Mete sus manos en los bolsillos de sus jeans y en cuanto baja la mirada puedo ver sobre su hombro una motocicleta de aspecto atroz estacionada a un lado de la calle.

Lo observo y me percato de que ni siquiera trae un casco consigo e instantáneamente me pregunto dos cosas: ¿por qué es tan irreflexivo en lo que a su vida se refiere y por qué aparece en esta casa a las diez de la noche?

—Llama a Kansas, necesito hablar con ella —se limita a decir.

—¿No puedes esperar hasta mañana? —inquiero.

Él arquea ambas cejas.

—No cuestiones, Malcom —advierte con la mandíbula tiesa—. Solo hazte a un lado y déjame pasar o llámala, pero no te quedes ahí parado pretendiendo que puedes interrogarme —espeta en voz baja.

—¡¿Quién es el infeliz que interrumpe el tercer down de Alex Smith, Beasley?! —se queja el entrenador a mis espaldas, provocando que Kansas se termine de despertar y lo reproche por gritar—. ¡Si es Timberg lo mandas de vuelta a su casa!

Si su madre no lo quiere, yo tampoco. No es mi problema.

—Soy yo, coach —se aventura Logan antes de apartarme del camino de un pequeño pero firme empujón. Quiero golpearlo. Necesito, anhelo y ruego por hacerlo.

—Ah, eres tú —dice Bill restándole importancia. Se ve que no hay problema con que alguien irrumpa en su hogar a altas horas de la noche mientras no se trate de Chase Timberg—. ¡Acomódate, Mercury! Ven a ver el partido contra los Steelers. Les estamos rompiendo el trase...

—Él no está aquí para ver el partido, papá. —La voz de Kansas es bastante suave, y entonces me percato de que ella y Logan se observan en silencio.

Se pone de pie y me mira durante un momento. Parece que intenta decirme algo, pero soy incapaz de descifrarlo dado que estoy demasiado enfocado viendo la forma en que toma un abrigo de Bill del perchero más cercano y se acerca a la puerta.

—Saldré por un rato. —Al escuchar estas palabras, Bill le da pausa al partido y mira a su hija con fijeza, entonces se limita a asentir y, así sin más, vuelve a enfocarse en el televisor.

Estoy estupefacto ante la idea de que Bill deje marchar a Kansas con Logan a esta hora, sabiendo que mañana tiene clases y que el número siete se transporta en una motocicleta al estilo John Travolta. Es descabellado dado que él hasta llegó a exagerar al vernos sostenidos de la mano, sin embargo, en cuanto a lo que el ex de su hija se refiere, parece estar sumamente tranquilo y confiado.

—No lo malinterpretes. —La castaña me susurra lo suficientemente bajo para que nadie más escuche mientras abotona el abrigo. Sus ojos brillan por alguna emoción que encuentro digna de un enigma.

Entonces soy testigo de la forma en que Logan pone su mano en la espalda baja de Kansas y la guía hacia afuera. Él me mira por última vez antes de cerrar la puerta y, segundos más tarde, escucho el estruendoso motor de la motocicleta.

Puede que no reconozca lo que es querer alguien, pero estoy bastante familiarizado con este sentimiento de disgusto e incredulidad. Y ahora, definitivamente, se le suma el denominado desconcierto.

—Casi lo había olvidado —murmura el hombre en el sofá.

—¿Olvidar qué?

—Que hoy es 25 de octubre.

KANSAS

Al este de Betland, a unos pocos pies de la ruta que va a la ciudad de Owecity, hay un pequeño pero profundo lago rodeado de árboles.

TouchdownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora