Parte 31

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Zack colgó la llamaba un poco más tranquilo. Era la tercera vez que llamaba a Ivonne para preguntar el estado de Andraya. El accidente que habían tenido le recordó que ella podría perecer en cualquier momento y él no podría hacer nada.

Andraya merecía ser feliz y estaba convencido de que no había mejor pareja para ella que un Bale. A su lado ella podría tener la vida que quisiera. Por supuesto que con lo trabajadora y dedicada que era la castaña, lo conseguiría por su cuenta en unos años. ¿Para qué esforzarse tanto si él podía ayudarla?

Había decido asistir a una de las reuniones de la Corte, para ello había tenido que tomar un vuelo a Alemania. Uno de los representantes había ofrecido su casa como punto de encuentro.

Los miembros de la Corte estaban atentos a las palabras del líder de los Blanco. Zack esperó a que él terminara de hablar para presentar su caso. Solo una opinión en esa mesa le importaba. Cuando terminó de hablar, recibió de inmediato el visto bueno.

Nithan Bale lo acompañó hasta el pasillo del edificio.

—Supongo que habrás pensado en que no estaría de acuerdo con tu decisión —le dijo el inmortal a su hijo.

Zack no negó lo dicho.

—Voy a pedirle matrimonio a Andraya, te guste o no, padre.

Nithan frunció el entrecejo.

—Si lo haces, eso solo te dará dos años adicionales al tiempo límite que tienes para asesinarla. ¿No te parece demasiado por tan poco?

—Tendré siete años con ella, será suficiente.

—¿Qué hay de la familia? —insistió su padre—. Arruinarás todo el árbol de los Bale si sigues con esta locura. Es una mortal, úsala como te plazca, pero no nos obligues a verla como algo más que eso.

—Es mortal, sí. Pero no todas las manzanas son iguales.

—¿Esto tiene que ver con tu impedimento?

Zack estuvo a punto de exaltarse. ¿Por qué tenía que meter ese tema en la conversación?

—Padre, no sigas. Ya tomé mi decisión —se volteó dispuesto a salir de allí.

Ivonne entró a la habitación de Andraya con una bandeja con el almuerzo

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Ivonne entró a la habitación de Andraya con una bandeja con el almuerzo.

—Calenté un poco de chipa guazú y una ensalada —dijo dejando todo encima del buró de la castaña—. Tienes que comer algo, ya son casi las dos.

Raya se removió en la cama, sin apartar la frazada que la cubría hasta la cabeza. Todavía seguía intentando dormir y no tenía pensado darse por vencida.

—No quiero comer —se quejó.

—Tienes que hacerlo —le reprendió la rubia.

Aceptó frustrada. Ni siquiera el frasco completo de pastillas para dormir le había ayudado a descansar un momento. Quería dejar de pensar en Zack y en lo que hubiera sucedido si él hubiera muerto en el accidente. Sentía un hoyo en el estómago al imaginar que no volvería a verlo.

𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora