038 | Indemne

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KANSAS

Era bastante obvio que Gabe no iba a formar parte del equipo de Betland.

Sin embargo, se las arregló para ser uno de los tantos protagonistas del juego: el comentarista deportivo. Siendo honesta no me sorprende. Él empezó con la carrera de periodismo en Utah, y omitiendo su año sabático, tiene algo de experiencia. Admito que no me fío mucho de él con un micrófono en mano.

Sobre una pequeña plataforma a unos pies del lateral izquierdo del campo, una mesa y dos sillas son ocupadas por dos individuos bastante familiares. Ambos están con micrófonos de escritorio frente a ellos listos para comenzar el relato más esperado del sábado.

Uno es Hyland, quien no ha podido contenerse y ha largado un comentario que ofendió a varias mujeres de la mediana edad. La persona a su lado es inconfundible por su cabeza que es, literalmente, una masa de rizos castaños. Ese desastre de cabello lleva nombre y apellido: Claire Whittle.

—¿Lo besaste? ¿En el cementerio? ¿Mientras llovía? ¿Al lado de la tumba de su padre que por cierto podría no estar muerto y él no lo sabe? —Jamie no hace pausa alguna al expulsar pregunta tras pregunta mientras se deja caer en la banca—. Eso es aterradoramente caliente.

—¿Caliente? —dice Harriet prácticamente escupiendo la palabra, sentada a mi izquierda—. ¿De todos los adjetivos con los que podrías describir la situación solo se te ocurre decir caliente? —inquiere con el ceño fruncido, incrédula—. No sé qué es peor, tu falta de vocabulario o el hecho de que Kansas negara sentir algo por Beasley cuando los hechos muestran todo lo contrario.

—Ya habrá tiempo para ampliar el vocabulario de Jamie y reprocharme por esconder mis sentimientos, pero ahora vamos a concentrarnos en lo importante —intervengo observando la forma en que los Jaguars entran en calor. Al otro lado del campo el entrenador de los Warriors, el árbitro y Ottis con mi padre, y digo esto porque el pobre chico sostiene la laptop, discuten sobre el juego y términos futbolísticos que no soy ni capaz de deletrear.

—¿Qué es, exactamente, lo importante aquí? —pregunta la pelirroja jugando con el silbato alrededor de su cuello. No sé con precisión qué rol tomará esta noche, pero el hecho de que se haya puesto un conjunto deportivo rojo, zapatillas deportivas blancas y la gorra de la BCU deja mucho que pensar. Hasta se ha hecho una cola de caballo, lo cual está estrictamente prohibido en el usual look de Jamie—. ¿El casamiento que Bill ni siquiera te comentó, Anneley y Sierra como tu futura familia, el padre de Malcom resucitando de los muertos como Sophia en The Walking Dead o...? —la detengo antes de que siga enumerando todas las cosas que salieron mal en mi vida.

—Me refiero a Galileo Lingard —aclaro desviando mis ojos hacia el quarterback de los Warriors.

Su nombre suena ñoño y a veces provoca risa la primera vez que lo oyes, pero la realidad es que el capitán del equipo contrario no tiene ni una pizca de ñoñez en todo su cuerpo. Es 5.9 pies de músculo y elegancia, y, aunque todos saben sobre su reputación, logra sacarle más de un suspiro a cada individuo.

O por lo menos a todo aquel que se encuentre atraído por el género masculino.

Mi padre, por otro lado, encabeza la lista de personas que quieren golpearlo.

Por primera vez me reconforta el hecho de que se encuentre postrado en una cama a varias millas de distancia, comiendo gelatina sin sabor y aprendiendo a utilizar algo tan simple como Skype, lo cual es todo un hallazgo tecnológico para las personas de su edad. De todas formas, teniendo en cuenta el revelador descubrimiento de que sabe analizar variables enviadas por un sostén deportivo a una computadora, se me hace fácil —y aterrador—, creer que puede manejar la tecnología de la nueva era.

TouchdownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora