Miro hacia arriba y articulo un "¿Por qué?".
Vuelvo a pasar el pedazo de espejo por la piel de mi muslo haciendo otro corte. Más sangre comienza a salir y caer en el piso.
Hago lo mismo con mi otra pierna.

Prácticamente estoy sentada en un charco de sangre. De sangre.

-¡Adrienna!. -gritan detrás de la puerta mientras tratan de abrirla.

Lloro más fuerte y trato de levantarme mas no puedo y termino cayendo arriba de todos los vidrios haciendo que estos se claven en mis brazos. Grito por el dolor.

-¡ADRIENNA!. -vuelven a gritar y veo como la puerta se va doblando.

No quiero que me vean así.

Pero ya es tarde; mis hermanos rompen la puerta de mi habitación, me buscan con la mirada hasta que me ven. Sus ojos se abren grande y vienen corriendo hacia mí.

Amedeo se tira al lado mío y me abraza sin importar que esté llena de sangre.

-¿Por qué?. -pregunta llorando.

-¡Ya no aguanto más!. -grito sollozando y me aferro más a él.

Mi hermano me abraza más fuerte y me da un beso en la parte superior de mi cabeza ya que esta está escondida en su pecho.
Escucho como pasos apresurados que paran en seco en mi habitación.

-Ay, por Dios. -exclaman seguido de un sollozo.

-¡Necesita un médico!. -grita Gian Lucas.

Me tenso. Odio los médicos y los hospitales.
Comienzo a negar y a empujar a Amedeo para que me suelte.
Siempre me dieron pánico los hospitales y ahora ¡¿por unos cortes de mierda me quieren llevar?! ¡JÁ! Ni loca.

Consigo separarme de mi hermano y comienzo a arrastrarme hacia atrás mirándolos con odio y pánico. Trato de levantarme pero caigo en seco con mi trasero. Gruño.

-Adrie--

-¡No quiero ir! ¡No me van a llevar allá!. -grito interrumpiendo a Damien.

Agostino viene enseguida hacia mí. Me agarra por los hombros y hace que me levante con sumo cuidado. Me quejo al tener las piernas estiradas.

-Vamos a curarte eso, ¿si?. -me mira con ternura mi hermano.

Asiento y nos encaminamos hacia el baño, me acuesta en la bañera y abre la ducha.
Grito cuando el agua cae sobre mis heridas.

-Sé que arde, pero es por un segundo. -me reconforta mi hermano.

O al menos eso es lo que pretende hacer.

Agarra un pedazo de tela y va pasándolo sobre mis piernas con cuidado.
Comienzo a sentirme más relajada y mi respiración va bajando.

-¿Adrienna?. -pregunta confundido Agostino.

Le sonrío.
Siento mis párpados más pesados.
Ya no escucho muy bien el caer del agua en mi cuerpo, tampoco lo siento.

Veo como mi hermano comienza a desesperarse, su cara me transmite pánico. No sé que me está pasando.

-¿Agos...Agostino?. -pregunto como puedo.

Él me mira con los ojos llorosos, agarra mi cuerpo y se acomoda detrás mío dejándome totalmente apoyada en él.

-Todo va a estar bien, ¿ok?. -dice acariciándome el pelo y dándome besos en la cien.

Asiento.

Giro mi cabeza hacia la izquierda y veo como todos están corriendo de un lado hacia el otro.

Todo esto lo genero yo. No los merezco.

Vuelvo a girar mi cabeza hacia la derecha y veo el perfil de mi hermano quien está llorando.
Una lágrima traicionera sale al verlo así.

Soy yo el problema acá.
Y los problemas se solucionan sacándolos del camino.

-Quedate conmigo, por favor. Ya viene la ayuda, hermana. -escucho del lado izquierdo a mi otro hermano.

Asiento, pero, ¿y si no quiero quedarme?.

Adrienna. ©   (2º libro) - Editando. Where stories live. Discover now