Ver a Peter no solo implica recordar mi pasado, me hace recordar todo lo que sentí cuando solo empezó a verme como el resto de las personas. Es como cuando tienes un ídolo y de repente un día solo abres los ojos y todo lo que creías que era, no es, te decepciona y te hace perder la fe en ti misma porque la única persona que quieres que confié en ti no lo hace. Eso es lo que sentí cuando Peter solo me dejo, mi hermano, la persona que se supone que juro protegerme siempre, fue la que se encargo de hacerme añicos con solo dos palabras. Se supone que yo le destruí la vida y que merecía que él destruyera la mía; quizás ahora sienta que estamos a mano. Ha pasado tanto tiempo, no sé sí quiero perdonarlo, no sé si puedo tampoco, la cuestión es que no quiero averiguarlo. 

-          ¡Dios! ¿Qué te hizo? Estoy aquí. –Murmura besando mi cabello cada vez que pasa la mano por este.

Peter parece haberse ido, de cualquier forma no quiero salir de aquí.

No pienso salir de aquí.

                El problema con los ataques de ansiedad que me dan, es que luego termino sintiéndome peor de cuando los tengo. Hace mucho no me pasaba y que me pase enfrente de Tyler representa para mí demostrarle mis miedos y debilidades, demostrarle que después de todo no soy tan normal como él piensa, que eso especial que ve en mí implica problemas pero después de abrirle mi corazón lo último que quiero es que salga corriendo, huyendo despavorido de la rareza que tiene como prospecto de novia.

¿Novia?

-          Te hice un té. –Se sienta en el sofá a mí lado y yo lo recibo totalmente avergonzada. -¿Ya no vas hablarme? –Sé que está preocupado pero no quiero hablar. Declino con la cabeza y lo veo encogerse de hombros y hacer un mohín adorable sin dejar de mirarme. – Entonces no iré a ninguna parte hasta que sepa que estás mejor.

-          Tienes un compromiso, Tyler. –Le digo- Por favor, solo déjame sola. 

-          ¡Aja! –Sonríe ampliamente dibujando ese brillo habitual en su mirada- Sabía que acabarías por hablarme.

Sonrío involuntariamente.

-          Por lo menos te hice reír. –Se acerca a mí en el sofá para estar más cerca.

No puedo evitar ponerme nerviosa cada vez que lo tengo tan cerca. Es una rara sensación, es como si los ataques de pánico se apoderaran de mí de una buena manera porque toda esa energía me hace querer correr lejos de él pero al mismo tiempo no me deja moverme, por más que quiera, no es una opción huir lejos de él aunque la mayoría de las veces es lo que quiero.

-          Disculpa por lo de hace un rato. –Puedo ver mis manos aun temblando mientras el humo sale del té.

-          ¿De verdad estás pidiéndome disculpas? –Me pregunta con el ceño fruncido y yo asiento. - ¿Cómo? ¿Cómo vas a pedirme disculpas, Alaska? ¿Disculpas de qué?

¿Está enojado?

-          Bueno, lo que acaba de pasar. –Me encojo de hombros evitando mirarlo- Estoy harta de no poder controlarme, de no saber cuando tengo que ser realmente fuerte, Tyler.

-          ¿Fuerte? ¿Sabes lo que es fuerte? –Me pregunta tomando mi barbilla para obligarme a verlo- Salir todos los días a la calle e intentar ser una persona mejor siendo solo quien eres, ¿Asperger y ansiedad? Eso no te hace débil,  te hace una persona admirable; me hace admirarte cada día más, como persona y como profesional. Haces que todos a tu alrededor admiremos la fuerza que tienes para siempre seguir adelante a pesar de todo, Alaska. –Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Quizás tenga razón pero no quiero admitírselo. – No conozco a nadie más fuerte que tú y ¡Joder! Estoy tan enamorado que no puedo expresarlo con palabras. 

Diez Maneras De Odiarte.Where stories live. Discover now