{Capítulo 39}

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El auto arrancó y casi de inmediato el semáforo en rojo los obligó a detenerse. Alice miró el rostro de Logan por medio del espejo retrovisor. Estaba serio —tal vez molesto— pero de lo que estaba segura al cien por ciento era de su incomodidad... porque ella también lo estaba.

Le fastidiaba soberanamente que no pudiese compartir espacio con Logan sin que la tensión sea palpable en el ambiente.

Quería salir huyendo, y si no lo hacía era solo por Dean.

El semáforo cambió a verde y el ruido del tráfico inundó la cabina. Alice se reclinó en el asiento, resignada. Contempló el paisaje urbano mientras sus oídos se deleitaron con la música indie.

Logan se inclinó en dirección a Dean y le susurró algo al oído.

—¿Por qué me haces esto?

—Es mi amiga y para que lo sepas no tengo porqué darte explicaciones. Si te molesta puedes bajarte.

Logan soltó una risa irónica.

—¿Ahora es tu amiga? Que yo recuerde no te preocupaste por ella ni un solo segundo mientras estábamos en el campus.

—Sí que lo hice —gruñó. Sus manos se aferraron al volante con aprehensión—. Siempre hablé con ella.

—¿Y eso cada cuánto era? ¿Cada una o tres semanas?

—Si no quieres que mi puño termine en tu rostro más vale que cierras la boca en este instante —le amenazó.

Logan rodó los ojos y volvió a su asiento. Tomó los auriculares que guardaba en el bolsillo, los conectó a su teléfono y subió el volumen de la música al máximo. Por su parte, Dean bajó el sonido de la radio y contempló a Alice por el espejo. La extrañó mucho pero no sabía qué tanto hasta que volvió a verla.

—Ya estamos solos —esbozó una sonrisa que iluminó el semblante de Alice.

—Te extrañé —confiesa.

—Yo también. Es horrible no tenerte cerca. —suspira con pesadez. Sus manos se aflojan y sus dedos crujen luego de liberar tanta presión. La culpa se asienta en su pecho y se revela por medio de sus ojos tristes—. Compartí demasiado contigo y siento que el habernos separado me está afectando. Es como si una parte de mí me dijera que debo seguir a tu lado, y no solo como amigo... sino como apoyo.

Una sonrisa cálida tiró de las comisuras de Alice. Dean era un amigo excepcional y no se merecía que le mintiera. Incluso haciéndolo él se daba cuenta de que algo andaba mal.

Se merecía el cielo y mucho más...

—Eso ya quedó en el pasado, no te angusties. Yo... he entendido muchas cosas en este tiempo. He afrontado situaciones que me hicieron comprender mucho y siento que las heridas empiezan a sanar.

—¿En serio? —Había bienestar en sus pupilas, como si una carga pesada se hubiese retirado de sus cansados hombros—. Eso... eso me alegra mucho, Alice. De verdad.

—Bueno, basta de hablar de mí. ¡Cuentemente de ti! ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

—Quería sorprenderte... ¿Funcionó?

—Vaya que sí.

—La verdad es que tenía miedo de no encontrarte. Siempre estás viajando y cada vez que te llamo estás en un lugar distinto. ¡Pero... mamá dijo que estabas aquí así que me reservé el comentario!

—Significa que si hubiera seguido en Nevada... ¿me hubieras dicho que vendrías?

—¡Claro que sí! Y si no venías yo iría a ti.

MANIPULADO | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora