Un Enemigo Mayor

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—¿Pero qué demonios estás haciendo, Oskar? ¡Debes permanecer en cama!

Simmons trató de hacer que el testarudo Kauffmann volviese a recostarse en la cama, pero este reaccionó empujándole de forma violenta.

—¡Pásame aquella bolsa que cuelga de ese gancho! Me iré de aquí inmediatamente, Kai me necesita.

—¿Qué dices? ¿Acaso no me escuchaste? ¡Kai está muerto! ¡Ya no puedes hacer nada por él! En cambio tú  tuviste una lesión grave que requiere cuidado y reposo. Yo puedo regresar a la morgue y encargarme del resto de las cosas.

—¡Kai me necesita! No creeré que él esté muerto hasta que no analice su cuerpo. Podía haber entrado en un estado de diapausa y eso explicaría porque no posee signos vitales en apariencia, ¡pero estaría vivo! Y podría despertar en cualquier momento en ese lugar, sólo, confuso y sin saber qué hacer.

—Entonces si es así, quédate aquí y yo iré por él. ¡Oskar, te dispararon anoche! Estás débil y te podrías en peligro si sales ahora.

Pero Kauffmann le ignoraba por completo. Logró levantarse de la cama tomó la bolsa con su ropa y zapatos para vestirse, aunque sólo había una parte de su ropa, su camisa ensangrentada fue desechada por el personal del hospital. En eso, el teléfono de Simmons comenzó a sonar con insistencia, el mayor notó esto y llamó su atención.

—¿No piensas atender la llamada? Podría estar relacionada con Kai.

Simmons tomó el móvil de su bolsillo y miró el número de contacto. No tenía más remedio que responder.

—¡No te muevas de aquí, Oskar! —Y diciendo esto,  abrió la puerta de la habitación y salió al pasillo para poder hablar por teléfono en privado.

—¿Dónde demonios se supone que estás?

—En el hospital, con Kauffman. Ya está consciente, muy alterado y quiere ver a Kai.

—¡Si no quieres que muera más te vale mantenerlo allí tranquilo!

—¿Y qué se supone debo hacer? Para empezar esto no fue lo acordado: ¡Le dispararon! ¡Trataron de matarlo! Dijeron que sólo querían al chico, ¡no que asesinarían a Kauffmann!

—¡Pues ahora perdimos al joven! Despertó y huyó, creemos que tratará de ir al hospital para ver al doctor y mis hombres se encuentran en camino. Todavía hay una oportunidad de hacer esto sin que nadie muera, pero dependerá de usted, doctor Simmons. Y como habrá notado las personas que me contrataron son impacientes y cambian de opinión muy fácilmente.

La llamada concluyó y Simmons no tuvo tiempo ni de asimilar lo que había escuchado cuando volteó y vio a Kauffmann saliendo de la habitación "medio" vestido y dispuesto a irse.

—¡Oskar! ¿Qué demonios contigo? ¡Regresa!

—¡No vas a detenerme, Mike! Si no pretendes ayudarme, ¡entonces no me molestes!

Simmons le detuvo en el pasillo. Sabía que Kauffmann era muy testarudo así que intentaría seguirle la corriente:

—Te ayudaré. Toma mi chaleco y sube la cremallera hasta arriba, al menos si vas a huir no lo hagas semi desnudo.

Entonces Kauffmann siguió a su amigo por las escaleras de emergencia. Minutos después llegaron al estacionamiento y subieron al auto de Simmons. Este condujo e hizo creer a su amigo que le llevaría a la morgue de la ciudad, pero luego de haberse alejado lo suficiente, giró rumbó a su residencia en los suburbios.

A.D.A.NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora