillas—. Además, no es seguro dejar a Malcom a solas con Bill, no con lo que acaba de suceder.

—Buen punto.

***

—Touchdown! —La multitud de jugadores amontonados en mi sala grita de forma eufórica cuando Alex Smith anota, estableciendo la victoria definitiva para los Kansas City Chiefs.

TouchdownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora