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yoongi se encontraba en el fondo de la clase comiendo un poco de los fideos instantáneos que había sacado de la cafetería, no eran los mejores que había probado pero se moría de hambre. Observaba con atención los movimientos que sus amigos y compañeros hacían, era una de las coreografías más difícil que habían hecho según su opinión, su mirada pasaba de el menor de la clase hasta hoseok, quienes eran los mejores.
Veía con la rapidez y precisión con la cual movían sus piernas y brazos tal cual la profesora indicaba, estaba tan concentrado, que no se dió cuenta que la anteriormente nombrada, vió su cabellera negra por el espejo detrás de todos los alumnos esforzándose, en un rincón de la clase.

Enojada se dió vuelta, parando de dar la clase dejando a todos bastantes confundidos, hasta que vieron la razón de todo; yoongi.
el castaño menor, se rió por lo bajo. Ese hyung en particular le gustaba mucho, le parecía algo gracioso como también vago, le hacía gracia su desinterés por la clase, como hacía que la mayor tuviera tanto estrés, hasta parecía que en cualquier momento le aparecerían canas verdes por no ver al pelinegro hacer algo más que apoyar su trasero en el suelo y comer mientras veía a todos como se movían. Por que esa, no era la primera ni última vez, eso era seguro.

—min... ¿podrías pararte y participar en la clase? Por favor, no hagas esto otra vez. Hazlo fácil para mí.— suplicó la mujer, ya cansada por la falta de interés de el muchacho en la clase. Era uno de los más grandes del salón, sin embargo, no ponía ni un poco de su parte, ni daba una buena imagen a los chicos más pequeños. Se suponía que él debía ser uno de los más maduros junto sus amigos, pero a veces sentía que eran uno más de tercer año.

La profesora tenía puestas todas sus fichas en el pelinegro, hasta lo había cambiado de clase mezclandolo con los cursos menores así no se le hacía tan difícil las coreografías, y así, él podría pasar de curso. Pero simplemente él no ponía de su parte, y aunque ella quisiera, no podría pasar al muchacho.

El chico se levantó, dejando su comida a un lado dispuesta a dar su asombrosa y deslumbrante presencia en la clase, porque seguramente sus pasos de baile a ese nivel profesional que tenía, dejaría deslumbrada a toda la clase.

Y lo hizo, deslumbró a toda la clase con sus caídas, tropiezos, fallos y pisotadas hacia los demás alumnos. El mayor no podía ser más torpe con sus movimientos, y su profesora no podía estar más cansada de pasar siempre la misma situación.

Cuando estaba por irse, llevando la poca dignidad que le quedaba después de esa clase, sumando las múltiples burlas que tuvo que tragarse de sus amados amigos, la mayor la llamó (en un tono algo fuerte, siendo sinceros) llamando la atención de todo el alumnado que todavía no se había ido.

—min yoongi, debemos hablar.

DANSEWhere stories live. Discover now