—Anda ven, que yo te enseñaré —sonreí emocionado, al fin alguien quería jugar conmigo a la pelota—. Yo soy Devon.

—Yo soy Alessandra —entonces la mano que estaba unida con la mía, la besé como todo caballero de película. Noté como sus mejillas se iban poniendo rojas y le sonreí.

Me caía bien. Se reía con mis chistes y yo podía escucharla por horas hablar de vestidos

Buenos Aires, Argentina. 14 de Junio 1995

—Devon... ¿estás bien? —miré a Alessandra que comía dulces y su fruta, se me hizo agua en la boca y apretujé mi estomago con mis manos. Muchos de la clase le decían a Alessandra que dejara de comer porque se pondría más gorda y fea, pero ella era muy linda y no tenía que dejar de comer. Sus mejillas eran regordetas y rosadas, pero era adorable y linda. Me gustaba como era ella.

Le iba a decir algo pero tenía sueño, mamá y papá estaban gritando porque no había dinero en la casa y no me dejaron dormir, tampoco a mi hermana así que tuve que dormir con ella para calmarla; en la mañana no había comida en casa y le preparé a mi hermana la última comida que había.

—Estoy bien, no te preocupes Less —le sonreí un poco e hice una mueca, ella de su lonchera sacó un pan y me lo dio—. Mi mamá te manda esto, y esto —y sacó también una chocolatada. Yo sonreí y le abracé con fuerza. Alessandra es mi mejor amiga, es mi compañera y la única que no se aleja de mí. ¿Y si le guardo un poco a mi hermana? Mejor sí, por si no había comida.

Buenos Aires, Argentina. 8 de agosto, 1997.

—¡Ya llegué! Y traje una amiga —miré a Alessandra con una sonrisa apenada, mi casa era pequeña y un poco desordenada, en cambio, la suya era enorme y muy linda. Pero yo amaba mi casa, era muy especial para mí. Cada espacio contaba una aventura. Papá siempre hacía fuertes y nos inventábamos una nueva historia para recrearla con él y mi hermana.

La casa estaba en silencio, así que subí para ir a ver si mi hermana estaba bien. Pero lo que me pareció extraño fue verla en un rincón de su cuarto, abrazando su peluche de un oso y sollozando. Me acerqué para abrazarla pero ella no se dejó, no hablaba y tampoco me abrazaba como siempre hacía.

Besé su cabeza mientras le susurraba un No llores princesa.

Fui a buscar a mi mamá para que me ayudara con mi hermana, pero su cuarto estaba vacío, no había nada. Solo una carta tirada en el suelo. Alessandra entró por la puerta y me vio.

—¿Estás bien Dev? —le señalé la carta.

—Mi mamá no está y mi hermana está llorando.

—Seguro fue hacer las compras —asentí y guardé la carta en el bolsillo—. ¿Hacemos la tarea? Y luego jugamos con tu hermanita.

Asentí, ya llegaría mamá en un rato.

Pero ella nunca volvió. Y cuando Alessandra se fue, leí la carta. Mamá no volvería, mamá se fue con otro. ¿Y lo peor? Es que mi hermana ya no habla y papá está muy triste. Dijo que nos mudaríamos a un lugar más pequeño, lo mejor de todo, es que estaríamos los tres más juntitos.

¿Por qué ella se fue?

Siempre pensé que un día los gritos cesarían entre mamá y papá, que todo iba a mejorar en el hogar. Incluso quería trabajar para no dejar a papá con todo el peso de hogar.

Papá con lo poco que tenía, nos daba todo porque nos amaba, no eran millones pero era de corazón. Pero mamá no vio más allá de eso, mamá nos dejó por la vida que ella creía que merecía. Mamá se fue lejos y no volverá por nosotros.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Where stories live. Discover now