—Por favor ayúdennos, no tenemos mucho tiempo para estar aquí con ustedes. Están masacrando a los nuestros, están principalmente detrás de nuestras cabezas, no quieren que ningún gobernante o heredero siga con vida – comunica la mujer con voz quebrada. Por alguna razón se podía sentir cómo se sentía con tan solo mirarle.

—Hemos pedido ayuda a varios reinos y planetas pero no mostraron interés alguno en mover un sólo dedo para ayudar, sin embargo es comprensible no querer arriesgar a los demás por cuidar de un sólo bebé. Nos han dicho que en el planeta Tierra podrían proporcionarnos ayuda. Nos han rechazado ya unas diez veces – ahora habla el hombre.

—Por favor ayúdennos y acepten cuidar de nuestro hijo hasta que sea tiempo de reencontrarnos. Sé que será difícil pero les suplicamos nos ayuden – concluye la supuesta reina juntando sus dos manos en señal de ruego.

Vaya. Pensó cada uno para sus adentros, seguramente el anhelo de tener un bebé era tan grande que incluso soñaban con cosas imaginarias donde literalmente les regalaban un hijo. Lástima que no fuese la vida real.

—C-claro, les ayudaremos y le daremos hospedaje a su bebé en nuestro planeta. Sin embargo necesitamos saber cómo lo debemos criar debidamente– responde Kathryn en sueños. Seguramente en cualquier momento despertaría a la realidad.

—Una vez que esté en el Planeta Tierra sabrá comportarse como un humano normal; un tanto menos agresivo e impulsivo que uno de nuestra especie en sus primeros años de vida. Sin embargo comenzará con sus conversiones a finales de su adolescencia cuando tenga entre dieciocho y veintidós años, por lo tanto no tendrán de qué preocuparse, y en caso de alguna emergencia les proporcionaremos algunos artefactos dentro de su cuna – replica el hombre lobo mientras sus figuras van cada vez desapareciendo más y más hasta que sólo puede verse una nube en los pensamientos de la pareja de humanos...

Cada uno abrió los ojos mirándose el uno al otro extrañados. Debo contarle mi loco sueño. Pensó cada uno de ellos al no saber que ambos habían soñado exactamente lo mismo. Sin embargo la curiosidad fue mayor que sus ganas de permanecer dormidos o acostados en la cama que se pararon y caminaron lo más rápido que podían con sus pies aún descalzos.

—¿Pasa algo, porqué vas a la salida? – preguntó la chica sorprendida al ver que su marido hacía exactamente lo mismo que ella.

He tenido un sueño extraño, es muy tonto ir fuera para cerciorarme si fue sólo un sueño pero no lo he podido evitar – contesta George agitado y ansioso por abrir la puerta de salida.

Vaya, yo igualmente he soñado algo muy raro – dice Kathryn entre murmullos. Al abrir la puerta se quedan sin habla y sorprendidos, tanto que para Kath es imposible asimilarlo, entonces sus rodillas fallan sin poder sostener su peso y casi cae al suelo si no hubiese sido tomada por los brazos de su pareja.

Ahí había un precioso bebé plácidamente dormido con lo que parecía una piedra preciosa de procedencia dudosa brillando en su mano derecha junto con un saco con múltiples bolas de cristal y una carta enrollada dentro de un contenedor.

Los ahora padres adoptivos tomaron la carta entre sus manos y leyeron lo que parecían algunas indicaciones, instrucciones de cómo usar aquellas bolas para protección y un poco de la historia de aquel encantador bebé al cual la madre tomó entre sus brazos arrullándolo con una dulce canción de cuna. Él sería su ansiado hijo Harry...

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