Capítulo 4

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Narrador omnisciente.

Aún en medio de la preparatoria, Ladybug se resignaba a dejar el cuerpo de su fiel compañero. Muchas personas debieron ayudar para separarla de él, dejándola ahí, dando gritos desgarradores hasta que el sol se ocultó.

No había quién la viera, así que deshizo su transformación y se decidió a caminar lentamente hasta su casa.

—Marinette— habló la kwami rosa, con una preocupada expresión —No te pongas tan triste...

—¿Y qué quieres que haga, Tikki? ¿Qué me ría?— respondió la joven sarcásticamente —No puedo. Déjame, ¿sí?

Abrió su pequeño bolso y la pequeña criatura entró, no muy satisfecha. A Marinette no le quedó de otra que entrar por el frente de su casa, intentando ocultar las grandes bolsas que se formaron bajo sus ojos.

Al llegar a su habitación, lo único que pudo hacer fue lanzarse a la cama y enrollarse entre las sábanas. No le apetecía hablar con nadie ni tampoco podía hacerlo. Era un dolor, que por ser secretamente Ladybug, tendría que guardarse dentro de sí misma y no compartirlo con nadie más.

***

—¡Marinette, Marinette!— la voz de una chica morena era lo único que se oía en la habitación —Qué pesado tienes el sueño.

—Alya...— musitó somnolienta la peliazul —¿Qué haces... aquí?

—No sé cómo me preguntas eso— dijo su mejor amiga mientras se ponía de pie y se colocaba las manos en la cintura —Llevas una semana sin ir a la preparatoria, es hora de que me digas lo que te está pasando. ¿Ni siquiera te interesa la desaparición de Adrien?

Saliéndose del enredo que estaba hecho en su cama, asomó la cabeza, dándole una inquisitiva mirada a la morena.

—¿Adrien?— le pareció no haber dicho ese nombre en años, aunque su cuarto estuviera lleno de fotos del nombrado, simplemente, no tuvo ganas de pensar —¿Q—Qué pasó?

—Nadie lo sabe. Llevan una semana buscándole, su padre está vuelto loco— respondió Alya, sacando su celular y comenzando a ver algo con pena —Además, nadie ha visto a Ladybug. ¿Crees que le haya afectado mucho la...?

—Sí— respondió Marinette sin siquiera dejarla terminar —Seguro que sí.

—¿Pero es Ladybug, no? Ella es fuerte y genial.

—¿También tiene derecho a ser débil, no crees?

La conversación se había vuelto un poco extraña. Volviendo a su objetivo principal, Alya intentó convencer a su amiga de salir y tomar aire, volver a lo "normal", pero la peliazul se negó rotundamente.

La paciencia de la morena terminó por acabarse, yéndose sin siquiera decir adiós. Cuando Marinette estuvo sola, dio un largo suspiro.

—Tikki, ¿dónde estás?— preguntó la peliazul, viendo como la criatura se acercaba a ella —Salgamos de aquí un rato.

Contradiciéndose a ella misma, quiso salir y librarse, por un momento, de la congoja que la consumía en su habitación. No era que Alya le molestara o algo parecido, pero la verdad era que aunque intentara pasar sus penas con ella, no podía decirle nada.

Se posó en un tejado cualquiera y miró desde muy lejos la preparatoria. Acercarse un poco más de seguro le causaría mucho dolor, pues ahí había visto a su compañero irse a un lugar inalcanzable.

Ahora, su mente le decía que se quedara tranquila. Pero su corazón...

—Cada latido me dice que hay algo mal— se dijo a sí misma, sabiendo que nadie la oía —Desde hace días que ningún akuma aparece... Y el tal André, aquella vez..., sólo se fue.

Las preguntas y cosas extrañas se juntaron en su cabeza. No pudo resolverlas con los conocimientos que recién poseía, y conociéndose, no iba a quedarse así.

Llegaría al fondo de todo esto... Esos misterios debían acabar.

Tu pérdida |MLB|Where stories live. Discover now