Capítulo 8

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Mi cabeza dolía horriblemente. No podía poner en orden mis pensamientos para saber porque mi cabeza dolía tanto y no me podía mover en lo absoluto. Tenía mucho frio y el estómago revuelto. Comencé a desesperarme y mi corazón latía tan rápido que pensé que abriría un agujero en mi pecho y escaparía. Sentía el sudor en mi frente y bajar por mi espalda. Maldita sea ¿Dónde estoy? ¿Qué me esta pasando?

El pánico recorrió mi sistema como un rayo cuando pensé que la oscuridad estaba tratando de salir de nuevo, pero me calme cuando no note ningún dolor en mi pecho, no había algo retorciéndose ni nada. Entonces, ¿Qué era lo que sucedía?

Mire respiración era irregular y se volvió más agitada cuando escuche pasos a mi alrededor

Joder

Había alguien aquí ¿Slaven? ¿Adrik? No sabía pero esperaba que fueran ellos y no un demonio o un ángel. Estaba indefensa y vulnerable y eso me molestaba. Trate de regular mi respiración e intente con más ahínco moverme. Con un esfuerzo brutal logre mover un dedo de la mano derecha. No era gran cosa pero era algo grande para mí. Podía romper el hechizo o lo que sea que me mantenía inmóvil

Una risa ronca y siniestra hizo que me congelara, más de lo que estaba, y dejara de respirar completamente

-Increíble – dijo una voz a mi lado. Un escalofrió me recorrió al escucharla - ¡Te has movido! ¡Un dedo! Debo decir que es impresionante

Sentí como unas manos heladas tomaban mis mejillas y un aliento igual de frio soplo en mi rostro. Inmediatamente los recuerdos vinieron a mi tan rápido que me sentí mareada. Muerte, fue la primera palabra en la que pensé.

La Muerte me había llevado de ese terreno consumido por el fuego

Rápidamente me incorpore cuando un ataque de tos sacudió mi cuerpo. Tosí expulsando casi mis pulmones y abrí los ojos. Me encontraba en un sofá de color rojo. Mire mis piernas y mis manos, una fina capa de hielo cubría mi ropa. Toque mi cabeza y gotas de agua cayeron por mi rostro. No era sudor, era agua lo que sentía por mi espalda. Baje mis pies del sofá y me puse de pie tambaleante. Me apoye en uno de los brazos para no caerme y con una respiración profunda, me incorpore y examine en donde estaba

Estaba en una habitación amplia y circular, como una cúpula. Sofás de aspecto victoriano estaban esparcidos aquí y allá. Había una mesa en el centro que portaba un florero con unas rosas rojas cubiertas de escarcha. Me abrace a mí misma para conservar el calor. Hacia muchísimo frio. Cuadros de personas están colgados en las paredes. Algunos parecían duques y barones. Una lámpara de araña prendía sobre mi cabeza dando luz así como también los candelabros con velas que estaban esparcidos por el lugar. Una chimenea se encontraba a mi lado pero estaba apagada y desee tener un encendedor para crear fuego y calmar el frio que me hacía estremecer

Capte un movimiento por el rabillo del ojo y con el corazón en la garganta me gire para ver que había sido eso

Allí estaba el, la Muerte. De pie en un rincón de la habitación me observaba con sus grandes y espeluznantes ojos amarillos. Enderece mi espalda y lo mire con mi rostro carente de expresión aunque por dentro estaba llorando llamando a mi mama. Lo mire detenidamente. Era alto, muy alto y su cabello era negro y largo hasta los hombros. Su piel era pálida, casi enfermiza que podía ver las venas azules que recorrían su sien. Tenía los brazos cruzados y me percate que todavía tenía puesta su gabardina negra

El sonrió y se sintió como si clavaran un millón de agujas en mi piel. Finas y frías

-¿Tienes miedo? – dijo con su voz retumbante

EL LIBRO DE LOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora