Capítulo 18

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Narrador omnisciente.

Inevitablemente Ladybug estaba desvaneciéndose entre los brazos del felino. Él había descubierto que ella era una ilusión, sin embargo su corazón se negaba a llenarse de rabia y lo único que hacía era presionar el cuerpo de la joven contra el suyo, tratando de aferrarse a su delgada e inestable figura.

La azabache sabía que su forma física no duraría mucho tiempo más, por lo que rápidamente buscó las palabras necesarias para explicar todo mientras aún tenía lucidez sobre lo que sucedió.

—Yo... Morí hace tiempo, no podría asegurar cuánto— susurró Ladybug, sin siquiera saber si Chat Noir estaba oyéndola —En aquel momento, fui incapaz de soportar la idea de que mi compañero ya no estaría allí por mi culpa y me suicidé a escondidas.

El rubio la oía con atención mientras escondía su rostro en la espalda de la chica. Ella prosiguió con su historia, para explicar que Hawk Moth se enteró de su muerte y sacó provecho de ello pidiéndole al ilusionista que crease una ilusión de la joven. Marinette al principio no tenía idea de que era una simple imagen, hasta que se dio cuenta de que el villano la creó y utilizó para planear su secuestro y atrapar a Chat Noir cuando fuese a buscarla, aunque los planes del villano se vieron arruinados al enterarse de que peleaba con su propio hijo.

Sin embargo, cuando Hawk Moth ya pudo predecir el fatídico fin que tendría, transmitió un mensaje a una de sus pequeñas mariposas y la mandó a volar hasta oídos de la azabache.

—"Cuida de mi hijo, no lo dejes solo. Aún no", me dijo la criatura— relató la azabache, volteándose hasta quedar frente a frente con el rubio —Se dio cuenta de que había acabado con todo lo que amabas, y aunque sabía que nada podría eliminar su arrepentimiento, me pidió que no desapareciese hasta un tiempo...

—Sin embargo, ahora estás yéndote— susurró Chat Noir, con el corazón destruido —No sentiré menos soledad que antes.

—No es así. Utilicé todas mis fuerzas para cumplir mi propio objetivo, permanecer contigo hasta que la ciudad entera estuviese de tu lado, y ahora estoy segura de que lo está— habló Ladybug, apoyando su frente con la del rubio —Ya solamente me queda cumplir mi segundo objetivo e irme.

Haciendo la distancia entre ellos cada vez más corta, la azabache le pidió al felino que cerrase los ojos por un momento, para luego darle un suave y delicado beso en los labios.

A pesar de que todos sus sentimientos eran un caos, Chat Noir sonrió. Pero en cuanto volvió a abrir los ojos, la joven ya no estaba allí ni en ningún lugar. Había desaparecido definitivamente, no sin antes pedirle al viento que llevara a oídos del rubio el "te amo" que jamás se atrevió a salir de su boca.

Justo en el centro de París, bajo los ojos del inquieto público, él abandonó su transformación y se mostró a todos como quien era en realidad, Adrien Agreste, hijo de un padre al cual asesinó y profundo enamorado de una ilusión de ojos azul claro. Nadie fue capaz de reprocharle nada, ni los policías ni sus propios amigos, los cuales debieron conformarse con verlo alejarse lentamente entre la multitud mientras las lágrimas recorrían sus mejillas, llevando como compañía a esa pequeña criatura negra que volaba a su lado.

Aquella noche, cuando había encontrado a Ladybug bajo la torre Eiffel después de pasar semanas sin dormir bien, se había determinado a no perderla nuevamente, pero ahora se daba cuenta de que en realidad nunca la tuvo de regreso.

—Plagg, ¿está bien si soy feliz pensando en que ella me protegió a toda costa incluso cuando yo no pude hacerlo antes?— preguntó el rubio, deteniéndose repentinamente —Quiso darme lo mejor incluso cuando ya no debía estar más en este mundo. Pero yo... La perdí.

—No creo que la perdieses— declaró el kwami formando una sonrisita en su rostro —Ella probablemente está en el lugar al que siempre quiso llegar, tu corazón. ¿Me equivoco?

Adrien movió la cabeza hacia ambos lados, sabía mejor que nadie lo profundo que la heroína pudo entrar en su mente, alma y corazón. Aún no se aferraba a la idea de que no la volvería a ver jamás, pensaba que quizá las desgracias que había vivido últimamente lo habían vuelto alguien más duro e insensible, ya que por muchas ganas que tuviera de dejarse rendir ante la tristeza, su interior se sentía extrañamente cálido.

Había perdido todo, a su padre, a su amada y al lugar al que podía volver para sentirse seguro. Aún así, después de los días lluviosos por los que pasó, el cielo parisino le sonreía mostrándole un radiante sol. Tras él corrían dos jóvenes, que a pesar de sus heridas se esmeraban por llegar al lado de Adrien.

—¿Dónde vas?— cuestionó Nino preocupado, una vez que estuvo al costado de él.

—A ningún lado, por ahora— respondió el rubio con calma —¿Saben?, ya ni siquiera recuerdo lo que se sentía ir a la preparatoria.

—Entonces tendremos que recordarlo juntos— dijo Alya acercándose a ambos.

En los tres pesaba la muerte de Ladybug. Dolía, sobretodo, el hecho de haber vivido tanto tiempo a costa de engaños e ilusiones y ahora saber que la única cosa que desearían que no fuese verdad, lo era. Alya y Nino estaban seguros de que Adrien tendría una gran herida en su interior, así que lo acompañarían incluso después de que estuviese cerrada.

No podían traerle a la heroína de vuelta, pero al menos podían intentar devolverle su propia sonrisa.

Tu pérdida |MLB|Where stories live. Discover now