Capítulo 4

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El Alfa salió de esa cabaña y volvió a la mansión, pero no podía quitarse de la cabeza el estado en que había dejado a Yune, lo había golpeado antes, pero siempre medía su fuerza, y esta vez no lo hizo. Pasó el día entero con ese cargo en su conciencia, si es que a eso que tenía muy en el fondo podía llamársele conciencia.

Esa noche, al suponer que Emma no volvería hasta el día siguiente, se quedó en su habitación. Hablaría con ella, si las cosas iban a seguir así, bien podía cambiarse de cuarto en lugar de hacerlo él.

Para el día siguiente, por la tarde, Dante se encontraba en su despacho revisando los estados de cuenta de las tarjetas que compartía con su mujer. Estaba bastante sorprendido de los excesivos gastos que ella hacía, aunque era de esperarse, si se la pasaba visitando los bares más cotizados de la ciudad, y las exclusivas tiendas de moda. Tenía que dejarle en claro un par de cosas, y como si la hubiese invocado, la puerta se abrió dando paso a la hermosa rubia, que tenía pinta de no haber dormido en semanas, ya no se veía tan perfecta, de hecho ya ni siquiera lucía la mirada cariñosa que lo conquistó.

- ¿Acaso no sabes tocar? -cuestionó molesto mientras ella se acercaba, la vio sentarse con ese aire de grandeza, cruzando sus largas piernas y frunciendo el ceño con algo que parecía enfado.

-No estoy para tonterías, apenas llego y me entero de lo que sucedió ayer. ¿Sabes lo que tus empleaduchos han estado comentando?

-No. Y me tiene sin cuidado.

- ¡Dicen que te estás cogiendo a tu pedazo de gata que tienes en el jardín! -exclamó azotando su cartera de mano contra la mesa. - ¿Cómo está eso de que lo traías por la casa medio desnudo? ¡Más te vale que no me estés poniendo el cuerno!

-Lamento decepcionarte, los empleados han acertado, me he estado cogiendo a Yune. Y eso es más tu culpa que mía, que te la vives en fiestas, ¿acaso no se supone que querías pasar tu vida conmigo? -reprochó arqueando una ceja, y se levantó rodeando el escritorio para acercarse a la mujer. -Tú misma has provocado que busque en otro sitio lo que ya no hay entre nosotros.

Emma se abstuvo de contestar, lo suficiente para entender lo que Dante decía. Sonrió satisfecha y se estiró hasta alcanzar una mano del Alfa, atrayéndolo más hacia ella.

-Ya entiendo. Hace mucho no nos divertimos juntos. No tenías que caer tan bajo con esa bestia que no me llega ni a los talones, no se compara conmigo, ¿cómo se te ocurrió remplazarme con eso? -se puso de pie pegando su pecho al de Dante, sonriendo cuando él miró su pronunciado escote. -Tienes razón, es mi culpa, y lo pasaré por alto, pero no quiero que se vuelva a repetir.

- ¿Cómo piensas impedirlo? -retó Dante tomándola con firmeza de la cintura. Extrañaba ese cuerpo, esos pechos, aquellas piernas acariciando entre las suyas provocándole.

-No voy a perderte por algo tan vano, sabes que soy tuya, puedes tomarme, y olvidarte de reemplazarme con cuerpos ajenos. -se estiró rodeándole el cuello con sus brazos y buscó sus labios.

Comenzó con un beso, mientras buscaba desabrochar el pantalón que estorbaba. Dante le siguió el juego, arrancó con ganas el ajustado vestido que dejaba tan poco a la imaginación, y giró poniéndola sobre el escritorio, con esa misma euforia se deshizo de las estorbosas bragas y la penetró de golpe.

Emma gimió complacida, comenzó a moverse al ritmo de su Alfa. Se aferró a él buscando satisfacerlo, pues era tal como dijo, no lo iba a perder por una estupidez. No tiraría a la basura el matrimonio que le había resuelto la vida, y divorciarse de él no era opción, sabía que no obtendría ni un centavo si se largaba. Bien podía darle lo que él quería, podía entregarse tantas veces fuera necesario.

NO FUE MI CULPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora