DANSE

일곱.

Jungkook estuvo buscando el resto del día al mayor, pero no lo encontró. Anduvo por todos los rincones de la escuela, pero en todos decían no haberlo visto hace unas horas, algunos decían que él se había ido diciendo que debía ir a retirar a su hermana menor, y el castaño bien sabía que, Min Yoongi no tenía ninguna hermana. Se sentía de alguna manera rechazado, pero por primera vez sólo se dejaba llevar, por lo que no le importó sentir aquella presión en su pecho cuando no lo encontró en ningún rincón, al día siguiente, siguió buscando la cabellera negra que tanto le gustaba.

Después de que las horas pasaran, Jungkook decidió en tomarse un tiempo para descansar de su búsqueda, la verdad él sí quería aprobar la materia, y aunque​ sería mucho más divertido hacerlo con su mayor, y aunque ya se sabía aquella coreografía de memoria, comenzó a practicarla.

El menor ya había salido del baile hace tiempo, él sólo estaba repitiendo la canción mientras sólo hacia improvisación, no pensaba claramente en realidad, no le prestaba mucha atención a la música ya. Sólo estaba desquitando todo el estrés que había juntado sólo por las palabras de su hyung el día anterior.
De repente sintió que la música volvía al principio, haciéndolo voltear.

El pálido estaba algo sudado, traía unos pantalones deportivos y una camiseta negra, su cabello pegado a su frente y su respiración agitada.
Por primera vez en toda la pequeña relación que habían armado con Yoongi, era Jungkook el que le comenzaban a sudarle las manos al verlo así.

—debo aprobarla.— admitió, encogiéndose de hombros y simplemente dándose vuelta para comenzar a ensayar.

El menor sentía su corazón latir tan fuerte que pensaba en la posibilidad de que se escapase de su pecho, él no solía sentir estás cosas, él debía tener todo planeado y eso lo preparaba para no sufrir tanto este tipo de sentimientos, pero dios, la idea de tener que tocar al chico lo hacía temblar, la idea de que él solo haya aparecido para darle una oportunidad a aquel baile lo hizo tragar duro. Imitó la acción del contrario, preparándose mentalmente para lo que venía, pero no, Jeon no estaba listo aún y ya había comenzado la canción.

Entonces en el momento que él debía solo apoyar su mano en la cadera de Yoongi, sintió sus manos hasta pesadas y su respiración se había vuelto irregular, hasta más que cuando ensayaba por horas, y su pecho se sentía apretado mientras sus labios se secaban, se sentía pequeño, cobarde, con miedo.

El pálido puso su espalda contra el pecho del más alto, y bajo tan lentamente como pudo, moviendo sus caderas de manera circular tal como le había enseñado el castaño que se limitaba a mirar cada movimiento, arrepintiendose de haberle enseñado esas cosas, de haberle dicho que podía acercarse de esa manera, era tan tortuoso. Cuando el pálido iba subiendo, inevitablemente llevó sus manos hacia la cadera de él.

Diablos, su estómago daba vueltas, hasta llegaba a sentirse mareado por la cercanía y embriagado por la colonia tan dulce que llevaba el mayor.

—yoongi...— sonó como una súplica. Todo el poder que antes podía sentir sobre el contrario, se había ido. Había caído de rodillas frente los sentimientos que le comenzaron a provocar las sensaciones, no podía detenerse.— en serio quiero que apruebes la clase de danza.

Pudo sentir como el pelinegro se había tensado unos segundos por lo dicho, se había cuestionado si aquello tenía un sentido más allá, y tal vez, con todo lo que había pasado entre ellos, si había algo oculto entre esas palabras.

—bien.— susurró, con la voz algo quebrada, ya que sentía los labios del más alto rozando en la piel de su brazo. No sabía cómo habían llegado tanto en la coreografía, no recordaba casi nada.

Y todo se repitió, la presión en el cuello, y hasta ahora había pasado su cálida lengua con algo más de confianza. Y el beso.

Pero está vez nadie se alejó, ni corrió. Y jungkook se preguntó el cómo había sido tan idiota por no haberse dejado llevar antes para así experimentar todo esto.