Capítulo 17

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Narrador omnisciente.

Chat Noir parecía estar fuera de sí mismo. Desafiante frente a la multitud y las autoridades sostenía su única arma, aguardando por el ataque de los policías que no tardaron demasiado en abalanzarse sobre él.

Haciendo un increíble trabajo de manos con su bastón, fue capaz de tirar a varios uniformados lejos, aunque el número de ellos parecían ser interminables y él seguía siendo sólo uno. Aún en las alturas Ladybug dudaba, creía que armar más alboroto era innecesario, por lo que se atrevió a tener como único objetivo hacer a todos entrar en razón.

—¡Deténganse ya!— gritó con todas sus fuerzas sobre el edificio, lanzándose con ayuda de su yo-yo y colocándose en medio de todos.

No tuvo el tiempo suficiente para pensar con claridad qué diría, pero contó con la ventaja de que todos le pusieron atención ante su repentina entrada. Chat Noir seguía furioso tras ella, pero trató de contenerse para no terminar lastimándola.

—Nada de esto tiene sentido. Por favor, escúchenme— suplicó, intentando convencer a la gente de que ella todavía era una heroína —Esto es un error, una gran equivocación. Nosotros no hicimos nada.

—Antes de morir, Hawk Moth les tendió una trampa— alzó la voz Alya, tratando de apoyar a su eterna amiga.

—Así es— afirmó Ladybug —Les hizo creer que nosotros hicimos una matanza en París, mientras que nosotros batllábamos en el intento de protegerlos...

Las personas al rededor los miraba con temor y confusión, ante sus ojos vieron a parte de su familia y amigos morir, sin embargo las palabras de la joven no dejaban de sonar creíbles.

Ladybug mantenía su mirada en dirección a una pequeña niña, la cual se escondía entre la falda de su madre, siendo que antes se acercaba alegremente a la heroína y le agradecía cada vez que salvaba el día. Le dolía ver a la gente que salvó en más de una ocasión, analizándola con desprecio.

Mientras que los ojos de los héroes se llenaban lentamente con lágrimas, sintiendo que el tiempo no avanzaba, la azabache notó como su figura comenzó a llenarse de puntos rojos, superando la cantidad de motas negras que habían en su traje. Al girar su cabeza con el fin de investigar de dónde provenían aquellos puntos, se dio cuenta de que un sinfín de armas estaban apuntándola.

No era la primera vez que pensó en resignarse a la muerte, sabía lo que le esperaba, y entre el silencio y el paso de los segundos veía su momento final cada vez más cercano. Respiró profundo, a la vez que oyó el sonido de los disparos dirigiéndose hacia ella.

Incluso si el rubio hizo intentos desesperados por cubrirla y recibir el impacto, la joven no se lo permitió, empeñándose en quedar frente a él.

—No esta vez, gatito— susurró.

Chat Noir vio con horror como decenas de balas traspasaban el delgado cuerpo de su amada. Sin embargo, lo más impactante de todo, era que a pesar de eso, la heroína no caía al suelo y por el contrario, comenzaba a avanzar hacia los estupefactos policías.

—No puede ser cierto...— musitó el felino, sintiendo gotas resbalarse por sus mejillas.

Con evidente miedo los uniformados bajaron sus armas y se privaron de todo movimiento, disponiéndose a hacer lo que la joven les dijera. Sin embargo, se sorprendieron al ver como ésta se arrodillaba ante ellos y mantenía una pose de súplica, escondiendo la cabeza entre los brazos.

Fue ahí, cuando la vieron temblando sin saber qué hacer, el momento en que comprendieron que ella no era más que un alma inofensiva. Se miraron tirándose la culpa entre sí, aunque Chat Noir les dio otros motivos para reflexionar. El felino se acercó a la azabache, para luego agacharse y abrazarla por la espalda, llorando.

—¿Por qué no me lo dijiste...?— preguntó, con un hilo de voz.

—¿Qué debí decirte?— cuestionó la joven, aunque ella sabía la respuesta.

—¡QUE ERAS UNA ILUSIÓN!— gritó el rubio, apretando el débil cuerpo de Ladybug contra el suyo.

No recibió ninguna respuesta, sólo comenzó a sentir la dolorosa sensación de que el cuerpo de la joven se quebraba y deshacía entre sus brazos.

Ella se había quedado con dos únicos objetivos. Acababa de cumplir la petición de Gabriel, sin embargo, aún debía hacer lo que la verdadera Marinette jamás hizo.

Tu pérdida |MLB|Where stories live. Discover now