{Capítulo 11}

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La noche para Alice fue difícil y larga. En ningún momento pudo conciliar el sueño, y no era por el dolor en su pómulo, sino que por el dolor que había en su corazón.

No había parado de llorar en toda la noche por la daga que Logan había atravesaba en su alma. ¿Cómo era posible? ¿Cómo fue posible que Danielle le lavara el cerebro a tal punto que él olvidara su amistad de tantos años y la golpeara sin ningún remordimiento?

«Maldita desgraciada» pensó.

Después de que Logan se hubiera ido, Alice subió a su habitación dónde cerró todos sus libros de estudio y se sentó sobre la cama. Permaneció allí sentada por un rato, observando la nada cuando de pronto, el dolor en su pómulo se hizo presente y se levantó para ir al baño y mirarse al espejo. Definitivamente Logan le había dado un buen golpe, tenía esa zona completamente roja e hinchada. Se colocó un poco de pomada para tratar de quitar la hinchazón y luego se dispuso a ir a la cama.

Escuchó cuando sus padres llegaron de su salida, y ni siquiera cuando éstos se fueron a dormir logró conciliar el sueño. Estuvo prácticamente toda la noche en vela hasta que finalmente, a las seis de la mañana, el cansancio la venció. Desafortunadamente la alarma del despertador sonó tres horas después, y lo único que quería hacer era aventarlo por la ventana. No tenía ganas de levantarse, tenía mucho sueño. 

Sabía que le había ido bien en el último examen, ¿para qué saber la nota? ¿Para qué asistir a una aburrida consulta con un profesor que generalmente lo que decía era lo opuesto a lo que ponía?

El problema era que tenían que devolver unos libros y Dean le había pedido que lo acompañaba a una clase. Si hubiera sabido que todo eso pasaría le hubiera dicho un grandísimo no, pero para su desgracia el don de clarividencia no lo poseía. Ahora, cansada y desganada, no tenía tiempo como para pensar en una excusa que valiera la pena. Así que se levantó y se dirigió al baño. 

El estómago le dio un vuelco al ver su reflejo en el espejo. No podía creer que aquello estuviese en su cara: una mancha violácea y ligeramente hinchada. 

¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? No podía salir a la calle de esa forma.  

Buscó en su gaveta de maquillaje algo de polvo. Comenzó a aplicarlo lentamente sobre su cara. Con cada aplicación era una mueca de dolor. Después de varias aplicaciones y retoques, Alice logró ocultar el intenso color morado, mas no la inflamación.  Tomó un peine y se peinó de tal forma que parte de su cabello ocultó el pómulo herido. 

El cambio era demasiado obvio así que tomó una gorra de hilo y se la colocó en la cabeza para disimular más. Se miró una última vez.

«Esto es tan estúpido».

¿Por qué ocultar la realidad? La persona que le hizo eso era la prueba fehaciente de que el antiguo Logan había desaparecido. 

Tal vez sus padres estarían conmocionados, enfadados, y los entendería. Ella también se sentía de la misma forma, pero la gran diferencia sería Dean. A él no podía decirle la verdad.



Después de terminada la clase de consulta, Dean salió pavoneándose porque todo lo que habían dado él ya lo sabía. Se sorprendió bastante de lo que el estudio diario y llevadero puede hacer. Alice no podía evitar reírse de las tonterías de su amigo, pero el dolor le resultaba algo molesto, así que intentaba sonreír de lado o taparse la boca con la mano.

En ningún momento se habían topado con Logan y eso era más de lo que podía desear. No quería verlo en lo absoluto. 

Estaba deseando volver a casa para dormir una larga siesta, pero la suerte parecía no estar de su lado. Quien se suponía debía estar a cargo de la biblioteca no estaba, y en su lugar había dejado un cartel donde avisaba que volvería después del almuerzo. 

MANIPULADO | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora