—Feliz cumpleaños gordo — me abrazó Gabriela y Blake efusivas. Ahora entiendo, las mujeres fueron el cerebro de esta operación. Yo les devolví el abrazo y les besé sus mejillas, oí a mis mejores amigos refunfuñar pero me aparté de sus respectivas esposas. Amaba ver a mis amigos esclavizados por esas mujeres,pero supongo que ha de ser una buena condena para pagar. Se miran felices, yo quiero algo como ello.

Si quieres algo así, primero debes permitirte sentir algo.

—Tranquilos leones, siempre seré suyo —abrí mis brazos y mis mejores amigos se abalanzaron sobre mí. Yo reí—, internamente, me adoran y quieren dejar a sus respectivas novias para estar conmigo. Pero tranquilos, hay Devon para todos.

Todos empezaron a reír y acapararon mi atención. Felicitaciones, regalos, música y amigos, era para empezar un buen cumpleaños. Dentro de mí, quisiera que mi hermana estuviera a mi lado, pero la quería proteger del mundo en el que vivo. Ella es inocente, esté mundo se la comería viva como lo han hecho conmigo y no es lo que quiero, yo quiero que viva tranquilamente, ha tenido suficiente del pasado.

Todos venían acercándose a mí, para robarme un poco de mi tiempo. Menos una cabellera rubia, con un bikini negro, al lado del bar. Las voces pasaron a segundo plano y mi vista se enfocó en un solo objetivo.

Mi mente se fue desconectando poco a poco de todos y me abrí pasó a la multitud. Quería ver su rostro, otra vez. Sólo esperaba que fuera ella.

La había estado buscando, pero era como si ella se hubiera desaparecido del mapa. Ni su nombre supe.

Su espalda estaba llena de lunares, su pelo caía por sus hombros, ahora estaba corto y brillaba con la luz del sol. Tenía a varios hombres alrededor y penetrantes miradas sobre ella. Sentí un nudo en mi garganta. Eran... ¿Celos? Imposible, Sólo una vez habíamos hablado. Y me dejó con la boca abierta y buscándola cuarenta minutos en internet.

Y no mentiré. No fue amor a primera vista, tampoco deje de estar con mujeres por ella. Simplemente... siempre estaba en mis pensamientos, la recordaba y quería probar sus labios, quería tocar su cuerpo, quería conocerla, deseaba poder sentirla, piel contra piel.

Esperé a que estuviera sola, para poder ir a hablarle.

¿Y qué le podía decir? No, no, las palabras son un asco, mejor una sonrisa. Eso enamora a cualquiera. Puede funcionar, después de todo, quiero un buen regalo de cumpleaños.

Me acerqué lentamente, hasta ubicar mis manos alrededor de su cintura. Acerqué mi boca a su oído y dejé un beso en el lóbulo de su oreja para susurrar un: —Por fin te encuentro.

* * *

—¿Ahora me dirás por qué huiste ese día de mi? —ella me miró con una sonrisa y ubicó el pelo detrás de su oreja. Ambos estábamos en el borde del yate, habíamos nadado un poco y tal vez, besado, solo tal vez.

Y por fin supe su nombre.

Isabella, Isabella Aldana.

Hasta su nombre era hermoso.

¿Había algo horrible en ella? Ah, no le gusta el gluten y eso que yo soy un perfecto chef de panes, sándwiches y paninis. Podría prepararle un devon a la chimichurri sin gluten. No sé dónde putas venden pan sin gluten pero lo haría solo por ella.

Era un ángel de Victoria Secret, o hasta hace un año. Y vaya que sabía ocultarse de las cámaras.

—Como tú, no me gustan los compromisos... y huyes cuando sientes que algo está por amenazar —yo también quería huir ese día, pero algo me hacía permanecer en ese lugar, con esa hermosa rubia.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Where stories live. Discover now