Parte 4

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Por la puerta de urgencias ingresaron los paramédicos arrastrando una camilla con una mujer de cabello castaño chocolate envuelta en un oscuro color granate.

—Adminístrenle plasma por intravenosa, ha perdido mucha sangre —ordenó una de las doctoras que corrieron a socorrerla.

—Quiero una unidad de sangre ahora —se escuchó a un hombre.

Andraya casi no tenía señales de vida. No estaba consciente, parecía estar en el umbral del cielo. Esa sería la máxima proximidad que alcanzaría con aquel anhelado lugar. No estaba preparada para irse y tampoco para quedarse. No sabía cuál era su lugar. Todo era de color negro y nada importaba.

Ya estaba hecho, le habían sacado la sangre

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Ya estaba hecho, le habían sacado la sangre. Todo marchaba bien. Ahora todo dependía de Andrew. Si su sangre llegaba a los laboratorios, empezarían a sospechar. Ésta no era como la humana, era muy diferente y poderosa, con un veneno mortal para los de su especie. Un aroma desconocido lo inundó. Se preguntaba qué era. Definitivamente, era sangre. Sangre que lo llamaba a probarla, pero ¿de quién?

La enfermera que había salido un momento para llevar la sangre, ingresó de nuevo a la habitación de hospital.

—¿Qué sucede allá afuera? —preguntó con curiosidad.

—Ingresaron a una chica muy mal herida, está perdiendo sangre a borbotones —dijo mirando su bata blanca.

Thalia estaba sucia con sangre, no mucha, pero estaba sucia. Se quitó la bata y la intercambió por otra que estaba en el perchero.

—Sr. Bale, solo debe esperar unos minutos para confirmar que no se siente mal después de haber donado sangre.

—Estoy perfectamente bien.

—Son las reglas, simple protocolo —lo cortó y salió de nuevo.

El hombre se acercó a la bata que había dejado la enfermera. Ese mismo olor se concentraba en la tela. Ese delicioso aroma. No pudo evitar que sus ojos cambiaran de color a unos violeta y rojos. Quería cazar, quería beber esa sangre. Pero se controló. Afuera estaba inundado por la prensa, si se descontrolaba podía arrepentirse. Se concentró en el aroma, uno muy peculiar para su gusto. Genial, ahora no se quitaría eso de la cabeza hasta encontrar a la persona responsable.

 Genial, ahora no se quitaría eso de la cabeza hasta encontrar a la persona responsable

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𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora