Capítulo 22

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Dante se encontraba en la oficina revisando algunos documentos bajo la mirada seria de su secretaria, pues ella esperaba recibir respuesta inmediata.

—Está todo bien, no te equivocaste. Saca copias de esto y ponlo en carpetas.

—Ya sé cómo hacer todo eso, es mi trabajo. —dijo la mujer quitándole los papeles para salir, pero se detuvo un momento en la puerta. —Dante, sé que no debería preguntarlo, pero, ¿has estado bebiendo últimamente?

—No, ¿por qué? —levantó la mirada confundido, pues no esperaba esa pregunta.

—Bueno, tienes cara de no haber dormido toda la noche, de hecho, parece que no lo has hecho en toda la semana. Solo te ves así cuando llegas apestando a alcohol, pero no he notado aroma a licor en ti. Aunque debo reconocer que no te ves tan amargado como de costumbre.

— ¿No tenías trabajo pendiente? Te despediré si vuelves a hacer esa clase de comentarios. —advirtió molesto. —Y no, no he dormido bien, así que, si ya lo notaste, deberías haber traído un café desde hace rato, ¿qué esperas?

La secretaria bufó saliendo de ahí, le llevaría un café tan cargado que no podría sorber ni un trago. Eso le daría una lección.

Dante suspiró recargándose en el escritorio, estaba agotado físicamente. No descansó en toda la noche, ni en las pasadas cinco. Había tenido tanto sexo con ese pequeño Omega, que sentía como si hubiese corrido un gran maratón durante toda la semana.

Jamás había hecho algo así, a lo mucho lo repetía tres veces por noche y era todo, pero, ese chico le excitaba tanto, apenas acababa y su erección volvía con solo mirar a su lado el tierno rostro del menor, y su sonrisa de haberlo disfrutado. Aunque, a decir verdad, Ori dejó de sonreír cuando ya solo quería dormir.

Incluso lo hacía bañarse con él, lo penetraba también en la ducha, mientras Ori solo jadeaba con cada movimiento.

Quizá se había excedido, y ahora le preocupaba. Pensó que si él mismo, siendo un Alfa en perfecta condición física, estaba agotado, seguramente Orién debía estar deshecho después de no parar por casi una semana entera.

El muchacho no lo decía, pero, hacerlo cada noche sin cesar, debió haberle pasado factura, y Dante caía en cuenta apenas, eso explicaba por qué Ori casi no se movía, a pesar de estar siempre dispuesto a hacerlo.

Tomó el teléfono y marcó el número de su departamento, pero nadie contestó.

Ya no tenía trabajo pendiente y apenas eran las once, así que decidió regresar. Quería verificar que Ori estuviese bien, quizá repetirlo una vez más, solo una, después lo dejaría descansar enserio. Tomó sus llaves y salió de prisa.

No era el primer día que volvía temprano a casa para volver a repetir esos encuentros, lo cierto era que estar íntimamente con ese Omega le permitía olvidar muchas cosas que le incomodaban. Ya no pasaba las noches bebiendo hasta no saber más, y en su lugar estaba Ori, siempre debajo suyo gimiendo suavemente y sonrojándose mientras lo poseía.

No iba a negarlo, Ori era increíblemente excitante, y no necesitaba otra cosa que no fuera ese chico, pero no pensó antes que podía haberse excedido un poco con él.

Tras un rato de conducir por la ciudad, Dante llegó al departamento y entró quitándose la corbata. Notó enseguida que Ori había limpiado, la noche anterior lo habían hecho en la cocina y luego en la sala, el alboroto había sido tal que algunas cosas se rompieron durante el frenético encuentro, esa mañana el lugar era un caos.

NO FUE MI CULPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora