Parte 24

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 Transcurrieron dos semanas sin que Andraya se hubiese convertido en Luna. No había querido tener la menor oportunidad de encontrarse con Noctua. No estaba preparada para enfrentarlo, ni siquiera quería intentarlo y agradecía el no estar obligada a convivir con él. Además, si no le había importado asesinar a una mortal, él podría estar esperando que su sangre fuera estudiada para saber si podía alimentarse de ella o no.

Se había concentrado en su relación con Zack. Habían pasado de salir a escondidas a ser novios a escondidas. Casi todas las noches salían juntos a cenar o a bailar. Se mezclaban entre las personas de clase media para que no pudieran reconocer a Zack. Ivonne había empezado a sospechar mucho más que antes. Andraya la había convencido de que muy pronto le revelaría la identidad de su novio.

Pidió una bebida energizante al barman que estaba sirviendo a los demás. Esa noche estaban celebrando el cumpleaños de Juan, el encargado de las reservaciones y del libro de visitas del hotel. Se había apartado un pequeño bar para la celebración. Estaba sentada observando a los demás. La pista de baile estaba casi llena y en un rincón había un grupo que bebía alrededor de una mesa de billar. También había una mesa donde se jugaba cartas y un televisor plasma de treinta pulgadas estaba encendido en silencio, en el canal de deportes.

—¿Quién va ganando? —preguntó al acercarse a la mesa de póquer.

—Marta —respondió un orgulloso Roberto mientras fumaba un cigarro.

—No suelo tener suerte cuando juego —añadió la mujer antes de volver a fijarse en su jugada.

—Raya, ¡ven a bailar! —se acercó Ivonne.

—Ya voy —dejó su bebida en la mesa más cercana y fue a la pista de baile.

Ya que la música que sonaba en ese momento era lenta, aprovechó y bailó con Juan. Le había regalado un aparato que unía las funciones de un despertador, una linterna y un control universal. Ivonne la miró preguntándole si su novio secreto era Juan y, por sobre el hombro de él, ella negó con la cabeza. Juan era un moreno muy atractivo, pero Andraya lo veía como un amigo.

Los ruidosos dados que estaban colgados por la puerta del local resonaron en los oídos de la castaña. Se disculpó con Juan y regresó a la barra.

—Dame un wisky doble —le habló al barman—.  ¿No vas a saludar a Juan? —le preguntó a Zack cuando se sentó a su lado.

—Me gustaría saludarte a ti como es debido —le susurró provocándole un sonrojo.

Andraya se fijó si alguien se daba cuenta de que Zack estaba prácticamente encima de ella y, al ver que todos estaban entretenidos, lo apartó poniendo sus manos en el pecho del hombre. Él sonrió y se alejó para ir a saludar a los demás. Ivonne volvió a acercarse para pedirle que fueran a jugar con los dardos.

—Tú primera —le cedió el lugar a la rubia—.  ¡Buen tiro! —exclamó cuando acertó el tercer círculo concéntrico desde el blanco.

Andraya tiró segunda y se dejó ganar. No había razón para presumir su puntería en ese lugar. Aunque también estaba la opción de decir que el alcohol era el responsable de lo que sucedía allí. Tres personas más se unieron al grupo para jugar y comenzaron las apuestas. Después de perder cien mil guaraníes, la castaña se retiró del juego.

—Iré al baño —comentó cuando pasó frente a Zack.

Aprovechó el hecho de que, a excepción del labial rojo, no llevaba maquillaje y se refrescó el rostro. Eran las doce de la noche y estaba algo cansada. No había podido dormir en una semana completa. Cerraba los ojos y veía la escena de Noctua en el parque. Movió la cabeza a los lados para despejar su mente.

𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora