{Capítulo 8}

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Eran las diez de la noche, Logan se había quedado a dormir en casa de Danielle como lo hacía la mayoría de los días. Y como la mayoría de los días que él se quedaba en su casa... Bueno, ya saben, ¿no?

Logan estaba sobre Danielle, besando cada rincón de su tersa piel de porcelana. Con una de sus manos acariciaba su cuerpo mientras que con la otra aguantaba el su propio peso para no aplastarla.

Danielle se encontraba usando su lencería celeste pastel, y en lo único en lo que podía pensar era en que Logan se la quitara. Quería sentirlo dentro de suyo, quería sentir ese placer que solo él le hacía sentir. Cada vez que sentía como la mano de Logan se paseaba de arriba abajo por el borde de su tanga, sentía un cosquilleo placentero, pero para su desgracia en ningún momento se la quitó. Por ello, decidió ella misma quitarle sus bóxers para acelerar el proceso. Ni bien sus manos comenzaron a bajarle su ropa interior, Logan se apartó rápidamente como si tuviese un resorte en las piernas.

— No.

Danielle apartó sus manos por el susto y se quedó contemplando la actitud extraña de Logan. El mismo se sentó en el borde de la cama con las piernas flexionadas. Tenía la mirada baja y su respiración se había hecho más irregular.

Danielle se incorporó y se acerco al joven, le preocupaba su estado.

— Amor, ¿Qué sucede? —Preguntó tomándolo por el brazo.

— Esto no está bien, está mal.

— ¿Qué está mal?

— Lo que hice. —Elevó la mirada para verla—. Lo que le hice a Alice.

— ¿Por qué? Tú mismo te sentiste orgulloso.

— Sí, lo sé... pero no, no puedo estarlo. Hoy... hoy...—Mojo sus labios con su lengua. No podía hablar de los nervios—. Su rostro... tenías que ver su rostro... estaba sufriendo por lo que yo le hice y eso no está bien, ¿entiendes? No lo está.

— Mi amor, no tienes porque sentirte culpable. —Comenzó a acariciarle los hombros.

— Sí, si tengo. Yo... —Su ceño se frunció y su rostro cambio por completo. Danielle lo observo detenidamente y pudo darse cuenta de que él se había dado cuenta de algo—. La calle tenía un cordón... Un cordón de cemento. Si ella se hubiese golpeado con él... —Sus ojos se clavaron en Danielle—. La hubiese asesinado.

Ante aquellas palabras la alteración comenzó a reproducirse a lo largo de todo su cuerpo.

—La hubiese matado... Danielle... Yo...

— No, no, no. —Dijo tratando de calmarlo. Tomo su rostro delicadamente y pudo notar como estaba al borde de las lágrimas—. Tú no la hubieses matado... Y si fuese así, no tienes porque ponerte triste. Logan, escúchame... Lo que ella quiere es hacerte esto. Hacerte daño, que sufras... ¿Qué no te das cuenta? Ella ya lo tiene todo planeado, quiere que sientas compasión por ella para así dejarme a mí.

— No. Jamás podrá hacer que me separe de ti.

— Eso es. No se lo hagas tan fácil, ¡Lucha! Porque ni bien caigas en sus redes te lavara el cerebro y te pondrá en contra mío, haciéndote olvidar todo lo que pasamos juntos.

— Sobre mi cadáver—Su rostro de tornó sombrío—. Ni ella ni nadie podrán separarme de ti. Y el que lo intente... se las verá conmigo.

— Ese es el Logan que conozco —Se acerco para besarlo y Logan no dudo en corresponderle. A medida que los segundos pasaban el beso se iba haciendo cada vez más intenso, hasta el punto en que por fin ambos tuvieron una noche de placer.

Las clases eran aburridas como siempre, pero ahora todo mundo estaba un poco alterado con el período de exámenes que se acercaba.

Logan había sacado algunos libros de la biblioteca para ya ir estudiado. Todavía había tiempo pero era mejor ir empezando desde ahora. Los  profesores parecían exigir más de lo que dieron en el año, y tener una información más solida de lo que se dio aseguraba una buena nota.

Estaba guardando los libros en su casillero cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Inmediatamente se volteó y una mirada de repulsión apareció en su rostro ni bien sus ojos se encontraron con Alice.

— ¿Qué quieres? —Le habló de mala gana.

— Hablar contigo.

— Pues qué lástima, yo no deseo hablar contigo. —Cerró con fuerza la puerta de su casillero para demostrar su enojo.

— No te pido permiso. —Apoyó sus manos en su cadera—. Quiero saber qué es lo que sucede contigo. Primero eras mi mejor amigo, luego me diste vuelta la cara, después pensabas dejarme tirada en el suelo, ayer pareces deprimido por lo que me sucedió y ahora te haces el enojado. ¿Qué diablos te sucede?

— Nada que te incumba. Además, ya te dejé  claro que no quiero saber nada de ti.

— ¿Por qué? ¿Por qué piensas que te quiero separar de Danielle? ¿Por eso?... —Se cruzó de brazos—. Dime, ¿Qué más te dijo ella que te lo creíste?

— ¿Disculpa?

— ¿Qué no te das cuenta de que te está manipulando? ¡Abre los ojos, Logan! Te estás quedando sin nadie a tú alrededor y estas volviéndote una persona vengativa... Tú no eras así.

— A veces las personas cambian. Y la que se está quedando sola es otra persona.

— ¿Qué no te das cuenta de que te están manipulando? ¡Te puso en contra mío!

— ¡Ella me abrió los ojos!

—  ¡Pues de una forma retorcida!

— No tengo por qué creerte y mucho menos porque estar escuchándote.

— ¿Por qué? ¿Por qué sabes que lo que te digo es verdad? ¿Qué pasaría si esto fuese al revés? Que yo fuera la que actúa de la misma forma que tú y tú te pones en mi posición, dime, ¿Qué harías?

— No tengo por qué contestarte eso. —Dijo serio.

— ¡Sí, lo sabes! ¡Contéstame! — Le exigió.

— ¡Que te calles! —Le gritó con rabia y automáticamente alzó su mano.

Alice abrió los ojos de par en par. ¿En verdad iba a golpearla?

Al observar el desconcierto y temor en la mirada de Alice, algo se estremeció dentro de Logan. Miró su propia mano y la bajó inmediatamente. No podía creer que hubiese estado a punto de golpearla... ¿Pero de qué se queja? Ella se lo merecía. El que no haya podido golpearla era un signo de debilidad, y no podría mostrarse débil. Estaba en juego su relación con Danielle si no ponía a Alice al margen. 

Respiró profundo tratando en vano de calmarse. Estaba furioso.

— No vuelvas a acercarte, ¿comprendes? —Y se marchó sin más.

Alice aún estaba en shock por lo que había estado a punto de suceder. No podía creer que Logan, su mejor amigo de toda la vida estuviese a punto de golpearla. Nadie podría sacarle de la cabeza que aquello fue obra y gracia de Danielle. Ella fue quien le enseñó eso.

Esa maldita arpía le había lavado el cerebro y lo había puesto contra de ella.

Aun así, Alice sabía que todo esto que Logan hacía no era su intención, sino que por culpa de Danielle. Y no descansaría hasta recuperar al Logan que ella conocía..., al Logan del que se había enamorado.

MANIPULADO | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora