Prólogo

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Llovía, llovía mucho, los rayos partían la noche en dos con tanta fuerza que casi parecía que el cielo estuviese descargando toda su ira sobre el mundo; casi porque, por supuesto, el cielo no estaba vivo, después de todo solo es una ilusión óptica, un engaño causado por la refracción de la luz; porque, por supuesto, no existía ninguna bóveda celeste como sostenían los griegos, no hay cielo, porque el cielo es todo, el mundo entero, las estrellas, los planetas, la propia Tierra flota en él. Si de verdad el cielo estuviese vivo, si tuviese sentimientos, si descargase su ira contra la Tierra, ni todos los dioses, que, por supuesto no existen, podrían salvarnos. ¿Verdad?

El Trono de OthrysWhere stories live. Discover now