Destino obligado

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Ciel Phantomhive Pov

Kelvin, Kelvin, Kelvin. Para mi siempre sera Kelvin, a secas, sin respeto y con desprecio. Mi muy odiado esposo no es un hombre desagradable, no, claro que no, él es el ser o criatura más nauseabunda que he tenido la desdicha de conocer. Me repugna y me asquea, no solo él sino todo lo que le rodea y todo lo que toca. Decir que lo aborrezco es poco, tan solo deseo su muerte y maldigo que tenga sesenta y dos años y no más, porque entre más viejo más cerca se encuentra de arder en las llamas del infierno.

Pero no tiene caso pensar en eso, así que suspiro con rabia mientras salgo de la bañera. Al mirarme de soslayo en el espejo siento arcadas, me siento despreciable, sucio y peor que desecho. Mi pecho y cuello tienen visibles marcas que empiezan a tomar un tinte purpúreo tan nauseabundo que me provoca enterrar las uñas y rasgar la zona, rasgar tan fuerte que termine arrancando mi piel, como si al hacerlo, manchandome de mi propia sangre, estas sensaciones van a desaparecer completamente.

Pero ya han sido casi cuatro años desde que yo sigo siendo incapaz de escapar, aunque en este tiempo pude aprender algo muy importante y es que Kelvin es incluso más peligroso que mis padres, tiene más influencia en el bajo mundo y es tan idiota que no se da cuenta que poco a poco pasó a convertirse en un títere que manejo a mi antojo. Es cuestión de meses o incluso semanas para que toda esta situación termine.

Rachel y Vincent se han mostrado complacidos por mi comportamiento y han bajado la guardia, se han vuelto descuidados creyendo que simplemente me quedaría sentado sin hacer nada, lo cual me garantiza la seguridad de Sebastián y la de mi bebé. Mi amado bebé del cual no sé ni su nombre, y lo único que tengo de él es una pequeña foto, la misma que usó mi padre para amenazarme y lograr que me casara.

—Mi señor —la suave voz de la sirvienta me saca de mis pensamientos, por lo que termino de ponerme los zapatos volteandola a ver—. El señor Soma llamó, dijo que vendría en media hora, ya que tuvo un pequeño inconveniente.

—Tsk, como sea.

Sin decir nada más, paso a su lado yendo a la habitación de enfrente. Al abrir la puerta, un sollozo capta mi atención, así que con calma me acerco al cunero viendo a mi pequeña Doll que levanta sus bracitos en busca de atención, removiendose inquieta en cuanto me ve. Le dedico una sonrisa y la acuno entre mis brazos, besando su frente.

—Papi… —gire la cabeza hacia el alféizar esbozando una sutil sonrisa para mi pequeño que me mira curioso, por lo que caminó hasta él, acariciando suavemente su cabello.

—¿Qué pasa, cielo? —le susurro mimoso.

Doll y Joker, son mis amados hijos. Actualmente, solo con ellos dos soy amable, como si con eso compensará el hecho de haber abandonado a mi bebé, pero sé que nada lo hará, Joker es un niño sumamente amable y sonriente que recientemente cumplio diez años, es hijo de la anterior esposa de Kelvin, ella murió en el parto pero a él no le importó, tampoco se preocupa por él, incluso hay momentos en que lo ignora deliberadamente como si lo despreciara, sin embargo él sigue buscando la aprobación de su bastardo padre.

—¿Puedo comer helado?

—No lo sé —lo medito un poco, fingiendo seriedad—. ¿Ya terminaste la tarea?

—Si —sonrió ampliamente—, y también le ayude a Paula a meter las compras.

—Wow, entonces vamos por tu helado.

Muchas veces me he preguntado si mi pequeño será así de sonriente, o si tendrá el carácter de Sebastián. Tal vez sea una idea pesimista, pero aunque logre librarme de Kelvin y hacer que mis padres me dejen tranquilo no creo poder recuperarlo, tampoco sería capaz de quitárselo a su padre, y la idea de formar una familia con él quedó en el olvido en cuanto me marche de ese hospital sin decir nada. Pedir que me entienda es como desear que mis padres sean buenas personas, simplemente imposible.

Sexo casualWhere stories live. Discover now