Ana pierde la noción del tiempo mientras recuerda todo lo ocurrido y cuando se da cuenta ha llegado la hora de partir el pastel. Valeria y Mathieu cortan un pedazo como es debido y luego se lo intercambian, todos los invitados toman fotos y se divierten.

— Lista para bailar — Dice Valeria mientras se acerca hacia Ana — te presentaré a mi primo Adam, es soltero

— Gracias pero estoy bien; no me apetece bailar — Ana quiere sonar amable y verse feliz para no arruinar el día tan especial de su hermano y amiga.

— ¿Estás segura?

— Si, ahora ve y disfruta de tu fiesta.

Valeria regresa al lado de Mathieu, él observa a su hermana de lejos y sabe que las cosas no estan bien, por ello se acerca.

— ¿Qué pasa pulga?

— Las bodas me ponen sentimental, eso es todo.

— Quizá una sorpresa pueda levantar ese ánimo — Mathieu le da un beso en la mejilla y con una sonrisa sospechosa deja a su hermana confundida.

Ana no puede más con esto, siente que el ambiente la sofoca y si continúa por más tiempo en ese lugar terminara bebiendo todas las botellas de champán, eso solo puede traer problemas. Así que se escabulle por la puerta trasera y toma un poco de aire en el jardín del lujoso restaurante.

Se queda por unos minutos sólo observando la Luna preguntándose si él también la extraña, si todavía la ama como ella lo hace.

— Pensé que estarías disfrutado la fiesta.

Reconoce al instante esa voz, aunque la música de la fiesta este alta reconoce la voz, ella sabe que al darse la vuelta lo encontrará y no sabe si esta lista para verlo, antes quería cruzar alguna mirada o palabra pero ya estando en esta situación Ana no sabe si podrá enfrentarse a Nathan, así que continúa dándole la espalda mientras trata de formular palabra.

— Sabes que las fiestas nunca fueron lo mío.

Aun no puede creer que haya podido responder sin a verse desmayado, su corazón está a mil por hora. Quiere voltear, ella ansía verlo.

Y lo hace, Ana da la vuelta y entonces ambos vuelven a verse después de todos esos años.

— Lo sé, siento haber llegado tarde.

Nathan la observa y siente como su corazón está a punto de explotar, nunca esperó verla de nuevo. Ya que después de marcharse de Francia con el tiempo no volvió a saber de ella, trató de llamarla, le mandó cientos de e-mails, le escribió cartas pero nunca hubo respuesta. Ella simplemente se alejó de su vida.

— Ha pasado tiempo ¿Cómo estás?

Ana dijo esas palabras al borde del llanto, no sabía exactamente porque lloraba ¿acaso era la emoción de verlo otra vez?

Nathan quería gritarle, él pensó que Ana ya no significaba nada en su vida, que la ira y el dolor que ella dejó en él era suficiente para olvidarla pero se equivocó, tan sólo verla le había revuelto todo el estómago como en la secundaria.

Y no pudo aguantar más, las palabras salieron de su boca.

— No iba a venir, no quería verte, pero Mathieu insistió — Nathan cerro los puños con fuerza antes de volver a hablar — te ves muy bien. Después de todo parece que seguiste con tu vida.

Ana tuvo un escalofrío y un nudo se lo formó en la garganta, recordó entonces todos los días que lloro hasta quedarse dormida y no pudo callar más.

Era ahora o nunca.

— Lo siento.

— ¿Lo sientes? Vaya que gran disculpa, traté de llamarte, te mande cientos de mensajes como un idiota y nunca respondiste ¿por qué me alejaste de ti Ana?

— No quería ser un impedimento en tu vida ¡Tú te fuiste a América! Era una gran oportunidad y creí que yo ya no formaba parte de ese sueño. Trate de cortar toda la comunicación contigo para hacer todo más fácil para ti, no sabes lo difícil que fue para mí leer tus mensajes y no responder. ¡Pero funcionó! Eres el pediatra más reconocido en New York.

Nathan se quedó atónito por la respuesta de Ana, todo este tiempo él había guardado un rencor por ella que le habían impedido ser feliz con otra mujer porque él nunca dejó de amarla.

— irme fue el peor error ¡Sabes lo infeliz que soy! Ana por años quise volver pero pensé que tú no querías verme. ¡No me importa nada de mi vida en América si tú no estás en ella! Aun no es tarde.

El corazón de ambos estaba a mil por hora.

— Ya es tarde — Ana sabía que todo esto era una estupidez, era ya muy tarde para ambos.

— Dime ¿Me amas?

Ana no podía creer que Nathan estuviera actuando como todo un adolecente haciendo ese tipo de preguntas, pero ella tenía que responder con la verdad.

— Nunca, ni por un momento he dejado de amarte.

Nathan río y eso confundió a Ana ¿Acaso se burlaba de ella? Pero la sonrisa de Nathan la hizo olvidar todo, él era todo un adulto pero no había perdido su excelente físico y para su mala suerte era mucho más apuesto de lo que era antes.

— Entonces aún estamos a tiempo.

— ¿Eso crees? Los años han pasado Nathan.

Nathan sabía que no todo estaba perdido, maldición ¡ellos se amaban! Y eso para Nathan era suficiente

Así que acortó la distancia que había entre ellos, ya no podía estar alejado de ella ni un minuto más, se dio cuenta que los años pasaron y varias cosas cambiaron pero sus sentimientos por ella estaban intactos.

— Ven conmigo — le susurró.

— Eso es imposible.

— Ven conmigo — repitió — Ya te dejé ir una vez, no volveré a cometer el mismo error. Perdóname, sé que debí venir antes, pero tenía miedo de ser rechazado, tengo miedo de estar en el mundo y vivir sin ti.

Ana no pudo más y lloro, lloro en los brazos de Nathan y se dio cuenta que aún había algo entre ellos, algo pequeño que con el tiempo se volvería en algo grande y mágico que esta vez duraría para siempre.

— Siento haberme alejado de ti, no volveré hacerlo.

— ¿Me lo prometes?

— Lo prometo.

Juntaron sus labios para cerrar la promesa, en ese beso hubo de todo empezando por el perdón de ambas partes, seguida de una reconciliación y de un nuevo futuro, ambos se besaron con desesperación y supieron que este era su lugar, él tomando su cintura y ella jugueteando con su cabello.

Esta promesa sería para siempre.

Una Apuesta. Un Ganador©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن