Capítulo 14

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— ¿Sigues molesto? —cuestionó Eros dejando el desayuno de Yune sobre su cama. El menor se incorporó lo suficiente para sentarse y le miró con seriedad. —Oye, yo no quise mentirte, pero de saber que te enfadarías por decirte la verdad habría pensado mejor antes de hablar.

—Eso me molestaría más.

— ¿Quiere decir que no tiene caso intentar disculparme?

—No tengo nada qué perdonar. Al final del día son tus decisiones.

—Yune, no dejaré que la situación de Orién se quede así. Si en una semana no sé nada de Zair entonces me encargaré de averiguar dónde se encuentran. Y antes de que digas algo, no lo hago porque estés molesto por ello, es porque creo que tienes razón, pensé de forma egoísta y puede que Ori necesitara de mí. Lo que dijiste ayer, las personas del circo son como una familia para mí, no debo darles la espalda.

Yune asintió, una suave sonrisa se dibujó en sus labios al saber que Eros no se quedaría de brazos cruzados, sabía que ese era un buen tipo, solo que a veces podía actuar sin pensar en las consecuencias. Dante no era así, él actuaba a costa de saber los resultados de sus acciones, se daba el lujo de cometer errores graves de forma consiente.

— ¿Eso quiere decir que nos quedaremos más tiempo en la ciudad?

—Sí, hablaré con los demás para avisarles. —respondió Eros dando la media vuelta para salir del cuarto.

—Oye, ¿ya has desayunado?

Se volvió hacia el chico y negó al instante.

— ¿Por qué no vamos a desayunar con todos? —propuso Yune. —Quiero conocerlos, si vivo aquí, ellos también pueden ser mi familia. Y creo que no debería pasar todo el tiempo sin hacer nada, así que quiero ofrecerles mi ayuda a todos.

— ¿Estás seguro? Hace poco no querías ni salir del camper.

—Estoy seguro. Ya no quiero estar aislado. —murmuró bajando la mirada, recordando que antes de que todo se arruinara en su vida, solía salir, conocer a otras personas, así había hecho amigos, sobre todo Omegas. Pero desde que Dante cambió, no volvió a poner un pie fuera de casa, y era de las cosas que más extrañaba hacer.

—Si es así, entonces vamos.

Yune se emocionó y salió de la cama, Eros no pudo evitar reír al notar que el chico ya se había preparado con anticipación para salir.

—Pero qué rápido.

—Sabía que no te ibas a negar. —dijo Yune sonriéndole a cambio y fue hasta él abrazándole en agradecimiento. —Ya no estoy enfadado. Eres una buena persona, yo no debí ponerme así anoche y...

—No, estabas en todo tu derecho.

No dijeron más, tras cortar el abrazo salieron del camper y caminaron junto. No podían quedarse solos más tiempo, Eros había sentido su cuerpo erizarse apenas tuvo ese contacto tan cercano con el cuerpo del menor; y aunque Yune no dijera nada, pudo sentir algo muy parecido que trató de ignorar. Las cosas eran más claras de lo que creían, pero aún no era tiempo.

Dante despertó al sonar la alarma, era común amanecer con la típica erección matutina, pero apenas apagó el despertador, sintió que lo que tenía entre las piernas no era lo de siempre. Se sentó observando el bulto dentro del pans que llevaba puesto, comenzaba a incomodarle la prisión de la prenda.

No tenía ningún problema con eso, podía solucionarlo solo, el verdadero conflicto era que no deseaba hacerlo así. Pensó de inmediato en Ori y sacudió la cabeza maldiciéndose por idiota, ¿cómo se le podía ocurrir? Después de haberlo lastimado la mañana anterior no podía siquiera sugerirle que se encargara de eso.

NO FUE MI CULPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora