Capítulo 11

524 34 47
                                    

—Olivia, no sabes lo agradecido que estoy contigo por siempre haberme apoyado y jamás haberte hecho para atrás. Te a-aprecio mucho, gracias por todo – susurra frente a mí, apenas audible. Me mira con esos ojos de primavera, mariposas aparecen en todo mi ser, sintiendo mis defensas caer.

—Ha-Harry – comienzo pero pone su dedo índice sobre mis labios prohibiéndome continuar.

—No digas nada, sólo quería decirlo – murmura. Seguido de eso abre la puerta invitándome a entrar. En seguida arranca el carro dirigiéndonos al bosque.

—¿Cómo es que puedes hacer tus deberes teniendo que trabajar? – pregunto durante el camino. Él voltea a verme y ladea la cabeza pensando en una respuesta.

—Adelanto todo lo que puedo durante el horario de clases y horas libres, no es muy difícil. Algunas veces me desvelo pero no me afecta, he pasado días sin dormir. Lo peor que puede pasarme es levantarme de mal humor pero ese es mi humor de todos los días, en ese caso sólo aumenta.

—Lo he notado – contesto levantando una ceja de forma divertida. –¿Que debes hacer para siempre salir antes de las cuatro?, ¿A caso hiciste un pacto con el director o que? – continúo.

—Si, solicito a la escuela que me permita salir a cierta hora debido a mi trabajo, ellos a cambio de darme el horario que me plazca me piden que sea parte del grupo de tutores para los de grupos inferiores por mis altas notas. La verdad odio tener que explicar mil y una veces lo mismo a los alumnos que no comprenden, principalmente si se tratan de chicas con hormonas alborotadas porque no paran de insinuárseme – comenta entornando los ojos, yo río y coloco mi mano en su hombro brindándole apoyo.

—Te compadezco, en serio te compadezco. Yo jamás fui buena explicando cosas, a duras penas puedo comprender para mí misma mucho menos puedo ir por ahí explicando cosas. Sin duda no sirvo como maestra, sin contar que no soporto a tantos niños. Una chica normal al ver un pequeño niño le parece tierno y hace todo lo posible para jugar con él, yo por mi parte si veo un niño jugando mentalmente lo imagino cayéndose o golpeándose y me divierte. Soy una mala persona con malos pensamientos – al mencionar eso el rizado suelta una carcajada.

—No te sientas tan única Olivia, soy igual que tú. Aún me acuerdo que cuando tenía trece años fui a una fiesta de cumpleaños de un niño de cinco años y cuando rompieron la piñata tomé más de la mitad de los dulces dejando a los niños llorando – suspira al recordar. —Jamás fui invitado a sus fiestas de nuevo – termina y los dos reímos fuertemente, yo al imaginarlo de pequeño haciendo esa travesura y viendo a los niños llorar, él seguramente ríe al recordarlo.

—Eras un niño muy malévolo. Y lo sigues siendo – declaro golpeando levemente su hombro.

—La verdad sí. Me declaro culpable. De chico era extremadamente travieso, pero con el tiempo me fui amargando, eso sí, siempre fui muy intolerante e irritable.

—¿Alguna vez has tenido novia? – interesada cuestiono. La pregunta parece haberlo tomado desapercibido así que se queda pensando un poco.

—Uhmm, sí... Tres, una en primaria, otra cuando tenía catorce y la última fue cuando tenía quince años, antes de abandonar mi casa, oh, y otra cuando tenía dieciocho – comenta con la mirada perdida. —¿Y tú?.

—Sí, tuve uno en primaria, fue por tres días, y esos tres días falté a la escuela porque no lo quería ver – al escuchar mi narración el castaño ríe. —Y el segundo fue en preparatoria pero era un patán. En realidad nunca tuve mucha suerte con los hombres, casi nadie se acercaba a mí, podría decirse que les daba miedo porque el novio patán del que te hablo terminó en el hospital porque lo pateé y luego lo empujé por las escaleras causándole varias costillas rotas. Digamos que lo que más les gusta a los hombres de mí es mi ausencia – termino de relatar soltando un bufido. Podría decirse que Edmond y Harry son los primeros amigos hombres que hago en mi vida.

WolvesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant