Capítulo 32

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Vlad estaba mirándome fijamente y sin parpadear desde que me había traído a este lugar para que pudiéramos hablar tranquilamente. Sin embargo, el llevaba tanto tiempo en silencio que estaba empezando a inquietarme un poco

Me removí en el asiento bajo su intensa mirada gris, y me pregunté por enésima vez que estábamos haciendo aquí en este lugar. La catedral de San Martín no era el lugar que yo tendría en mente para tener una charla amena. Retorcí mis manos en mi regazo mientras veía la figura de Cristo crucificado en el altar de la catedral

La figura de Jesús en la cruz estaba tan bien elaborada, y los detalles con la pintura para mostrar sus rasgos y las líneas de sangre que caían por su frente y la herida de su costado, eran tan reales que eran inquietantes. Tenía la leve sensación de que en cualquier momento abriría los ojos y me miraría con desaprobación por estarlo mirando tan detenidamente y durante tanto tiempo. Aparte la mirada y mire el techo de la catedral. Era un lugar muy viejo, debo decir. El techo estaba hecho de madera y paja, aunque por fuera se veía moderna, por dentro se podía apreciar los siglos que había contemplado pasar el edificio. El techo tenía forma puntiaguda, y si mirabas fijamente, daba la sensación de que se estiraba hasta alturas inimaginables. En las vigas de madera se podía ver a las palomas retozar en sus nidos y alimentando a sus crías. Ellas ululaban alegremente y el eco reverberaba en mi cuerpo haciéndome estremecer. Las ventanas, que eran muchas y por eso la catedral siempre estaba iluminada, estaban todas abiertas y supuse que por eso las palomas habían podido entrar y hacer sus hogares aquí

Ahora, sin embargo, era la luz de luna la que entraba por las incontables ventanas y las palomas dejaron de hacer ruido un segundo después. Supongo que ya es hora de dormir. Sintiendo mi cuerpo cansado también, mire al Dracul sentado en el respaldo de la banca que había frente a mi

-¿Vas a hablar o vas a quedarte ahí sentado como un tonto mirándome? – le dije con voz molesta por su escrutinio y su silencio – te aconsejo que me tomes una foto. Dura más

Él se rió suavemente y sacudió su cabeza. Después de un momento de risa, el me miro de nuevo. Estaba a punto de mandarlo a la mierda, cuando el hablo con voz suave y distante:

-La vida tiene una extraña manera de cerrar un circulo de vida, muerte y dolor ¿No crees? – pregunto y ladee mi cabeza, confundida – todos estamos unidos, de una manera indeleble y así nos separemos, tomando distancias enormes y diferentes caminos, el lazo nunca se rompe. El siempre permanece, intacto y fuerte, así nosotros lo olvidemos

Fruncí el ceño por sus palabras a la vez que sentía una sensación extraña en mi pecho

-Bueno, todo esto es muy profundo y poético y no quiero ser grosera ni nada, pero ¿Qué tienes que ver esto conmigo?

El suspiro y froto sus manos por su rostro en un gesto nervioso. Cuando bajo sus manos, sus ojos estaban cargados de desesperación y ansias de ¿Qué? No lo sabía, pero tenía la sensación de que estaba por averiguarlo

-No sé por dónde empezar – admitió con voz derrotada

Me sentí mal por él. Trate de sonreír de manera alentadora

-¿Por el principio? – aventure a decir y me gane una mirada mordaz. Levante mis manos en rendición – solo era una sugerencia, por Dios. No es necesario que me mires así. Ignórame y comienza de la manera que tú quieras

Él se rió entre dientes y se levantó para después sentarse a mi lado. Ladee mi cuerpo así podía verlo mejor y espere a que hablara. Él estaba mirando al frente con expresión distante y después me miro a los ojos

-Te voy a contar una historia – murmuró

Asentí pues no sabía muy bien que decir, y no quería interrumpir el hilo de sus pensamientos

EL LIBRO DE LOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora