Parte 33

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El mes siguiente fue un verdadero caos para Andraya. Entre los preparativos de la boda, el trabajo en el hotel, las reuniones con los accionistas y los recorridos nocturnos, no había tenido tiempo para respirar. Afortunadamente, Zack se había dado cuenta de su agotamiento y le prohibió ir a trabajar el día antes de la boda.

La masajista que la estaba atendiendo era tan buena que se había quedado dormida sin darse cuenta cuanto tiempo había pasado. Zack estaba tumbado a su lado y sostenía su mano derecha. Él había tenido una excelente idea al llevarla a ese spa para que pudiera relajarse. Sonrió al recordar la expresión del hombre al poner como condición que él tendría que recibir los mismos tratamientos que ella.

Dos horas más tardes, la pareja estaba acomodada en asientos de mimbre a orillas de una gran piscina con agua de un azul inusual.

—Todo será diferente después de mañana —habló ella.

—Formaremos una familia.

Una de las cosas que Andraya había aprendido a disimular era el nudo en la garganta que se le formaba cada vez que alguien mencionaba que tendría varios hijos. Al hablar del futuro juntos, Zack nunca había mencionado que quería una pequeña miniatura suya corriendo por los jardines de la mansión.

La señora Rodríguez les sirvió la cena en la terraza. Todo se veía tan tranquilo desde allí. Andraya todavía no creía que al día siguiente se convertiría en la señora Bale. Lo que más alegraba su corazón era saber que él estaba tan enamorado de ella que había accedido a casarse por la iglesia. Incluso había hecho los cursos que exigía la Iglesia Católica para poder recibir el sacramento del matrimonio.

Ese día cenaron temprano porque ambos debían presentarse a sus respectivas despedidas de solteros. Andraya tenía que presentarse a un bar que había sido reservado para el festejo. Ivonne se había encargado de toda la celebración para ese día.

—¿Estás preocupada por algo? —preguntó Zack mientras se arreglaba la corbata frente al espejo de cuerpo completo ubicado en la puerta de su placar.

—Jamás te he visto con unas copas demás. No estoy segura de lo que puedas llegar a hacer hoy —contestó arrodillándose en la cama que compartiría con su esposo después de la boda.

—¿Tienes miedo de que me emborrache y me líe con alguna bailarina exótica? —sonrió divertido.

—No me parece tan gracioso.

—No tomaré mucho. Además, necesitaría mucho alcohol para emborracharme.

Andraya lo besó apasionadamente para recordarle la atracción que existía entre ambos.

—Podríamos adelantar un poco nuestra luna de miel —propuso la mujer deshaciendo el nudo de la corbata de Zack.

—Pensé que jamás escucharía eso de ti —susurró con voz ronca.

—¿Media hora será suficiente?

—Me encargaré de que así sea.

—Me encargaré de que así sea

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𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora