Parte 15

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—La fiesta me parece una muy buena idea —comentó Ivonne mientras tomaba su tercer pedazo de pizza de la caja que estaba frente al sofá.

Andraya tenía la cara llena de salsa y la remera del pijama tenía manchas de color naranja. Las amigas estaban teniendo lo que ellas llamaban "una loca tarde". Acostumbraban hacerlo cuando sentían que el estrés del mundo comenzaba a nublarles la mente. Elegían un día de la semana para quedarse hasta muy tarde, hablando, comiendo, bebiendo y escuchando música.

—Dime algo, ¿en verdad preferirías ir a esa fiesta en lugar de pasar el día de los enamorados en otro lugar?

—Por supuesto, probar chocolates suena divertido.

—Entonces estoy más tranquila. Me preocupaba que las personas con pareja no pensaran igual que yo.

Ivonne dejó su pizza y la miró con los ojos entrecerrados. Andraya no podía engañarla, no a ella que la conocía desde adolescentes. La rubia sabía que su compañera de piso se traía algo entre manos, mejor dicho, a alguien. La había notado muy pensativa y nerviosa; como si le preocupara que los demás supieran que ella estaba sintiendo algo por alguien.

—¿Qué? —preguntó divertida, imitando la expresión de Ivonne.

—Sé que está sucediendo algo extraño, Raya. ¿Me lo dices tú o te lo digo yo?

Andraya sintió una presión momentánea en el pecho. Debía controlarse y dejar de pensar que todo el mundo había notado su cambio. Instintivamente, llevó hacia adelante la trenza que se había hecho en su cabello y se alivió al ver que permanecía de color castaño.

—No tengo nada que ocultar —aseguró más convencida.

—¿A no? Yo creo que sí. Tienes un romance clandestino —la acusó la rubia, apuntándola con su dedo índice.

Meditó unos segundos acerca de cuál debía ser su respuesta. Si decía que no, su compañera de piso empezaría a buscar otra explicación para sus extrañas salidas; hasta podría llamar a Ximena para preguntarse si sabía algo. El camino más sencillo sería aceptar el romance que le habían adjudicado e imaginar a un hombre con el que estaría dispuesta a salir.

—¿Me has estado vigilando? —fingió sorpresa.

—No ha hecho falta. Te conozco bien. Vamos... ¿quién es?

—Lo conocí en una fiesta. Aún no somos nada, ya sabes cómo soy, quiero estar segura de que me siento atraída.

Ivonne asintió encantada. Sabía que tarde o temprano su amiga dejaría de atraer a hombres inadecuados. Ya era hora de que alguien le demostrara que una relación podía ser bonita y divertida, sin la necesidad de embrollos emocionales e infidelidades.

—Me alegra escuchar eso. Cambiando de tema, ¿ya hablaste con Rossana? Hace mucho que no la veo.

—Claro. Esta mañana fue a hablar de la fiesta con mi jefe y coincidimos en el almuerzo. Está entusiasmada y tiene buenas ideas.

—¿Recuerdas el verano que fuimos al lago? —preguntó sumergiéndose en el pasado—. Rossana nos ayudó de vengarnos del molestoso Austinu.

—¡Sí! Él se quedó tan embobado con Rossy que no se dio cuenta de que todo era una trampa para que terminara nadando en salsa de tomate.

—Rossana es una super prima —exclamó la rubia antes de seguir con su pizza.

—Rossana es una super prima —exclamó la rubia antes de seguir con su pizza

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𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora