"La chica que te gusta"

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—¿Y ahora qué se supone voy hacer? ¡Mike! ¡Tengo que llamarlo!

Kai pensó en él y sabía que tenía que dar con un teléfono e intentar llamarlo. Salió en cuanto pudo y regresó al auto. Al ver a Atlas notó que había dejado de gemir...pero tampoco respiraba ni reaccionaba.

—¡Atlas! ¡Atlas!

Kai comenzó a llorar sobre el lomo del animal, pero unos minutos después se calmó, se secó las lágrimas con la manga de su hoodie y respiró profundo. Atlas era un A.D.A.N. y si él había regresado de la muerte, su amigo peludo también lo haría. Abrazó a su perro y encendiendo el auto huyó de ese lugar.

Recordó que cerca del banco donde Kauffmann solía ir hacer sus transacciones había un teléfono público. Se estacionó cerca y sacando unas monedas de su bolsillo marcó el número de la casa de Simmons. Tardó un poco en responder, pero al tercer intento escuchó su voz.

—¡Mike! ¡Soy yo! Kai... Pasó algo...

—¿Kai? ¡¡Kai!! Espera un momento...

En ese momento Simmons estaba frente a Kauffmann que al escuchar el nombre del joven se acercó a su colega y este le entregó el teléfono.

—¿Kai? ¿Estás bien?

—¡¡¡Doctor Kauffmann!!! ¡Al fin! ¿Dónde está? ¡No se imagina por todo lo que he pasado!

—¡Espera, Kai! Necesito que me escuches atentamente: NO puedes volver a llamar ni debes buscarme. Descubrieron el proyecto A.D.A.N. y están tras ti. Todo lo que sucedió fue premeditado. Yo estoy bien y debo hacer algunas cosas, mientras tú debes mantenerte oculto, no puedes dejar que te atrapen... ¿Me oíste?

—¿QUÉ? ¿Pero qué voy hacer? ¡Esos hombres quieren matarlo! ¡Yo debo estar a su lado!

—¡Kai! ¡Kai! ¡Tranquilízate y escúchame! No puedes estar conmigo, no me busques. Lo más seguro es que me estén vigilando, quizás están escuchando esta conversación, no lo sé. Harás lo que te diga, tú tienes la capacidad para sobrevivir y no puedes dejar que te atrapen. Yo los mantendré alejados de ti, les daré lo que buscan pero mientras... ¿Recuerdas la chica de la que me hablaste? ¿La chica que te gusta? Yo te reñí por eso la semana pasada. Ve con ella.

—¿Chica? ¿Cuál chica? ¡No tengo idea de lo que habla!

—Recuerda Kai. Tú no puedes olvidar. Cuando sea seguro, yo te buscaré. ¡Cuídate!

Y Kauffmann terminó la llamada. Apagó el teléfono y de este modo se lo entregó a su colega.

—¿Por qué hiciste eso? ¡Debemos ir por él! —Le grito Simmons.

—Eso es justamente lo que ellos esperarían. Kai tendrá que vérselas solo. Es un chico inteligente, sé que no me defraudará, sabrá arreglárselas, se adaptará a la situación.

—¿Entonces Kai, que nunca ha estado solo en su vida y no conoce nada del mundo real va a valerse solo allá afuera con esos hombres peligrosos tras él? ¿Esa es tu forma de cuidarlo, Oskar?

—Él estará bien. Cualquier cosa es mejor para él a que termine encerrado en un laboratorio siendo el experimento de esa gente. Ahora esperemos que pueda convencerlos de dejar a Kai en paz...y ya sé cómo hacerlo.

Kauffmann entonces se dirigió a la puerta de la residencia. Simmons le siguió intrigado.

—¿Qué piensas hacer?

—Iré a la farmacia a comprar unos calmantes y luego iré a la estación de policía a hacer el reporte del robo y pretender que todo esto no es más que un hecho delictivo común. Ponte en contacto conmigo cuando tengas la respuesta de estas personas.

—¿Y si su respuesta es negativa?

—Supongo que irán a matarme. No pienso huir y si eso los aleja de Kai no opondré resistencia.

Diciendo esto salió de la casa de su colega.

***

Minutos después Kauffmann se encontraba detrás de una señora esperando pagar por una revista que leía, un litro de leche y pediría unos calmantes en la farmacia. Al llegar su turno se acercó al mostrador y le dijo a la joven los nombres de los analgésicos que buscaba. La chica se los trajo, pasó la leche y la revista por el lector y le dijo el precio a pagar:

—Son setenta y seis con noventa y cinco. ¿Cuál es su medio de pago?

—American Express. —Kauffmann le extendió la tarjeta de crédito y su identificación.

La joven tomó la tarjeta y al ver el nombre se sorprendió. Miró entonces al hombre mayor frente a ella con la boca abierta.

—¿Usted es... "Oskar Kauffmann"? ¿El de verdad?

—Necesito pedirte un gran favor. Podrían estarme siguiendo y viendo nuestra conversación, así que fingiremos que sólo estoy pagando estas cosas. El joven que te salvó la vida necesita ayuda. Él vendrá a buscarte.

—¿Está en problemas?

—Sí. Y está solo.

—Lo ayudaré, sólo dígame que tengo qué hacer... —respondió la joven.

CONTINUARÁ...

A.D.A.NWhere stories live. Discover now