Yo No Puedo Pequeños.

284 25 0
                                    

Tom:

Regresé a casa cabizbajo. Fue un viaje normal, mis ojos no dejaban de pesar por la cantidad de lágrimas que estaban acumulándose.

Antes de llegar a mi casa, y darle la mala noticia mi hermana, decidí caminar por las calles, pensando en que sería de nuestra vida desde ahora, no tenemos a nadie, y no sabemos si Lupe pueda hacerse cargo de nosotros.

Una vez mas, nos encontramos solos, sin el apoyo de un adulto, realmente no se que haré.

Me senté en una banca de un parque que estaba cerca de mi casa, miraba mis pies, mientras abrazaba mi pequeña mochila. A mi lado se sentó un señor, que no lo reconocí de primer instante.

-Hola Tom, ¿Qué tal va todo?.-Dijo aquel señor.

-¿Hola?.-Alcé mi mirada, encontrándome con el padre de mi novia. El Sr. Montaño.

-Tom... ¿Estás llorando?.-Noté la preocupación en sus ojos. No estaba llorando, simplemente aguantaba las ganas de explotar en el llanto.

-No señor... yo sólo... no me siento muy bien, creo que debo irme a casa.

-Hace unos días tu hermana llegó a casa con una pequeña carta para mi hija, ella se puso triste, pequeño, nosotros podemos ayudarles, pero díganos de que manera.

-Oh... Nat... ella siempre tan linda...-Suspiré-. Gracias señor, pero... yo creo que nadie puede ayudarnos ya.-Mi voz sonaba fría.

-Tom, hijo, anda, vamos por una hamburguesa y si tienes ánimos o la confianza de contarme, puedes hacerlo, créeme que queremos ayudarles.

-Ustedes siempre nos han apoyado, y les agradezco de corazón. Vamos a otro lugar a platicar.

Caminamos un par de cuadras,llegamos a un restaurante de hamburguesas, el señor Montaño pidió por mi, en lo que yo esperaba sentado en mi lugar.
De pronto se sentó a mi lado con una bandeja que contenía dos hamburguesas, papas y refresco.

-¿Te gusta de pollo? Es mi favorita.-Su sonrisa era sincera, pero a la vez llena de preocupación.

-Oh si, muchas gracias.- Le di un mordisco a mi hamburguesa. Sentí su mirada, dándome tiempo de pensar en cómo contarle todo-. Yo...

-Si no quieres, no tienes que contarme nada.

-Si quiero. Pero no encuentro las palabras para ya sabe...

-Date tu tiempo.-Mordió su comida.

-Ya no... ya no tenemos a nadie en esta vida. Estamos solos, una en más.-Baje la mirada.

-No digas eso. Nos tienes a nosotros.

-Gracias. Pero, me refiero a mi padre.-Al decir eso último, mis ojos se aguaron-. Ya... nos abandono.

-¿No había muerto?

-Creíamos lo mismo, pero no. Resulta que se salvó pero perdió la memoria, no me dolio que no me reconociera, sino que cambio a mamá.-Mis manos se volvieron puños.

-Tranquilo hijo, todo debe tener una respuesta.

-Lo tiene, ahora el espera otro hijo, lo cuidará y en poco se olvidará de mi visita.

-¿Dejaste que te explicara las cosas?.-Masculló aquel hombre mientras tomaba de su bebida azucarada.

-No, no lo merece. Y no es por ser mala onda, pero ya no quiero hablar de ese señor... solo espero sea feliz.

-Ven acá pequeño.-Y sin pensarlo, el señor Montaño abrazó al pequeño. El sentía que a partir de ahora las cosas podrían mejorar.¿Pero Cómo? Si no hay nadie para ellos.

-Gracias... lo necesitaba.-Se safó suavemente del agarre del hombre-. Nat tiene suerte de tenerlo.

-Y tu también nos tienes a nosotros. No lo olvides.

-Bueno, le agradezco por todo. Es momento de retirarme.

-Te voy a dejar a tu casa. Y sirve que saludo a mi niña Cris.

-Claro, estará alegre por vernos.

Y así caminamos hasta llegar a casa. Di dos toques al timbre, dejando oír al otro lado de la puerta un "En un momento le abrimos", era la voz de Lupe.
En menos de lo que canta un gallo, la puerta fue abierta, dejando ver aquella señora amable y amorosa que tanto quería Tom.

-Mi niño...-Lupe abrazo euforicamente al pequeño Tom.

-Hola Lupe.-Sonrió éste-. Igual estoy feliz de verte.

-Entren, entren, deben estar hambrientos.

-Está vez esta usted equivocada.-Dijo El señor Montaño -. Acabamos de comer.

-Quiero ver a mi hermana...-Dijo Tom.

-¡Cristel! Te buscan.-Gritó Lupe.

-¿Quién? .-Pregunto aquella niñita. Al bajar corriendo de su cuarto, pudo ver de quien se trataba su visita, que bueno, en esta ocasión viene a quedarse a vivir con ella-. ¡Tom!.- Se abalanzó hacia sus brazos, dejando notar un par de lágrimas en sus mejillas.

-Manita, te extrañe mucho.- Gustoso acepto el abrazo de su pequeña hermana.

-No vuelvas a irte nunca más, por favor manito.

-Ya no lo haré manita.-Acarició suavemente su mejilla.

-¿Trajiste a papá?.-Esa pregunta hizo que la sangra se le helara,  y no lo pensó, ¿Cómo le diría a su hermana que no verían de nuevo a su padre?

-No manita. Pero... Aquí estaré yo para ti.

-Pero también quiero a papi.

-Si, ya lo traeré después, ¿OK?

-OK.  Pero no te demores mucho, en verdad lo extraño, junto con mamá y el abuelo.

-Ya ya niños, anda Tom, ve a dormir, de seguro estás cansado.-Dijo Lupe.

-Si gracias, y nos vemos pronto señor Montaño.

-Hasta luego, Chao chicos, los espero mañana en mi casa, Nat estará muy feliz.

-¡Yo quiero ver a Nat!.-Gritó Cris.

Tom:

Me fui a recostar en mi cama. Cris se quedó a mi lado dormida. La vi, y me imagine como sería ella de grande.
Quiero verla muy feliz.
No quiero verla sufrir jamás, y de eso me encargaré yo.
Mis pensamientos fueron interrumpidos con un toque a la puerta.

-Pasa Lupe.

-Mi niño. Tenemos que hablar de algo super importante.

-Si, dime.

-Yo... yo no puedo pequeños... no puedo hacerme cargo de ustedes...-Hizo una pausa-.Volveré a irme a vivir a mi pueblo, me necesita mi familia...

-Lupe... no tú... ya no nos abandonen...-Sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¿Y el señor Turner?

-No volverá. Tiene una nueva familia.

-Mi niño... yo... no se que decirles.

-No importa Lupe. Ya estoy acostumbrado a todo esto, puedes irte cuando quieras.

-Pero tampoco quiero dejarlos solos. Son pequeños aún. Aunque tu ya no eres un niño. Haz madurado.

-Gracias por las palabras, ya veré que hacemos. Puedes marcharte ya, no te necesitamos.-Su voz salió un poco gruesa.

-Mañana vendré por mis cosas, y veré con quien dejarlos. Cuídate mi niño.

-Adiós Lupe.

El destino sólo quiere dejarnos solos hermanita.

Sólos Contra El Mundo...Where stories live. Discover now